Para fortuna de todos, cada vez resultan menos extraños algunos términos que siempre han existido y parecían temas muy diversos entre sí. La familia como principio de la sociedad, su responsabilidad para interactuar en ese núcleo y el aprovechamiento equilibrado del medio que le rodea.
A los cambios surgidos en los últimos años en el seno de la familia tradicional, agudizados por la crisis actual de valores entre cuyos componentes se encuentra la deficiente educación académica y la falta de aspiraciones personales y horizontes ocupacionales, hay que añadir el desencanto y la apatía que aumenta en muchos jóvenes ya catalogados como la generación de los “nini”, porque ni estudian ni trabajan. Su panorama deprimente no les permite pensar en integrarse a la sociedad que lucha cada día en busca de la sustentabilidad.
Este fenómeno no es nuevo ya que en todas las generaciones ha existido, pero en la medida en que la población aumenta, igual es más notorio y será más difícil su solución. Como siempre, surgen los foros para analizar los factores responsables, y hacer en torno a ellos una serie de especulaciones estadísticas. La única salida coherente está en que ellos mismos son la solución, pero en el momento que decidan cambiar su actitud y asimilar que el tesoro de capacidades que prefieren tener enterrado, lo compartan con quienes los necesitan: su familia y su país.
La respuesta va más atrás, inicia al retomar el concepto del moderno desarrollo sustentable que requiere la sinergia de la educación, la economía y la política, de la mano con la ecología, porque en la medida en que nuestra casa común sea habitable los otros factores se desarrollarán equilibradamente. Sin embargo, la realidad es que apenas estamos tomando el camino en su búsqueda; la situación mundial, con sorpresas diarias, es el mejor catálogo.
Existen antecedentes históricos del interés grupal para enfrentar sus problemas, necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales con esfuerzos en común. En 1844 aparecen en Inglaterra los Pioneros de Rochdale cuyos objetivos iban desde fortalecer a la familia, manufacturar productos, crear fuentes de trabajo con salarios justos, hasta alcanzar una comunidad que tuviera garantizada la educación, la producción, la distribución y la utilidad para beneficio de sus integrantes.
Como referencia obligada a la evolución histórica de las auténticas prácticas cooperativas, enfatizan la participación de personas o familias responsables que participan en un proyecto de producción industrial, agropecuario, forestal o de servicios dentro de un marco ético con calidad, cantidad, medida y precios justos además de los otros rubros como gastos, contabilidad, etc., siendo su joya de la corona el interés por la comunidad y su beneficio.
Es clara la interacción de cada uno de los participantes que aportando su particular compromiso sientan la base con sus valores y principios cooperativos de la moderna responsabilidad social empresarial.
Ante el gran reto de la insuficiencia alimentaria, avance de la pobreza y falta de empleos, entre tantos esquemas propuestos para abatir la creciente problemática destaca el apoyo con microcréditos a las clases más desprotegidas, ya sea en especie incluyendo la mano de obra de los beneficiarios cuando el proyecto lo requiere, o en efectivo. La respuesta ha sido excepcional porque han asumido el compromiso con gran responsabilidad sobre todo por parte de las mujeres que cada vez en mayor número son el sostén de los hogares. Han sabido corresponder a la confianza depositada en ellas.
También han aumentado los pequeños artesanos, productores agrícolas de traspatio y de muchos otros artículos que solos o agrupados cumplen con su parte de responsabilidad y exigencias que ellos mismos se han marcado para tener éxito.
Están convencidos de las ventajas del aprovechamiento de los recursos naturales, sobre todo los no renovables. Conocen la importancia de la competitividad como camino a reducir la pobreza iniciando con el autoempleo y con el pensamiento claro de ser una forma segura de desarrollo. Saben que como parte de la cadena productiva, no obstante que sean pequeños productores, son factores decisivos en la economía y que hay algo más allá de únicamente cumplir la ley: su compromiso personal, social y ambiental.
Con más frecuencia, sean pequeños o grandes productores, se plantean la necesidad de un mejor aprovechamiento de recursos naturales, empleo de energías alternativas, prevención y protección ante desastres naturales, disminución de gases de efecto invernadero, programas de integración social, equidad, asistencia, cultura y todo aquello que permita una mejor convivencia y armonía.
La forma: el ideal de una humanidad más equitativa basado en el esfuerzo propio y la ayuda mutua con el fin de alcanzar metas movidos por la fuerza de voluntad, responsabilidad y compromiso moral.
El fondo: la integración del zoon politykon a la sociedad y al medio que le rodea, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.