La primera exposición del Diseño del Tercer Reich está causando mucha polémica: muchos consideran que glorifica al nazismo.
La expo se está presentando en el Museo de Diseño de Bosch ubicado en Holanda; Timo de Rijk. El director de este lugar dice que la decisión de presentarla se basa en el interés y ambición de enriquecer la cultura.
“Estaban interesados en todo tipo de ideas que les ayudarán a presentarse, la propaganda, la arquitectura. Sabíamos que era un tema delicado, pero somos un museo y tratamos cuestiones de la Historia con una visión apropiada. Lo interesante es que nos dimos cuenta de que robaron y se apropiaron de todo”, añade.
La expo «diseño nazi» contiene carteles, trajes, banderas con esvásticas, imágenes de Hitler tomadas por su fotógrafo Heinrich Hoffmann, uniformes, cascos, vajillas de cerámica, muebles, documentos sobre técnicas de propaganda, pinturas y hasta un Volkswagen Beetle, el famoso “escarabajo” que lleva el sello de Hitler.
Al iniciar el recorrido, se puede encontrar la figura de bronce Der Wager, elaborada por Arno Brejer, el escultor favorito de Hitler.
Dicha obra fue creada como parte de un grupo de cinco estatuas para decorar el edificio de la entonces Cancillería de Berlín. La pieza refleja la cultura griega y romana con la que los nazis querían asociarse.
Unos pasos más adelante, hay un cuadro pintado en 1938 por el artista Hans Schmitz-Wiedenbrueck, este trabajo se llama: Retrato de una Familia, una obra concebida como propaganda de los puntos de vista nacionalsocialistas sobre la pureza de la raza y la cultura popular, pues ilustra el ideal nazi de una familia blanca con muchos hijos.
Según la agencia de noticias EFE, en la exposición también se puede apreciar una pintura, que fue la apertura de Alemania en la Bienal de Venecia en 1940, la cual destaca el gusto de los nazis por el agricultor ario aparentemente “auténtico”, con raíces rurales, y que lleva una vida considerada simple, algo que se refleja en el cuadro con el mobiliario modesto, flores silvestres y una jarra de cerveza alemana.
Los carteles son lo que más hay dentro de la exposición. En cada uno de ellos se puede ver el racismo y el antisemitismo que se quería transmitir con ellos. Los carteles fueron utilizados para clasificar a las personas en razas, dependiendo de su apariencia física: “Pretendían mostrar que los judíos y eslavos eran inferiores a los alemanes en apariencia, carácter, salud física y cultura”, explica el museo holandés.
En otra sala llena de vitrinas se pueden apreciar copias del libro más famoso de Hitler: Meijn Kampf (Mi Lucha, escrito por Hitler), entre ellas había una edición en braille, que después ya no se utilizó debido a que para los nazis ya no había lugar en la sociedad para aquellas personas con discapacidad.
En las paredes, el museo decidió colocar símbolos que los nazis usaron para identificar a los diferentes grupos de prisioneros recluidos en sus campos de concentración: un triángulo verde para los delincuentes, marrón para los gitanos, rojo para los presos políticos, rosa para homosexuales, y los judíos recibieron uno amarillo o una estrella.
Esta exposición ha tenido varias críticas, entre ellas la del Movimiento Comunista de la Juventud de los Países Bajos (CJB) y los excombatientes de la resistencia holandeses antifascistas (AFVN) quienes han llevado a cabo concentraciones frente al museo para protestar contra la iniciativa, denunciando que “glorifica el nazismo”.
Ante estas declaraciones por parte del movimiento, un grupo de extrema derecha se acercó para respaldar la exposición, lo que se vio por los opositores como una confirmación de sus temores de que se “legitima” la ideología nazi.
La incomodidad frente a la exposición también ha sido reflejada en las redes sociales, y ello ha causado que el museo refuerce su seguridad por temor a disturbios, contratando el triple de personal de vigilancia, y ha prohibido sacar fotos a las piezas expuestas.