Amnistía Internacional ha calificado la situación en el delta del Níger de “tragedia de derechos humanos” y ha afirmado que la población del delta del Níger sufre abusos contra sus derechos humanos a manos de las empresas petroleras a las que su Gobierno no puede o no va a obligar a rendir cuentas.
“El delta del Níger es un descarnado ejemplo de la falta de rendición de cuentas de un Gobierno ante su población, y de la casi nula rendición de cuentas por parte de las empresas multinacionales en relación con las consecuencias de sus operaciones para los derechos humanos” ha afirmado Audrey Gaughran, responsable del trabajo sobre empresas y derechos humanos y coautora del informe Petróleo, Contaminación y Pobreza en el delta del Níger, publicado el 30 de junio en una conferencia de prensa en Abuja.
En el informe se examinan los vertidos de petróleo y materiales de desecho, las explosiones de gas y otros impactos ecológicos de la industria petrolífera. La mayoría de las pruebas sobre contaminación y daño al medio ambiente reunidas por AI y expuestas en su informe se refieren a las operaciones de Shell, principal compañía petrolera que actúa en los terrenos del delta del Níger.
“Quienes habitan el delta del Níger tienen que beber, cocinar y lavarse con agua contaminada. Comen pescado contaminado con petróleo y otras toxinas, si es que consiguen encontrar aún bancos de pesca. La tierra que cultivan se está degradando.
Tras los vertidos de petróleo, el aire que respiran huele a petróleo, gas y otros agentes contaminantes. La gente se queja de problemas respiratorios y lesiones en la piel, y sin embargo ni el Gobierno ni las compañías petroleras vigilan los efectos de la contaminación del petróleo en los seres humanos”, señaló Audrey Gaughran.
Apenas se ha informado sobre las consecuencias de la contaminación para los derechos humanos en el delta del Níger. La mayoría de la población de la zona depende de su entorno natural para alimentarse y subsistir, especialmente mediante la agricultura y la pesca.
“El Gobierno de Nigeria es consciente de los peligros que entraña la contaminación del petróleo para los derechos humanos, pero no ha tomado medidas que garanticen que no se lesionan esos derechos.
A pesar de la contaminación generalizada de tierras, ríos y arroyos del delta del Níger y de las numerosas denuncias por parte de habitantes de la región, prácticamente no hemos conseguido ningún dato oficial sobre las consecuencias de cualquier aspecto de la contaminación petrolera para los seres humanos en el delta del Níger.”
Amnistía Internacional afirmó que la normativa gubernamental sobre la industria petrolera es del todo insuficiente.
“El Gobierno de Nigeria no cumple con su obligación de respetar y proteger el derecho de la población del delta del Níger a la alimentación, el agua, la salud y a ganarse el sustento –afirmó Audrey Gaughran–. Por su parte, algunas compañías petroleras se han aprovechado de la falta de medidas por parte del Gobierno, mostrando un escandaloso desprecio por las consecuencias de sus actividades para los derechos humanos.”
No obstante, se han observado algunos signos de mejora recientemente. La recién creada Agencia Nacional de Detección y Respuesta a los Vertidos de Petróleo (NOSDRA, por sus siglas en inglés) parece tener un planteamiento más sólido.
“Acogemos con satisfacción el enfoque que NOSDRA parece querer adoptar, más proactivo, si bien para ello se precisan más recursos”, afirmó Audrey Gaughran.
“El Gobierno debe abordar el impacto de la contaminación producida por la industria petrolera en los derechos humanos. Tiene la obligación de proteger a la ciudadanía de los abusos contra sus derechos humanos o los daños que causan las empresas. Y no está cumpliendo con esa obligación.”
La organización de derechos humanos acusó asimismo al Gobierno nigeriano de depositar en la práctica gran parte de la responsabilidad de poner remedio a los abusos contra los derechos humanos en manos de los propios agentes responsables de los abusos: las compañías petroleras. Como consecuencia, a menudo los remedios no son efectivos.
Sin embargo, Amnistía Internacional no atribuye exclusivamente la culpa al Gobierno nigeriano en su informe.
“El hecho de que un Gobierno no proteja los derechos humanos de su población no exime a las empresas de ser responsables de sus actos –afirmó Audrey Gaughran–. Las empresas petroleras como Shell no pueden sin más hacer caso omiso de las consecuencias de sus operaciones sólo porque el Gobierno no las obligue a rendir cuentas.
La norma internacional no es que las empresas puedan actuar impunemente a su antojo; existen normas internacionales que regulan las operaciones de la industria petrolera, y en relación con las repercusiones sociales y medioambientales, que las empresas petroleras del delta del Níger conocen perfectamente.”
“Aunque Shell asegura públicamente que es una empresa social y ecológicamente responsable, sigue causando daños directos a los derechos humanos al no prevenir debidamente y mitigar los efectos de la contaminación y el daño medioambiental en el delta del Níger” afirmó Audrey Gaughran.
Además, Shell y otras empresas no realizan un seguimiento adecuado del impacto de sus operaciones petroleras en los derechos humanos, ni revelan como debieran información al respecto.
Las comunidades que habitan el delta del Níger a menudo no tienen acceso a información fundamental sobre las repercusiones de la industria petrolera en sus vidas, ni siquiera cuando esas operaciones se llevan a cabo en su propia comunidad. Semejante falta de información aviva el miedo y la inseguridad en las comunidades, contribuye a crear conflicto y socava básicamente los derechos humanos.
Amnistía Internacional afirmó que los procesos de limpieza en el delta del Níger no suelen ajustarse a ninguno de los conceptos de buenas prácticas que establecen los expertos; algunas empresas permiten de manera negligente que personal no especializado se encargue de limpiar los vertidos de petróleo, lo que da lugar a que sigan contaminándose la tierra y el agua.
Prácticamente todas las comunidades visitadas por Amnistía Internacional relataron que los arroyos, lagos o ríos habían resultado contaminados por vertidos de petróleo u otros agentes relacionados con él, y a menudo en más de una ocasión, provocando la ira de la comunidad.
Comunidades y grupos armados en el delta del Níger han contribuido asimismo al problema de la contaminación cometiendo destrozos en la infraestructura del petróleo y robando producto. Pero no está claro el alcance del problema.
“El Gobierno nigeriano está desesperado por ver el fin del conflicto en el delta del Níger –manifestó Audrey Gaughran–. Pero la pobreza y el conflicto que siguen azotando la región no tendrán fin hasta que se resuelvan las causas subyacentes, incluidos varios decenios de daños medioambientales y la impunidad por los abusos contra el medio ambiente y los derechos humanos, y hasta que el Gobierno nigeriano reúna la voluntad política suficiente y los medios para hacer frente a las actividades de las empresas petroleras que causan daños generalizados a los derechos humanos.”
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