Al llegar a la adolescencia el cuerpo humano sufre cientos de cambios que lo transforman de manera substancial, entre los 9 y los 13 años el cerebro adquiere nuevas conexiones que los sofistican, haciendo que los niños comiencen a ser capaces de generar pensamientos abstractos y un nuevo nivel de razonamiento y reacción ante los estímulos y las conductas sociales, estos cambios le permiten a los jóvenes explorar su individualidad y los pone a la búsqueda de un rol en la sociedad.
Esta etapa es una de las más complejas de la vida, pues la gran mayoría de los adolescentes comienzan a tener conductas que pueden ser consideradas ilícitas, algunas pueden pasar a un nivel mayor, ya que pueden ser influenciadas por el contexto económico y sociocultural de cada persona. Sin embargo, una investigación publicada por la organización Nature Human Behaviour estima que a nivel mundial hasta un 90% de los jóvenes de entre 11 y 18 años han cometido algún acto ilegal.
Al respecto Jimena Cándano, directora general de Fundación Reintegra, institución que desde hace más de tres décadas trabaja con adolescentes en conflicto con la ley y temas relacionados con la prevención del delito, comentó sobre la importancia de no criminalizar a la juventud. “Muchos jóvenes tienen ciertas conductas tan normalizadas que ni siquiera piensan en ellas como delito, comprar piratería, consumir drogas, tomar algo sin pagarlo es ilícito, deben saber que no cumplir la ley genera consecuencias, pero debemos de dejar de lado la cultura del castigo y adoptar una perspectiva de orientación que permita recuperar mexicanos que pueden ser valiosos para el futuro”.
La citada investigación también sostiene que la mayoría de los jóvenes al avanzar en edad se alejarán solos de las conductas ilícitas, incitados por las parejas, amistades, niveles avanzados de estudio, trabajos o simplemente la madurez adquirida al volverse adultos. No obstante, resulta primordial generar modelos que permitan prevenir el delito y asegurar la separación de los adolescentes de las actividades ilegales.
En ese aspecto, Reintegra ha implementado programas de prevención, mediante un espacio ubicado en la colonia Guerrero al centro de la Ciudad de México, una zona históricamente rodeada por altos niveles de delincuencia, donde muchas veces el delito se ve como una actividad normalizada. “En ocasiones la sociedad busca justicia y no venganza, en Reintegra sostenemos que no existe victimario que en algún momento no haya sido víctima, aplicar medidas de hacinamiento a jóvenes que son primo delincuentes o no cometieron delitos graves, puede resultar contraproducente, ya que en encierro pueden adquirir conocimientos delictuosos y si a esto le sumamos la falta de oportunidades que existen para alguien que egrese de alguna centro de reinserción, de alguna forma los orillamos a continuar con una carrera delictiva”. Agregó, Cándano.
De esta forma, mediante enfoques no punitivos, puede conseguirse con mayor éxito que los jóvenes abandonen el comportamiento antisocial, Fundación Reintegra es una prueba de esto, ya que desde el 2003 mantienen una tasa sostenida de éxito que indica que el 96% de sus beneficiarios no vuelven a delinquir.
Comunicado de prensa.