La bióloga marina Giovanna Zorán Yunes Jiménez, egresada de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), desarrolló una metodología para restaurar arrecifes de coral del género Pocillopora en el Parque Nacional Archipiélago de Espíritu Santo.
El desarrollo de la metodología para la restauración de estos organismos requirió el análisis de las tasas de mortalidad y crecimiento de los corales para generar modelos de estimación de crecimiento de la cobertura coralina.
“Llevamos año y medio con el proyecto y nos ha dado muy buenos resultados; conforme a nuestro modelo, que contempla las tasas de crecimiento y mortalidad de coral, extrapolamos los datos que nos ha arrojado este proyecto para tener una idea de cómo nos funcionaría a 10, 15 y 20 años”, mencionó Yunes Jiménez.
“Utilizamos 100 fragmentos, (no obstante) en el modelo calculamos las estimaciones a partir de mil fragmentos para conocer cómo se comportaría el crecimiento y mortalidad de la población; obtuvimos que en 11 años tendríamos más de 102 por ciento de cobertura”, continuó.
La investigación, que tuvo como director al doctor Héctor Reyes Bonilla, profesor e investigador del Departamento de Ciencias Marinas y Costeras de la UABCS y nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), hizo a Giovanna Zorán Yunes Jiménez acreedora de la licenciatura en biología marina de dicha institución.
En el área de arrecifes de coral Roca Swany, dentro del Parque Espíritu Santo, se eligieron los corales con mayores posibilidades de crecimiento y posteriormente fueron trasladados a una pradera experimental para su restauración.
“En otras metodologías, los corales los trasladan a un laboratorio en donde los someten a un proceso de condiciones ambientales controladas, como aclimatación e iluminación, entre otras. Por cuestiones de recursos, nosotros decidimos reubicar los organismos a restaurar en una pradera experimental, en una zona muy cercana; de esta forma evitamos el proceso de aclimatación, costos de laboratorio y todo lo que involucra”, señaló Yunes Jiménez.
“Los seleccionamos del grupo de fragmentos, procurando que estuvieran sanos, que no tuvieran cobertura de esponjas y algas, que tuvieran tejido vivo y una vez que cada fragmento cumplía con las especificaciones lo trasladamos directamente a la pradera experimental”, agregó.
Los ejemplares fueron adheridos a rocas con un pegamento epóxico marino y se monitoreó su crecimiento hasta una etapa avanzada; posteriormente fueron trasplantadas en su ecosistema original.
“Nosotros los reproducimos plantándolos artificialmente, es un tipo de reproducción asexual. Ellos se reproducen sexualmente, pero en la investigación no lo estamos considerando, es decir es una sobreestimación porque en la naturaleza se reproducen sexualmente; hemos visto que de 100 corales, la mitad no estaba en talla reproductiva, que son entre cinco y 10 centímetros, para estas fechas los organismos que quedan tienen tallas reproductivas”, mencionó Yunes Jiménez.
“Considero que los resultados obtenidos —de un crecimiento positivo— se dieron porque al lado de la pradera experimental se encuentra el canal de San Lorenzo, lo que permite el contacto con muchas corrientes submarinas, con cambios de temperatura propicios para los organismos”, finalizó.
Fuente: SinEmbargo