Probablemente esta definición ya se vislumbraba en las últimas charlas previas a la próxima Cumbre Climática de Copenhague que se realizaron durante los últimos meses, pero la confirmación deja un sabor amargo para el final de 2009: Estados Unidos y China, junto a un grupo de naciones en vías de desarrollo, anunciaron públicamente que sellar un acuerdo vinculante para cortar las emisiones de carbono globales en Copenhague está fuera de alcance.
Básicamente, esto quiere decir que la COP15 será meramente un encuentro retórico en el que no se tomarán decisiones que afecten realmente la situación actual. A lo sumo, se espera un acuerdo político que siente los pasos para un acuerdo global en próximas reuniones.
Uno de los principales problemas que llevaron a este prematuro desenlace -anunciado en la Cumbre de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC)- fue el enfrentamiento entre las naciones en vías de desarrollo y los países desarrollados, que comentamos en el post Complicado panorama para llegar a un acuerdo en Copenhague.
Otro punto en contra fue la incapacidad del Congreso estadounidense para aprobar legislación para cortar emisiones de carbono a nivel nacional. Según Time, esto era un punto crucial para la administración del presidente Barack Obama, que había dejado claro que no firmaría un acuerdo vinculante sin metas de reducción domésticas aprobadas por el Congreso.
Por supuesto, estas declaraciones le bajan el tono deliberadamente a Copenhague, que se perfilaba como el evento ambiental del año. Sin embargo, la menor presión puesta en las reuniones podría provocar que más líderes participen y por lo menos acuerden pasos a seguir para las siguientes reuniones de Bonn y México DF en junio y noviembre de 2010.
El primer ministro de Dinamarca Lars Loekke Rasmussen, que oficiará de anfitrión en la COP15, viajó a APEC para dialogar con los líderes y actualizarlos sobre el estado de las charlas. De acuerdo a Bloomberg, luego del anuncio se mostró aún optimista sobre el avance de las negociaciones y propuso que Copenhague sirva para realizar un documento de 5 a 8 páginas con «lenguaje preciso para un acuerdo político exhaustivo» que luego permita llegar al tratado vinculante.
A pesar del tono positivo, la decisión de EEUU y China deja un sabor amargo. Como dice Time: «Mientras la ciencia sobre cambio climático es cada vez más directa, el sistema político global parece cada vez más incapaz de lidiar con esa realidad».
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