Cuando Al Gore alertó sobre el calentamiento global, muchos lo llamaron alarmista y hasta mentiroso. Hoy, quien no crea que el clima está cambiando de una manera inquietante le falta cerebro o información.
El pasado martes, Gore expuso en México evidencias que están a la mano de todo interesado, sobre el alarmante crecimiento del CO2 en la atmósfera entre 2003 y 2008.
Los 10 años más calientes registrados en la historia de la humanidad se han dado entre 1990 y hoy. El casquete helado del Polo Norte ha reducido su tamaño y grosor considerablemente.
El océano Pacífico se está volviendo más ácido y menos oxigenado. Las catástrofes naturales, según las compañías de seguros, han crecido 10 veces más de lo normal. Inundaciones se suceden una a otra y luego se acompañan de sequía e incendios.
Aun si se hiciera todo lo necesario para detener las emisiones de CO2, se calcula que tan sólo con la “inercia” actual, el mundo tendrá un aumento promedio de tres grados centígrados, lo cual es suficiente para provocar verdaderas calamidades. Pero tú y yo sabemos que no se van a detener las emisiones, por lo que el futuro cercano es muy preocupante.
Las condiciones que permitieron la vida tal y como la conocemos están cambiando muy negativamente por nuestra arrogancia de pensar que el planeta está hecho para nosotros, y no que nosotros fuimos hechos gracias a las condiciones del planeta.
En lo personal estoy muy preocupado porque no creo que se vayan a tomar las medidas necesarias y oportunas para evitar graves problemas. ¿Por qué? Porque en EU se sabía que el huracán Katrina era nivel cinco. Se conocía que iba a golpear a Nueva Orleáns. Y ni siquiera evacuaron a la población.
Entonces, ¿por qué habrá cambios profundos ante posibles fenómenos naturales cuando no se reacciona ante los inminentes?
Creo que el mundo no va a reaccionar con contundencia ante el cambio climático hasta que éste afecte estructuralmente la economía. Esto, muy lentamente, empieza a darse. La lucha en contra de los CFC que abren los agujeros en la capa de ozono ha dado signos positivos. Las nuevas legislaciones en EU para generar empleo produciendo gasolinas “verdes” o mejorar los diseños de las construcciones son pasos en la dirección correcta, pero, por mucho, no son suficientes.
Llegará el día en que el futuro nos alcance. Estemos preparados para cuando eso suceda. Hay que ver la crisis ambiental con ojos de chino. Ver una oportunidad en la crisis. Una oportunidad para cambiar la relación entre el ser humano y el medio ambiente.
Debemos impulsar una economía en la que se haga negocio plantando árboles, no cortándolos. Impulsando una agricultura sustentable, no depredadora, en la que se aprovechen el sol, el viento, el agua y la biomasa para producir energía más que quemando hidrocarburos.
Pero no cambiará la relación del ser humano con la naturaleza, si no cambian las relaciones entre los propios seres humanos. Un mundo desigual provoca sobreexplotación de los recursos naturales.
Lo que nos ofrece la crisis ambiental, para los próximos años, es darle un sentido pleno a nuestra existencia. Participar en la lucha definitiva en favor de la armonía, frente a la ambición individualista dominante.
¿Cómo hacer esto posible? Pensando con el cerebro completo.
¿A qué me refiero? A que el mundo ha sido desarrollado por los humanos con la mitad del cerebro, con la parte masculina, la parte agresiva, competitiva, soberbia. Falta la otra mitad. La parte femenina. La de la crianza, el cuidado, la comunicación.
Sólo tendremos una sociedad armónica y sustentable cuando construyamos un mundo con el cerebro humano completo.