El manejo incorrecto de las presiones en el trabajo puede predisponerte a sufrir un ataque cardiaco; los expertos recomiendan detectar las fuentes del estrés y procurar evitarlas o solucionarlas.
Agotado y de mal humor, una persona que enfrenta fuertes presiones en el trabajo y vive temeroso de su trato con el jefe tiene más riesgos de morir por una enfermedad del corazón, según investigaciones.
La imposibilidad de enfrentar el maltrato (sobre todo emocional), los conflictos y las discusiones con los superiores, propicia que un empleado tenga «dos veces más posibilidades de sufrir un infarto.
El enojo no resuelto, al no poder encarar a un jefe, resulta perjudicial para la salud», reveló un análisis del Instituto de Investigación del Estrés de la Universidad de Estocolmo, Suecia.
Y no es el único (ni el primer) estudio que remarca esa relación. En Japón, se da un promedio de 30,000 suicidios al año, siendo el estrés una de las principales causas.
Los japoneses sobrepasan las jornadas de trabajo oficiales, que oscilan entre las 40 y 45 horas semanales, de acuerdo con datos del Ministerio de Sanidad de ese país.
A una conclusión similar se está llegando en México, los problemas laborales provocan que un 30% (al menos, no se tiene registro exacto) de los trabajadores presenten síntomas de estrés, indicó el encargado del área de vinculación de la Coordinación de Salud en el Trabajo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Joel Ortega Villalobos.
El manejo inadecuado de ese factor provoca la descarga de sustancias que aceleran la frecuencia cardiaca, modifica la presión arterial y genera un aumento sanguíneo. El descargar esas hormonas por exposición constante al estrés puede precipitar, por ejemplo, un infarto», advirtió Ortega.
El estrés, detalló, es una respuesta orgánica, en la que el cuerpo tiene cambios fisiológicos, libera adrenalina, incrementa la glucosa, retrae los músculos, y libera ácidos gástricos, lo que da origen a problemas como hipertensión y diabetes, entre otros.
Por eso se le identifica como la enfermedad del siglo XXI, y aunque no se le reconoce una «causal directa, sí tiene una participación muy importante como precipitador para que los padecimientos avancen rápido y tengan un desenlace negativo», añadió Ortega Villalobos.
Silencioso y de riesgo
A decir del especialista del IMSS, no se le ha dado su justa magnitud a este tema. «Cuando la persona va a consulta siempre anotamos la enfermedad que motivó la vista, como una colitis, pero pocas veces se anota que es producto del estrés; no vemos de manera ‘fina’ el origen del problema».
Los trabajos con una fuerte carga de estrés, dijo, se distinguen por: demanda excesiva, insatisfacción de necesidades, horarios extensos, sobrecarga laboral, riesgo físico, trabajo a destajo y continua amenaza de perder el empleo.
No obstante las dificultades de salud que ocasiona, sólo España y Colombia lo reconocen como una enfermedad de índole laboral.
En México, desde hace cuatro años, hay una propuesta de la Academia Nacional de Medicina, creada y respaldada por diversas instancias, para actualizar los padecimientos que aparecen en el artículo 513 de la Ley Federal del Trabajo, a fin de incluir enfermedades como el estrés, comentó Ortega.
La ultima actualización «se realizó en 1971, pero los procesos productivos y las demandas en la industria han cambiado, y hay que considerar a éste (mal) como una enfermedad del trabajo».
Ortega no duda en decir que sustentar esta enfermedad con sus respectivas implicaciones no es fácil. Reconocerla implica definir cómo (la empresa) actuará al presentarse la situación: cuánto deberá pagar, si hay que incapacitar a la persona durante un tiempo, o se le aísla de la fuente generadora de estrés. «De ahí que esto no avance fácilmente».
Control en tus manos
Joel Ortega afirmó que en el campo laboral, el estrés se relaciona no sólo con ausentismo, también con las malas relaciones, un clima organizacional negativo, antagonismo y conflicto frecuente, lo que provoca bajo rendimiento y productividad disminuida de los empleados.
El estrés, sin embargo «no es del todo malo, es algo con lo que vivimos, incluso un motivador». Un escenario común: si sé que mi jefe es exigente puedo esmerarme para entregar un reporte mejor hecho. Es una presión que «obliga a adaptarnos a cambios y a esforzarnos para hacer las cosas bien», refirió el director del Instituto de Consejería y Análisis de Temperamento A. C., Víctor Iñigo.
El problema surge cuando se cruza ciertos límites; «hay una línea en donde ese factor deja de ser positivo y empieza a ser algo que obstaculiza», aseveró.
Esa ‘frontera’ es diferente para cada uno. Hay quien se estresa demasiado por el tráfico y otros porque el jefe les pregunta la hora.
La preocupación verdadera surge cuando ese tipo de situaciones hacen que la persona empiece a presentar ciertos hábitos y, a la vez, síntomas que terminen en una enfermedad, explicó Iñigo, quien también sugirió algunas estrategias para manejar, acertadamente, el estrés:
– Enfócate en identificar qué cuestiones te producen malestar, tensión. Si «uno busca en aquello que hace fortalecer la autoestima, ahí puede encontrar algunas fuentes de estrés».
– Ubica, además de la causa que originó ese estado, cuál es la relación que eso guarda con tu temperamento y percepciones, y con base en ello analiza porque actúas o respondes a la situación de tal forma.
Ejemplo: te gusta la perfección y hay una necesidad de reconocimiento, por tanto un comentario (no positivo) a tu trabajo hace que te alteres.
-Si la demanda que se vive en ese momento rebasa tu capacidad de respuesta, viene una «descarga» que produce respuestas en el cuerpo (enfermedades). Por ello, es importante que sepas el vínculo entre la fuente de estrés y tu tipo de personalidad. Si conoces esa dinámica y cuáles son las respuestas puedes manejar la situación en forma más adecuada.
– Cabe señalar que el estrés siempre está «ahí». Hay personas que con su conducta generan tensión a veces sin querer hacerlo; así es su personalidad y cumple sus necesidades. La clave está en que te desvincules de ello y no te enganches en esa situación.
Así como la persona se hace chequeos médicos, tiene que invertir en averiguar qué situaciones lo llevan a una situación con la que no está a gusto (y generan estrés), actuar sobre ello y fomentar un estado donde se sienta más equilibrada, puntualizó Víctor Iñigo
Puede ser difícil, pero ya sabes lo que dicen «el que se enoja pierde».
¿podríamos considerar el disminuir niveles de estrés como una medida de responsabilidad social dentro de la empresa? y, ¿qué tanto creen que enfocarnos en cuestiones internas de las personas es más relevante que darles «cosas» a pesar de que no es algo tangible?
Yo creo que nos hemos dedicado a satisfacer las necesidades de las personas de bajos recursos (alimento, vestido, casa, trabajo) pero nos hemos olvidado de darles los recursos internos y las herramientas para que hagan frente por ellos mismos a esas necesidades y al estrés, el cual es una reacción de la persona ante una carencia o exigencia del ambiente.
Ojalá se siga promoviendo ésta toma de conciencia en cuanto a la importancia de la personalidad y los recursos con los que cuenta la persona para alcanzar la calidad de vida y la salud.