El presidente estadounidense, Donald Trump, podría dar un golpe masivo esta semana al importante acuerdo climático de París.
El presidente estadounidense se reunirá con asesores el martes para explorar si debería retirar a Estados Unidos del acuerdo internacional dirigido a detener el calentamiento global.
Pero algunas fuerzas poderosas —con intereses importantes en juego— están instando a Trump a no abandonar el acuerdo de París de 2015, negociado entre más de 175 naciones.
Sorprendentemente, son las grandes compañías petroleras quienes están apoyando vehementemente el acuerdo climático, uniéndose a otros en el gobierno que incluyen al secretario de Estado, Rex Tillerson, Ivanka Trump y su esposo Jared Kushner.
Específicamente, ExxonMobil, Chevron, Royal Dutch Shell y BP están a favor de que Estados Unidos permanezca en el pacto de París COP21, que el ex presidente Barack Obama calificó como “el momento en que finalmente decidimos salvar nuestro planeta”.
Un portavoz de BP dijo a CNNMoney que “dio la bienvenida al acuerdo de París cuando fue firmado, y seguimos apoyándolo”.
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“Creemos que es posible proporcionar la energía que el mundo necesita y también abordar el desafío climático”, dijo BP.
Chevron dijo a CNNMoney que “apoya continuar con” el acuerdo de París porque “ofrece un primer paso hacia un marco de trabajo global”.
Exxon, la mayor compañía petrolera de Estados Unidos, que Rex Tillerson solía liderar, envió una carta a la Casa Blanca el mes pasado en la que se alababa el acuerdo de París como un “marco de trabajo eficaz para abordar los riesgos del cambio climático”.
Un portavoz de Shell confirmó que el gigante de la energía sigue “fuertemente a favor” del acuerdo de París.
A primera vista, podría parecer sorprendente oír que las grandes petroleras no estén aprovechando el cambiante entorno político para hacer agujeros en un acuerdo que debilita a los combustibles fósiles, como el petróleo crudo.
Después de todo, Trump mismo ha calificado el cambio climático como un “engaño” y ha criticado al COP21 calificándolo como un “mal negocio” para Estados Unidos (Trump dijo más tarde al New York Times que tiene una “mente abierta” sobre el acuerdo).
Pero estas tradicionales compañías de energía tienen un interés financiero en el acuerdo de París. Esto se debe a que las medidas severas del COP21 sobre las emisiones de carbono favorecen al gas natural, que emite mucho menos contaminación que el carbón.
Aunque Exxon, BP y Shell se identifican principalmente como compañías petroleras, en realidad son empresas energéticas diversificadas que dependen en gran medida del gas natural para ganar dinero.
Por ejemplo, el 42% de la producción diaria total de Exxon en el último trimestre fue en gas natural, según FactSet. BP y Shell también dependen del gas natural en una gran parte de su producción.
“Estas empresas ven el gas natural como un área clave de crecimiento para ellos. Simplemente tiene sentido para ellos que esté en la mesa”, dijo Brian Youngberg, analista senior de energía en Edward Jones.
La producción de gas natural se ha disparado en la última década, gracias a la abundancia de gas de esquisto en América del Norte.
Y ahora existe el beneficio adicional de que los gobiernos están tomando medidas severas contra las emisiones de carbono.
La declaración de BP mencionó su compromiso de “reducir las emisiones en el sector de la energía mediante la producción y comercialización de gas natural”.
Y Shell necesita proteger la enorme inversión, de 50,000 millones de dólares, que hizo el año pasado para adquirir a BG Group, un importante productor de gas natural.
Shell presentó un informe en febrero que predice que la demanda de gas natural licuado —el gas natural convertido en líquido para enviarlo donde se necesita— saltará entre 4% y 5% cada año hasta el 2030.
El informe destacó que a los gobiernos les gusta que el gas natural produce la mitad de las emisiones de gases de invernadero que el carbón cuando se quema para producir electricidad.
“Se verá un crecimiento extremo en gas natural licuado”, dijo Youngberg.
El gas natural barato —y no las duras regulaciones ambientales— ha sido la principal causa de la desaparición del carbón. Sin embargo, el mes pasado Trump trató de dar un impulso a la decadente industria del carbón al comenzar a deshacer el Plan de Energía Limpia de Obama, cuyo objetivo era reducir las emisiones de carbono de las empresas eléctricas, una de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero.
Cheniere Energy, una compañía de gas natural, envió el lunes una carta a la Casa Blanca describiendo el acuerdo de París en términos que se ajustarían al eslogan “Estados Unidos Primero”, promovido por el presidente Trump.
El acuerdo de París es un “instrumento útil para fomentar la demanda de los recursos energéticos de Estados Unidos y apoyar el crecimiento continuo de la industria estadounidense”, escribió Cheniere.
Fuente: Expansión