Seis años después, regresa la ruina, esta vez el protagonista fue el huracán Matthew: centenares de muertos, 1,4 millones en necesidad de refugio, agua y alimentos.
Varias localidades, sobre todo en el suroeste del país, quedaron completamente destrozadas.
El llamado inmediato de Naciones Unidas fue pedir un aporte urgente de US$120 millones para aliviar la emergencia en la nación más pobre del hemisferio occidental.
Decenas de organizaciones no gubernamentales (ONG) que aún tienen sede en Puerto Príncipe, la capital, se sumaron al pedido de contribuciones a través de sus sitios web.
Y helicópteros del gobierno estadounidense comenzaron a llegar al país con cargamentos de agua y arroz, como en 2010.
Pero con los miles de millones de dólares donados desde el terremoto de 2010, hay quienes se preguntan por qué Haití no estaba mejor preparado para la tormenta que llegó seis años después.
¿En qué se invirtió ese dinero?
Falta de transparencia
La mayoría de las organizaciones de cooperación asentadas en Haití desde 2010 desarrollaron sus proyectos mediante empresas privadas y sin la contraloría del gobierno local.
«No confiaban en que el Estado fuese capaz de administrar bien los fondos por la tradición de inestabilidad y corrupción en las instituciones», le dijo a BBC Mundo Jocelyn McCalla, activista y colaborador de la Coalición Nacional para los Derechos de los Haitianos en EE.UU.
Haití
en cifras
10,9 millones de habitantes
- 62.600 desplazados viven en 36 campos provisionales desde el terremoto de 2010
- 500.000 personas están altamente expuestas a desastres naturales
- 60% de la población vive en niveles de pobreza
- 25.000 personas corren el riesgo de contraer el cólera en 2016
Haití es uno de los países más corruptos del mundo, según el índice de percepción de corrupción elaborado en 2015 por Transparencia Internacional, en el que ocupó el puesto 158 de los 167 que figuraron en la lista.
Muchos de los resultados de esos esfuerzos humanitarios no se hicieron públicos, le explicó a BBC Mundo Vijaya Ramachandran, especialista en asistencia humanitaria en estados frágiles del Centro para el Desarrollo Global (CGD, por sus siglas en inglés), con sede en Washington y Londres.
Ramachandran intentó monitorear qué se había hecho con el dinero donado por el gobierno estadounidense y se encontró con una amplia ausencia de datos.
Aunque algunas ONG publican reportes anuales sobre sus logros y retos en Haití, Ramachandran cree que esto no es suficiente.
«Un problema central es que no existe un modo sistemático y riguroso que analice en qué y cómo se ha gastado el dinero de esas ayudas internacionales», puntualizó.
La «pobre coordinación entre los actores extranjeros y el gobierno», señaló la investigadora, provocó que las 10.000 organizaciones que llegaron al país después del terremoto actuaran a su ritmo y según su propia agenda.
Proyectos a largo plazo
El «fracaso» de las organizaciones de ayuda humanitaria en Haití estuvo en no llevar a cabo soluciones a largo plazo, señaló McCalla.
«Muchas vidas se salvaron por la rápida respuesta de estas agencias justo después del terremoto, pero luego no supieron cómo cambiar su estrategia de asistencialismo».
John Mitchell, quien dirige Alnap, una red internacional de agencias humanitarias, concuerda con el activista.
«Se perdieron las oportunidades de apoyar a los comerciantes y negocios locales. Se pasaron por alto las estrategias de supervivencia de las poblaciones locales», le dijo a la BBC.
Muchas de las organizaciones emplearon a personal extranjero que no hablaba ni francés ni creo le y nunca habían estado en Haití.
«Son pocas las ONG lideradas por un haitiano», dijo McCalla.
¿Qué pasará ahora?
Las organizaciones de ayuda humanitaria han enfocado de nuevo sus esfuerzos en recaudar dinero para recuperar las áreas destrozadas en el país.
Sin embargo, la respuesta gubernamental no ha sido la misma que hace seis años.
«Este país está dirigido por un gobierno. Si las organizaciones que vienen a ayudar no reconocen al gobierno, mejor que no vengan», le dijo este lunes el ministro del interior, François Anick Joseph, a la agencia AFP.
Si en los meses posteriores al terremoto se hablaba de la presencia de 10.000 organizaciones de ayuda humanitaria en el país, la ONU menciona a 84 «aliados» en la actualidad.
Es difícil precisar cuántas ONG continúan operando hoy en día en Haití.
Lo cierto es que, seis años después del terremoto, más de 60.000 haitianos siguen viviendo en casas temporales, con acceso limitado o nulo a servicios básicos como agua, inodoros y servicios de salud.
La sequía de tres años, además, ha causado una aguda deforestación que ya causaba estragos en la incipiente industria agrícola.
Y la ONU estimó que 25.000 personas están expuestas al cólera.
Tras el paso de Matthew, todo lo que ya iba mal empeoró.
Pero si de algo sirve este panorama desolador, señaló el activista haitiano Jocelyn McCalla, es para aprender lecciones.
«No podemos rechazar la ayuda. La necesitamos. Pero también necesitamos que los actores extranjeros inviertan en el capital más importante que tiene el país: la gente», dijo.
Fuente: BBCMundo