El café es una de las bebidas favoritas tanto de los mexicanos como los habitantes de todo el mundo. Vivir sin café podría significar disminuir la calidad de vida para ellos,- aunque suene exagerado-.
La extinción del café podría ser una realidad en las próximas décadas, ya que las especies silvestres de éste podrían desaparecer; algunas de ellas sobreviven con tres o cuatro plantas, sin embargo, de otras ya no se sabe de ella desde hace más de casi un siglo.
Entre las especies amenazadas se encuentra la Coffea arabica, de la que proceden la mayor parte de las variedades cultivadas. Aunque solo tres especies tienen hoy interés comercial, la extinción de solo una de las demás amenaza el futuro tanto del café silvestre como el cultivado.
El café está en peligro de extinción
De acuerdo con algunos datos de El País, casi el 100% de los 10 millones de toneladas de café en grano que se van a cosechar esta temporada son arábica o robusta (Coffea robusta). Hay una tercera especie (Coffea liberica) que se consume en diversas partes de África, pero su principal valor en el cultivo del cafeto es como injerto en el rizoma de las otras dos especies. En la naturaleza, sin embargo, hay mucho más café. Que se sepa, existen al menos 124 especies silvestres de Coffea. Y la mayoría no son originarias de las tierras húmedas de Etiopía. Las hay en Sierra Leona, en el extremo occidental del continente africano, hasta en el estado de Queensland, al este de Australia.
Cabe mencionar que algunos de los investigadores dicen que de las 124 especies, 75 están amenazadas (el 60%), según los criterios establecidos por la Lista Roja Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Este porcentaje incrementa al 70% si se descuenta del total la casi veintena de especies de las que no hay datos fiables. De 14 no hay información reciente, en buena medida debido a las guerras que han impedido su estudio.
De algunas, hace más de un siglo de las que no se tienen noticias y de cinco, todas asiáticas, solo hay pruebas en los herbarios occidentales. Del total, 13 están en peligro crítico de extinción y solo 35 han sido catalogadas como no amenazadas. Aunque el riesgo se da en todo la distribución geográfica del café silvestre, el drama se concentra en Madagascar, con 43 especies amenazadas, Tanzania, con 12, y Camerún, con siete.
Según e el responsable de la investigación del café en Kew principal autor del estudio, Aaron Davis, «entre las especies amenazadas de extinción están aquellas con potencial para ser usadas en el cultivo y desarrollo de los cafés del futuro»
«El aprovechamiento y desarrollo de los recursos del café silvestre podrían ser determinantes para la sostenibilidad a largo plazo del café».
Los investigadores clasificaron las especies en tres grupos según su actual y previsible relevancia futura para el cultivo comercial del café.
La principal especie amenazada, del primer grupo, es la arabica, sobre la que se basa el cultivo del café. Del segundo grupo, hay otras 23 especies en peligro. Y del resto, otras 51 especies. Para comprender el alcance de estas cifras y porcentajes, se pueden comparar con el estado general de la conservación de las plantas. Mientras que en el conjunto del reino vegetal, solo el 22% de las especies están amenazadas, lo están casi tres de cada cuatro cafeteras.
«En el café el tema es crítico. Solo hay dos especies que se usan comercialmente y de estas se utiliza solo una pequeña parte de la variablidad genética», recuerda el director del Centro Nacional de Investigaciones de Café de Colombia (Cenicafe), Álvaro León Gaitán, no relacionado con este estudio.
«El problema es que en la medida en que cambian las condiciones de cultivo, toca cambiar las plantas y la poca diversidad genética utilizada en las variedades comerciales no da para seleccionar nuevos tipos de plantas», añade. De ahí la importancia de las especies silvestres, que pueden tener genes con respuestas a estos problemas.
«Sin embargo, en el caso de arábica, se han degradado los bosques naturales de Etiopía y Sudán del Sur donde se originó la especie, por lo que se debe recurrir a las colecciones de germoplasma que se recolectaron en los años 60».