La inversión responsable es una moda en auge que sigue sin conocer techo. Cada vez son más los que se apuntan a esta tendencia, aunque a menudo sin tener claro en qué consiste. La variedad de carteras que pueden alojarse bajo las repetidas siglas ISR hace que analizar al detalle los fondos que usan esta etiqueta sea determinante.
En muchos casos, los inversores buscan para sus carteras fondos ISR con el objetivo de dotarlas de un perfil más ‘verde’ o sostenible. Sin embargo, no siempre los vehículos así etiquetados responden a esta definición, pues las siglas en cuestión tan solo quieren decir inversión socialmente responsable. Un concepto que puede abarcar desde criterios de sostenibilidad ecológica hasta la simple exclusión de algunos valores por motivos éticos y que complica la tarea de acertar con las decisiones de inversión en la materia cuando se quiere lograr un impacto específico con la propia cartera más allá de sumarse a la moda de darle un barniz sostenible.
Mientras la Comisión Europea ultima un reglamento comunitario que deje bien claro en qué ha de consistir cada una de las etiquetas vinculadas con la inversión responsable para su aplicación en todos los países miembros, las gestoras siguen teniendo libre albedrío en la materia. Tanto como para que un mismo concepto pueda llegar a significar cosas muy diferentes a la hora de componer cartera.
Un documento oficial de Inverco, la patronal española del sector, lo deja claro. “Cada inversor/gestora tiene sus propios criterios medioambientales, sociales y/o de gobierno corporativo, por lo tanto, cada institución de inversión colectiva tendrá su propio ideario de ISR, que no tiene porqué ser coincidente con el resto de instituciones”. Por si esto fuera poco, la organización recalca que “no existe una definición ISR universalmente aceptada”, lo que puede llevar aún más al equívoco entre la comunidad inversora. Y eso a pesar del establecimiento por parte de colectivos supranacionales de programas como los Objetivos de Desarollo (ODS) y la Agenda 2030 de la ONU.
Responsable, sostenible o solidario
Ante esta situación, los asesores aconsejan acudir directamente al folleto de cada fondo de inversión. Allí, habrá que consultar qué entiende por ISR, de qué manera persigue estos objetivos y cómo influye esto en su política de inversiones. En este sentido, los más numerosos y voluminosos por haber sido los primeros en aparecer son aquellos que aplican criterios de exclusión sobre ciertos sectores en bloque, sin entrar en más valoraciones o la búsqueda de impactos positivos adicionales de la inversión.
Este es el caso del fondo ISR más popular de EEUU, que apenas se limita a evitar alcohol y tabaco en su cartera y acumula más de 100.000 millones de dólares bajo gestión, según destaca el portal especializado FactSet. Son los conocidos como ‘fondos de la virtud’, que han ido excluyendo de su universo de inversión negocios que se consideran dañinos para la persona, y más recientemente para el medio ambiente o el buen gobierno empresarial, pero sin aplicar criterios positivos que premien el peso de otras actividades por hacer justamente lo contrario.
«Cada gestora tiene sus propios criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo que no tiene porqué coincidir con el resto de instituciones»
Los fondos que dan este paso de un filtro positivo de selección de activos son los que en un primer momento se conocieron como fondos éticos. Un grupo en el que también podrían entrar los vehículos de inversión que siguen los preceptos de una religión y sobreponderan en cartera aquellas actividades o sectores más acordes con su idea de cómo debería ser y funcionar la sociedad, la economía y el mundo.
Especialmente en este punto, conviene diferenciar entre un fondo ético de uno de carácter solidario. En esta etiqueta sí que existe un mayor consenso dentro de la industria y se reserva para aquellos vehículos que ceden al menos una parte de sus comisiones de gestión a entidades benéficas o no gubernamentales. Una práctica que, si bien es más común dentro de los vehículos con un enfoque responsable, no está necesariamente circunscrita a estos.
Dentro del grupo de fondos con perfil ético es donde entran en juego los criterios ASG, o ESG si el folleto sigue la terminología inglesa. En estos, recogidos en el pertinente folleto informativo, se desgrana la vocación de impacto positivo ambiental, social y de gobernanza que tiene cada fondo o familia de fondos en concreto. Si un fondo es ‘verde’, es en el desglose de estos conceptos en dónde debe detallar su vocación con la sostenibilidad medioambiental, la penalización de conductas contaminantes o el premio a la implementación de políticas de financiación ecológica, entre otros posibles factores.
El rating como primera orientación
En Spainsif, la plataforma española de referencia en materia de inversión sostenible y responsable en España, recuerdan que el catálogo de fondos españoles bajo la etiqueta ISR es más que variado y variopinto. Para dotar de mayor transparencia al listado, la organización se apoya en las escalas de rating ASG que otorgan MSCI y Morningstar, que sin embargo advierte de que “no deberían usarse como forma de planificar una inversión sostenible y responsable”, sino como una primera guía aproximativa antes de bucear -solo o de la mano de un asesor- en el folleto de cada vehículo en cuestión. Estas dos no son las únicas que en los últimos tiempos se han lanzado a medir la sostenibilidad real de una cartera de inversión, un fondo o hasta una emisión de deuda corporativa.
Desde la firma especializada Morningstar se explica que el objetivo de su rating sostenibilidad no es otro que medir la aplicación de criterios ISR y su impacto en la evolución de la rentabilidad. De este modo, se persigue poner en evidencia cuáles son los mejores de la clase en un contexto en el que cada vez más inversores muestran su interés por el tema, pero “solo alrededor del 2% del universo de fondos a nivel mundial” emplea la amplia etiqueta de la inversión responsable como reclamo.
«Solo alrededor del 2% del universo de fondos a nivel mundial emplea la etiqueta de la inversión responsable como reclamo en sus múltiples vertientes»
Una escasez de oferta que poco a poco se va supliendo con el lanzamiento de nuevos fondos responsables especializados en diferentes tipos de activos, geografías, sectores o estrategias de inversión. Así ha venido ocurriendo en los últimos meses en el caso del mercado español, donde esta tendencia se ha visto favorecida por la ausencia de alternativas rentables a la inversión en bolsa y el número creciente de focos de incertidumbre que amenazan los mercados.
Este clima de incertidumbres ha calado más hondo en el ánimo de los inversores europeos, que se han entregado a esta moda de la inversión responsable como seguro para sus carteras con más frenesí que sus colegas estadounidenses. Una dicotomía que varios gestores achacan a la repetida debilidad de muchas referencias macroeconómicas de calado a esta orilla del Atlántico frente a la mayor solidez de EEUU, donde los índices bursátiles de referencia siguen, además, en una zona de máximos históricos que ya se les queda lejos a los selectivos del Viejo Continente.
Fuente: Invertia