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¿Servirá para algo la cumbre de cambio climático?

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático (COP15) comenzó este lunes en Copenhague, Dinamarca. Es quizás la reunión más importante del planeta, en términos de nuestro futuro común, desde la Segunda Guerra Mundial.

Están presentes unas 15.000 personas de 192 países con el desafío de renovar compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como el CO2, el metano y el óxido nitroso, considerados los causantes del actual cambio climático.

También tiene como objetivo sumar nuevos países como China e India a esta vital tarea. Los únicos países que no participan activamente son Andorra, la Santa Sede, Irak y Somalia, clasificados como observadores, que no son miembros de la Secretaría de la Convención sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (Unfccc, por su sigla en inglés).

El acuerdo vigente sobre reducción de emisiones es el Protocolo de Kioto. Este se firmó en 1997, se ratificó en mayo 2002 y rige desde Febrero 2005 hasta el 2012. Establece un primer período de compromiso de reducción de los GEI en un 5,2% entre los años 2008 y 2012 por debajo de los niveles registrados en 1990.

Una de las características más notorias de este Protocolo es que los Estados Unidos, uno de los países más contaminantes del planeta junto con China, no lo firmó porque el presidente George W Bush argumentó que dañaría la economía de su país.

Los resultados de las emisiones de GEI desde la vigencia del Protocolo de Kioto muestran resultados dispares. Se calcula que entre 1992 y 2007 el planeta aumentó sus emisiones de GEI en un 38%.

En ese mismo intervalo, países como India aumentaron 103%, China 150%, y Estados Unidos 20%. Los países que mejores resultados lograron son principalmente los europeos del norte liderados por Dinamarca -19%, Alemania -17% y el Reino Unido -14% (cifras sin considerar las compensaciones por forestación).

Sin duda, la COP15 puede considerarse un hito histórico en sí mismo, principalmente por el hecho de reunir a los líderes de tantos países con un único objetivo. Si bien los juegos olímpicos también logran este tipo de convocatoria, las conclusiones de esta Cumbre podrían tener un impacto sobre cada uno de nosotros y de nuestros descendientes.

El hecho de que representantes de estos 192 países estén sentados públicamente durante dos semanas para discutir una amenaza en común es positivo y demuestra un nivel de madurez y responsabilidad globales nada despreciables.

Los cuatro ejes. Según Yvo de Boer, Secretario Ejecutivo de la Unfccc, los cuatro puntos esenciales que requieren un acuerdo internacional en Copenhague son:

* La cantidad de emisiones de GEI que los países industrializados están dispuestos a reducir.

* En cuánto están dispuestos a limitar el aumento de emisiones los países en rápido crecimiento como China e India.

* Cómo se va a financiar la ayuda hacia los países en desarrollo para que puedan adaptarse a los impactos del cambio climático y a su vez reducir sus emisiones.

* Cómo se va a administrar dicho dinero

Contaminar menos. Resumiendo, los países industrializados deben mejorar sus esquemas productivos y legislativos para contaminar menos, los países en desarrollo deben crecer más despacio o hacerlo con métodos menos contaminantes, y aquellos con buena situación financiera deben colaborar económicamente con aquellos necesitados de adaptarse al cambio climático y al mismo tiempo, desarrollarse con el menor impacto posible en el ambiente.

De no llegar a un acuerdo entre los países desarrollados y los países en rápido crecimiento, se crearía la excusa perfecta para la inacción. «¿Por qué debemos esforzarnos si total China e India están generando tanto más GEI año a año que mi esfuerzo no va a mover la aguja?», podría ser un razonamiento de países industrializados. El trabajo en equipo así como la confianza en los demás son la clave para alcanzar un renovado acuerdo que garantice un futuro sustentable. Habrá que pensar y actuar en conjunto dejando los egos de lado.

La inquietud que viene tomando cada vez más fuerza se refiere a la veracidad sobre el fenómeno del cambio climático y sobre todo si es antropogénico, es decir, si está provocado por los seres humanos. La semana pasada ocurrió un evento significativo en esta dirección.

Un hacker sacó a la luz numerosos documentos que demostrarían que en realidad el cambio climático antropogénico es prácticamente un fraude. Según los datos expuestos, numerosos científicos se habrían confabulado en lograr que la humanidad acepte que el planeta se está recalentando y que dicho fenómeno es provocado por la actividad humana.

Los escépticos y conspiradores sostienen que el cambio climático es solamente un gran negocio que va a enriquecer a unos pocos a través del intercambio de los famosos bonos de carbono y de grandes negocios inmobiliarios.

Si consideramos que el actual cambio climático se debe a causas naturales como fluctuaciones en la actividad solar totalmente independientes de nuestras acciones desde la era industrial, sería lógico que el concepto de reducir emisiones de GEI careciera de sentido. No habría ningún inconveniente en seguir quemando todos los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) que nos quedan.

En este caso, sin importar nuestras acciones, el permafrost se va a seguir derritiendo, cambiando inevitablemente el clima y la geografía tal como los conocemos. Por tal motivo, podríamos armar una cumbre todos los meses y todo seguiría igual.

Más allá del cambio climático, una de las claves para saber si la cumbre de Copenhague va a servir para algo es evaluar la situación actual del planeta y de sus habitantes y si las decisiones tomadas en ella (aceptando que serán respetadas por las naciones participantes) nos llevarán a un mundo mejor para las actuales y futuras generaciones.

Es útil para esta evaluación utilizar lo que se denomina en inglés triple bottom line o triple línea de resultados de la sustentabilidad. Los tres pilares son: el hombre, el planeta, y la economía. Estos ejes están interrelacionados y por tal motivo, son mutuamente dependientes entre sí.

El resultado para la humanidad es difícil de prever, sobre todo en el corto plazo, dado que todavía las industrias relacionadas con la energía limpia y la construcción sustentable, la costumbre de alimentarse con productos locales y orgánicos, si bien están ganando mercados, todavía tienen un largo trecho por recorrer. Reducir emisiones sin desarrollar estas nuevas industrias y costumbres podría provocar una desactivación temporaria de la economía a nivel global.

Generación de energía. China por ejemplo, es un país que viene instalando más de una central eléctrica semanal basada en la combustión del carbón. Estas centrales son necesarias para alimentar el rápido crecimiento que viene teniendo su industria. Para poder limitar sus emisiones, China deberá optar por frenar su crecimiento o reemplazar este tipo de generación de electricidad por otra más limpia.

Sin embrago, a valores actuales, éstas son sustancialmente más caras y numerosos proyectos se volverían a corto plazo menos rentables. En cambio, si ampliamos el horizonte de análisis, el resultado es a mi criterio claramente positivo. De la combinación del conocimiento, la tecnología y la gestión, saldrán las soluciones para que las futuras generaciones tengan la oportunidad de todavía tener a su disposición recursos necesarios para su subsistencia.

El planeta a su vez, sale ganando por donde lo miremos tanto a corto como a largo plazo. Tanto una desaceleración de la economía como una transición hacia energías más limpias lo beneficiarán. En el primer caso, le daría mas tiempo a adaptase a los cambios provocados por el hombre, y en el segundo caso, la alteración del planeta sería menor, dado que las energías limpias son mas respetuosas del medioambiente.

Finalmente, el resultado para la economía es función del horizonte de análisis y de la voluntad y energía que se invierta inicialmente para generar un cambio. Al igual que para las guerras, el cambio climático se podría utilizar como un reactivador de la economía mediante el desarrollo de las energías «limpias».

A largo plazo, considero que el valor del dinero como lo entendemos hoy será cada vez más relativo. Sin duda, éste tendrá una relación mas directa con los recursos naturales del plantea. Existe un viejo proverbio Indio que dice: «Solamente cuando se haya muerto el último árbol, el último río haya sido envenenado y el ultimo pez haya sido pescado nos daremos cuenta que no se puede comer el dinero»

Mayor conciencia. De lo que estoy convencido es que más allá de los resultados de esta Cumbre, lo que se está logrando es una mayor conciencia sobre el medio ambiente y sobre la influencia de nuestras acciones. Mayor conciencia de que los recursos son limitados y más allá del cambio climático, calentamiento global o crisis climática, se debe cuidar, aprovechar y reaprovechar lo que tenemos.

A través de todo el interés que está provocando, esta Cumbre está llevando a las personas a hacerse preguntas, está ayudando a un despertar de conciencias en el mundo entero. No creo que en ningún otro momento en la historia se haya concentrado tanta energía y atención a nivel global sobre nuestra relación con nuestro entorno.

En mi blog sustentator.org recibo permanentemente preguntas de qué hacer con las pilas, que conviene hacer con las bolsas de supermercado, y si es verdad que sigue consumiendo electricidad el cargador del celular cuando se lo deja enchufado.

Al final, lo que realmente cuenta es la supervivencia del hombre, sus hábitos de comportamiento, y si es que esta cumbre ayuda a despertar más conciencia, sobre la inseparable dependencia entre los seres humanos y el ambiente, sin dudas habrá servido para algo.

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