Recibir educación es un derecho humano universal que, por lo tanto, no puede negarse a ninguna persona, sea cual sea su origen, género, estatus social, creencia religiosa o cualquier otro determinante.
La educación es fundamental porque ofrece una mejor calidad de vida, pues con un buen nivel educativo podemos tener mejores oportunidades laborales y de desarrollo personal. El acceso a la enseñanza también garantiza que conozcamos nuestros derechos y aprendamos a defenderlos.
“Toda persona tiene derecho a la educación, la cual tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”, dice el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la que igualmente se especifica que la instrucción básica debe ser gratuita y obligatoria.
No obstante, hay un gran número de personas en México que, por una u otra razón, tuvieron que abandonar sus estudios de pequeños o ni siquiera pudieron iniciarlos. Pero nunca es tarde para empezar.
Aula Miyana, un programa educativo para los trabajadores de la construcción
En febrero del 2014 en el desarrollo inmobiliario “Miyana” (Ejército Nacional 769), se instaló una aula educativa equipada con computadoras e internet, que busca impulsar el desarrollo integral de sus trabajadores a través de programas educativos, siendo una iniciativa que Fundación Gigante lleva a cabo en alianza con la Fundación Construyendo a México Crecemos I.A.P.
Este proyecto permite que los trabajadores involucrados en la construcción de Miyana continúen y concluyan sus estudios por medio de asesorías que pueden tomar en el mismo lugar donde laboran. Las clases que imparten son:
- Primaria.
- Secundaria.
- Preparatoria.
- Alfabetización.
- Computación.
Los cursos duran aproximadamente dos horas al día y tienen una extensión de dos o tres meses. Esto varía de acuerdo a las necesidades de la persona, no obstante, lo más importante para que terminen su formación es la constancia y la disciplina que le dediquen.
Más de 350 mujeres y hombres han sido beneficiados con este programa educativo hasta el día de hoy, ofreciéndoles un futuro mucho más prometedor y con una nueva perspectiva sobre sí mismos y sus capacidades.
El pasado 13 de julio, otra generación se graduó de Aula Miyana y lo celebraron con todo el reconocimiento que merecen.
“Lo que buscamos es que ustedes tengan las herramientas y los mecanismos para superarse en la vida. No se trata únicamente de saber leer, terminar la primaria o tener un papel o certificado, sino de que sean mejores personas”, fueron las palabras que dirigió a los graduados Roxana Fabris, Presidenta Ejecutiva de Construyendo a México Crecemos I.A.P., quien igualmente los alentó a seguir adelante con su educación.
También estuvieron presentes Juan Manuel Rosas, Director General de Fundación Gigante; María del Carmen Fortes de Losada, Presidenta del Consejo Directivo de Fundación Gigante, y Héctor Ávila, asesor del programa educativo para los trabajadores.
Ellos cumplieron el sueño de terminar sus estudios
Entre nervios y sonrisas, los siete trabajadores que se graduaron recibieron su diploma y certificado; algunos incluso quisieron dar testimonio de cómo este programa los ayudó.
Uno de ellos fue Héctor Manuel Chávez, quien concluyó exitosamente sus estudios a nivel secundaria y recibió su certificado avalado por la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Él se desempeñó como albañil en la construcción de Miyana por dos años y, aunque ahora es maniobrista en otro lugar, agradece el apoyo que en su momento le otorgó el programa educativo para los trabajadores, los asesores y su jefe, quien le dio el tiempo que necesitaba para ir a sus clases.
No fue fácil, puesto que, además de cumplir con todas sus funciones en la obra, Héctor tenía que ser constante con sus asesorías y tareas. “Me iba hasta las ocho o nueve de la noche y vivo un poco lejos, pero no me importó. Tiempo hay mucho”, contó y es ese mismo ánimo el que lo mueve a seguir. “Estoy muy agradecido y quiero seguir estudiando”, añadió y nos comentó que su plan inmediato es estudiar la preparatoria.
Por su parte, Lorenzo Ortiz aprobó la clase de Habilidades Básicas en Informática. “Este curso me ha servido de mucho. Creo que es una herramienta muy importante para el desarrollo de cada uno de nosotros”. Él igualmente agradeció el apoyo de Fundación Gigante e invitó a sus compañeros a continuar aprendiendo.
El antes y el después
Alguien que pudo observar su progreso desde el día uno fue Héctor Ávila, quien, como ya mencionamos, es asesor de este programa educativo para trabajadores desde hace año y medio “Al inicio pueden llegar sin tener idea de lo que están estudiando o desconocen muchos conceptos, pero poco a poco se van descubriendo a ellos mismos”.
Él recuerda cómo muchos de ellos sentían que no progresaban, pero conforme iban acreditando módulos y aprobando exámenes, se daban cuenta de su potencial y capacidad de llevar ese aprendizaje no solo a su vida laboral, sino personal y familiar.
Asimismo, Héctor habló sobre el compromiso que tiene la sociedad y las empresas de generar ambientes solidarios y de respeto, especialmente para combatir el rezago educativo que enfrenta México.
Al respecto de esta situación, remarcó que es esencial que compañías y organizaciones tengan consciencia de este tipo de problemas y creen soluciones para ayudar no únicamente a las personas, sino a sus propios negocios, tal como hace Fundación Gigante. “Debemos poner nuestro granito de arena para construir un mejor mañana para todos”, concluyó.
En un par de meses, la próxima generación del programa educativo para trabajadores en Aula Miyana, iniciará sus estudios, continuando así el círculo virtuoso que Fundación Gigante y Construyendo a México Crecemos empezaron hace tres años.