Con la puesta en marcha de un área de refugio para la protección de la vaquita marina en el Golfo de California en 2007, se habló de que existían 150 ejemplares. Una década después, y tras más de 1,200 millones de pesos invertidos, hay sólo 30 y una alerta encendida ante su próxima extinción.
En esos diez años los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto han implementado sin éxito diversos programas, estrategias e incluso ampliado el área de protección marítima para el único mamífero marino endémico de México.
Apenas el pasado 11 de abril, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) anunció que la suspensión de pesca temporal vigente desde abril de 2015 en el norte del Golfo de California se extendería hasta el próximo 31 de mayo para continuar con las acciones destinadas a la protección de la vaquita marina.
Pero estos dos años en los que se ha mantenido a los pescadores fuera del mar para evitar que las vaquitas queden atrapadas en sus redes y mueran, poco ha servido para la conservación: sólo en el último año hubo una reducción de 50% en el número de vaquitas, pues en 2015 el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita informó de la existencia de 60 ejemplares.
El mismo Comité (CIRVA) alertó desde 2014 que la pesca ilegal de totoaba es la principal amenaza para la especie, pero entre las acciones gubernamentales que han buscado su conservación acabar con esta práctica es la que registra menos avances.
Las vaquitas mueren en las redes para pescar totoaba —también en peligro de extinción y cuya pesca está prohibida desde 1975—, pero la vejiga natatoria o buche de este pez se exporta a China por una falsa creencia de que tiene efectos medicinales y afrodisíacos. Su valor es de 8 mil 500 dólares por kilo de vejiga, lo que implica para los pescadores ganar con pocas jornadas de pesca lo que acumulan en medio año de trabajo.
Según datos de la misma Procuraduría Federal de Protección al Ambiente —a cargo de la inspección y vigilancia para evitar la pesca ilegal—, el número de recorridos y operativos en el Golfo de California para evitarla es el mismo desde hace cinco años, pese a las alertas de que la práctica aumenta.
El número de personas detenidas por esta actividad ilegal disminuyó 65% entre 2015 y 2016; y el presupuesto asignado a las delegaciones de Profepa en Baja California y Sonora —entidades en las que se aplica el operativo de conservación— ha bajado 85% desde 2013, según información de esa instancia entregada tras una solicitud de información pública.
“En octubre y noviembre de 2016, se descubrieron 105 piezas de artes de pesca ilegales o abandonadas (…) Esto demuestra que las actividades de pesca ilegal continúan en niveles alarmantes”, denunció en su último informe el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita.
Miles de millones de pesos invertidos
En 1997 se realizó el primer esfuerzo para estimar con mayor precisión el tamaño de la población de vaquitas en el Alto Golfo de California. En ese entonces se estimó que existían al menos 570 vaquitas.
Diez años después, la vaquita se sumó a las especies de la lista del Programa de Conservación para el Desarrollo Sostenible y en 2008 se creó el Programa de Acción para la Conservación de la Vaquita Marina.
Éste último programa se enfocó en apoyar a los pescadores de la zona en la modificación de sus técnicas de pesca para evitar la captura accidental de la vaquita marina.
Hasta 2010 tuvo un presupuesto anual de 70 millones de pesos. El año siguiente sufrió un recorte de 57% al recibir sólo 30 millones; monto con el que se mantuvo hasta 2013.
En 2014 recibió cuarenta millones pero para el siguiente año el programa desapareció y se transformó en el Programa de Compensación Social por la Suspensión Temporal de Pesca para contribuir a la Conservación de la Vaquita Marina publicado en el Diario Oficial de la Federación en abril de 2015.
Éste último, vigente hasta el 31 de mayo próximo, ya no se enfoca en apoyar a los pescadores de la zona en mejorar sus técnicas de trabajo para evitar que la vaquita quede atrapada de sus redes, si no que los saca del mar y les entrega un apoyo para compensar la falta de actividad económica.
Cuando se anunció la estrategia en 2015 se prometió un presupuesto mínimo de 541 millones de pesos anuales en compensaciones. Según datos de la Cuenta Pública, ese año se ejerció 37% menos: 341 millones 728 mil pesos.
Mientras que en 2016 se registró un gasto de 501 millones 311 mil pesos, según datos entregados vía transparencia por la Semarnat y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
En total, la inversión desde 2010 es de 1,200 millones 167 mil pesos, sumando también lo ejercido durante el primer trimestre de 2017.
Pero en ese periodo, los registros oficiales muestran que la desaparición de vaquitas no paró, al contrario: el número de ejemplares pasó de 150 en 2007 a 97 en 2014, y finalmente 30 al cierre de 2016.
¿Es posible la conservación de la especie?
Ante este escenario, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) anunció el pasado 4 de abril el arranque del Proyecto Vaquita CPR (Conservación, Protección y Recuperación), una medida de emergencia para trasladar a algunos de los ejemplares restantes a un santuario temporal con la esperanza de que puedan reproducirse en un lugar seguro, lejos de los peligros de la pesca.
Según el gobierno federal, este proyecto se financiará con tres millones de dólares aportados por organizaciones civiles internacionales y responde a una de las recomendaciones del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita.
La reproducción de la especie, aún tras la creación de este santuario, enfrentaría tres retos, según el profesor investigador del Instituto de Oceanografía de Scripps, Octavio Aburto: la dificultad de localizar a los ejemplares ya se por aire o vía marítima, el poco estrés que pueden soportar al ser manipuladas y perseguidas, así como la baja diversidad genética que poseen por la reducción de ejemplares.
Se presume que la vaquita puede empezar a reproducirse alrededor de los 6 años. La hembra tiene sólo una cría durante la primavera, probablemente cada dos años o más. El ejemplar más viejo encontrado ha sido una hembra con una edad estimada de 21 años. Es decir, una hembra solo podría tener entre 5 y 7 crías en toda su vida reproductiva.
Además de que esta baja tasa reproductiva es un factor en contra para su reproducción, se estima que menos del 20% de los ejemplares vivos son hembras.
El especialista en Ecología costera considera que la estrategia del gobierno federal sólo se ha enfocado en acciones de corto plazo que no pintan un futuro para la especie mexicana; sostiene que investigadores y expertos alertaron el peligro inminente para la vaquita marina desde 1970, tan sólo 20 años después de haber sido descubierta.
“Desde entonces se fue documentando cómo estos animales tenían una interacción muy fuerte con las pesquerías locales, principalmente en aquel entonces todavía con la pesquería de totoaba”, explica el biólogo marino en entrevista.
Actualmente, Octavio es coordinador del Programa Marino de California, el cual trabaja en comunidades del Alto Golfo para monitorear y obtener datos de las pesquerías.
Se trata de un programa asociado a varias instituciones académicas, incluyendo la Universidad de Baja California Sur, la Universidad de California y la Autónoma de Baja California, entre otras.
Aburto asegura que durante los últimos 10 años las autoridades han desperdiciado miles de millones de pesos en medidas que no atacan el problema de raíz: la dependencia a la pesca y la falta de oportunidades.
“¿Quién ha invertido en trabajo, en economía, en áreas alternativas, incluso en educación? A todos los chavos de 13 o 14 años los están reclutando para la pesca porque no tienen otras opciones”, explica el especialista, para quien los subsidios de fomento a la no pesca sólo han agravado el problema.
Actualmente, la estrategia se enfoca en mantener a los pescadores fuera del mar, pero la pesca ilegal continúa y el número de vaquitas se mantiene a la baja.
Hace tres años expertos internacionales proyectaron que el ritmo de muerte de la vaquita implicaría su desaparición para 2018. A poco tiempo de que se cumpla ese periodo, los múltiples programas gubernamentales no han podido frenar la muerte de las vaquitas.
Fuente: AnimalPolítico