¡La capacidad del ser humano para hacer daño es impresionante! Aunque hay personas nobles que se preocupan por su comunidad, el medio ambiente y por fomentar una sana convivencia, hay otras que dejan mucho que desear.
Existen padres que se desviven por sus hijos y buscan darles las mejores oportunidades para que sean felices y cumplan sus objetivos, sin importar que tengan que enfrentarse al mundo entero. No obstante existen parejas irresponsables que les dan una vida deplorable a sus hijos.
Tan solo en México más de la mitad de los 42 millones de menores de 18 años viven bajo alguna situación de violencia.
Una cifra bastante preocupante porque ningún niño tiene la culpa de la falta de responsabilidad de sus familiares, y muchos menos, deben vivir bajo el mismo techo que una persona violenta o con otro tipo de conflictos que puede poner en riesgo la vida de los demás.
Lamentablemente muchos niños viven bajo este escenario y tienen que soportar los abusos físicos y sexuales ejercidos por sus tutores o padres de familia. Un ejemplo de ello es la historia de John pero afortunadamente el destino o las casualidades de la vida, le tenían preparado algo mejor.
El policía que puso fin a la violencia
John vivía una rutina llena de maltratos y carencias pero un día se atrevió a marcar al 911 para denunciar el abuso que estaba viviendo, sin imaginarse que su vida cambiaría para siempre.
La llamada fue recibida por Jody Thompson, un policía del pueblo de Poteau en Oklahoma, Estados Unidos, que a pesar de que ya había terminado su jornada, decidió atender la denuncia.
Thompson ya había tenido experiencia con casos de violencia infantil, ya que trabajó como investigador de la oficina fiscal de distrito, donde manejó varios casos pero jamás imagino la gravedad de lo que vería al llegar al domicilio de John.
Cuando llegó al domicilio, el policía encontró a John dentro de un cubo de agua fría, temblando, lleno de moretones, con las manos atadas y un gran golpe en la cabeza. En ese momento el pequeño pesaba alrededor de 61 libras.
No tenía ni un solo centímetro de su cuerpo sin moretones o heridas. Fue el peor caso que había visto jamás”, aseguró el agente en una entrevista a medios de comunicación. Cuando lo vi, temblando, solo en aquella casa, y helado hasta en lo más hondo de su cuerpo, supe que el único lugar en el que estaría a salvo sería conmigo, agregó Thompson.
Luego de arroparlo, ambos acudieron al Centro de Defensa de Niños de Oklahoma para abrir su archivo y que los investigadores pudieran tomar fotografías. El policía decidió quedarse toda la noche para acompañar a John.
Posterior a este día, Thompson, quien es padre de otros tres niños, decidió presentar una solicitud para adoptar a John, ya que, y de acuerdo con él, John tenía que estar bajo su cuidado y protección.
Cuando lo vi en aquella casa tiritando y con las manos atadas, tan empapado y confundido, supe en ese momento que la única vez que estaría satisfecho y seguro de que estaba completamente a salvo era si estaba conmigo. Dijo Thompson.
Algunos días más tarde, John fue llevado a la casa del policía, donde fue bien recibido por la familia de Thompson que está integrada por tres pequeños y su esposa, sin embargo, la historia no termina aquí…
Integrando nuevos miembros a la familia
Después de integrar a John a la familia y que de sus progenitores renunciaran a todos sus derechos sobre él, los responsables del departamento de servicios sociales llamaron a Thompson para comentarle que la madre biológica de John había dado luz a un bebé dentro de la prisión.
Sin cuestionarse dos veces, la nueva familia decidió adoptar también a la pequeña:
Jamás me había planteado tener una familia tan grande, pero Dios tenía para mí otros planes. Adoro todo lo que me está pasando, aseguró el policía a medios estadounidenses.
Quizá Thompson jamás imaginó tener una familia tan grande, y mucho menos, encontrarse con un caso tan grave como el de John pero decidió llegar su labor profesional más allá y permitió que su responsabilidad como ser humano, les abriera las puertas a dos pequeños que podrán disfrutar de una mejor calidad de vida.
Este tipo de historias no se ven todos los días. Aunque existen muchas organizaciones e incluso empresas involucradas en acabar con la violencia infantil, si no existe un compromiso real y honesto por parte de las personas, miles de niños seguirán viviendo bajo una situación de violencia y abuso.
Muchos creen que la responsabilidad social solo es algo de las empresas pero la realidad es otra. Este caso, del policía que adoptó al niño que rescató, no debería ser extraordinario, ya que si queremos un mundo mejor, más inclusivo, respetuoso y tolerante, debemos comenzar por cambiar nosotros y entender que este valor empieza por la sociedad y debe lograr extenderse hacia las organizaciones y diferentes compañías.
Qué conmovedora historia! Me gustaría saber de esto más frecuentemente!!!
Gracias, creemos que la responsabilidad en las organizaciones, comienza con la responsabilidad de los individuos.