Las ciudades intermedias son urbes que crean puentes con conexiones importantes entre zonas rurales y urbanas, con ello la población rural tiene una mayor oportunidad de acceder a instalaciones básicas tales como escuelas, hospitales, mercados; así como empleos, electricidad, servicios de tecnología, transporte, entre otros.
Según el estudio realizado por la Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles, se calcula que en América Latina y el Caribe hay cerca de 645 ciudades de entre 500 mil hasta 2 millones de habitantes en las que viven 205 millones de personas, casi 4 de cada 10 habitantes de la región.
Se trata de una condición favorable en la contribución de reducción de emisiones contaminantes y calidad de vida.
Ciudades Intermedias, clave para agenda 2030
Las ciudades intermedias son clave para vivir mejor. Son ciudades con diferentes funciones que forman un complemento, por el contrario de una competencia.
En las ciudades intermedias es importante la constricción de modelos de gestión y de vida que respondan a los retos identificados en las grandes ciudades. De acuerdo con El País, la promoción del desarrollo económico local, el anclaje cultural del desarrollo y la responsabilidad sobre el medio ambiente con el ámbito rural como aliado indispensable son claves para que los ciudadanos vivan bien y para que los territorios se desarrollen integralmente.
La mayoría de los países tiene un firme compromiso con la Agenda 2030 o la también llamada Agenda de Naciones Unidas para el 2030. Se trata de un documento que diseña la ruta para no «dejar a nadie atrás» o «algún terreno atrás».
Es por ello que es de vital importancia establecer un diálogo que acabe con la dualidad rural/urbana y que se reconozca la fuerza de la identidad, la cultura y la diversidad de las ciudades intermedias.
«El poder que las ciudades revindicamos es uno colectivo construido por el saber y la dedicación de nuestros vecinos. Valorando el pasado pero fomentando la creatividad y la transformación. Comprendiendo la fusión cultural, el buen vivir y el diálogo como clave para la paz y garantía de nuestros valores democráticos.»
Un ejemplo de una ciudad intermedia es Cuba, un país que tiene una población que supera los 11 millones de habitantes y su tasa de urbanización es del 77%. La mayor parte de la población cubana vive fuera del área metropolitana de la Habana (25%), asentándose en ciudades intermedias (34%) y pequeñas (41%) situadas en el corredor interior La Habana- Santiago.
En 2002, estas ciudades han tenido un papel fundamental dentro de la economía de dicho país, principalmente en el refuerzo de la capacidad productiva del territorio agrícola, ya que poblaciones como Santiago de Cuba, Camagüey o Sancti han crecido en más de 730.000 habitantes mientras que La Habana, ha perdido alrededor de 100.000. Ciertas ciudades de la geografía cubana se han convertido en puntos estratégicos y nodos de conexión tanto a nivel social y productivo, no sólo limitándose a abastecer a la población local sino a toda la región, fortaleciendo aún más el vínculo urbano-rural.
Los crecimientos de las ciudades intermedias son un gran reto en términos de capacidad institucional, movilidad, planificación urbana, vivienda, resiliencia frente al cambio climático y desastres naturales.
Cabe mencionar que la densidad poblacional de las ciudades intermedias favorecen el control de su territorio pero sobre todo, poseen condiciones para potenciar la calidad de vida.
En términos generales, por su localización tienen la capacidad de intermediar, conectarse y vincularse con otros territorios urbanos y rurales cercanos.