La mayoría de los consumidores cree que sus elecciones pueden marcar la diferencia en los resultados ambientales, y casi dos tercios están dispuestos a abandonar los productos y las marcas que se consideran perjudiciales para el medio ambiente.
Esa es la conclusión principal de una encuesta mundial a más de 15,000 personas de 11 países de Europa, Asia Pacífico y América del Norte, a quienes se les pidió su opinión sobre sus hábitos de compra en relación con el medio ambiente durante la segunda mitad de 2019.
Los hallazgos, descritos en un informe de la compañía de servicios financieros ING esta semana, ofrecen un análisis detallado dónde los consumidores ya están participando en actividades de economía circular, y su apetito por nuevos modelos de productos y servicios que frenen los impactos ambientales y el uso de recursos, con un particular centrarse en los sectores de la moda, la alimentación y la electrónica.
Realidades de los consumidores
Aunque el 61 por ciento dijo que estaría menos dispuesto a comprar un producto de una empresa si descubriera que funciona mal en las prácticas ambientales, aún es probable que se comprometan con el modelo de producción lineal «tomar, hacer y desperdiciar» para bienes de consumo a menos que las empresas les facilitan la transición a un estilo de vida más circular.
El análisis de las respuestas de la encuesta sugiere que esta contradicción podría provenir de una falta de comprensión de los modelos emergentes de economía circular que mejoran la eficiencia de los recursos y minimizan los niveles de desechos.
Por ejemplo, solo el 21 por ciento piensa que las empresas de la industria electrónica proporcionan información detallada sobre el impacto ambiental general de los productos; El 41 por ciento no sabe dónde acceder a los servicios de reparación; el 71 por ciento no tiene conocimiento de las plataformas para compartir dispositivos; y el 39 por ciento no puede distinguir entre plásticos reciclables y no reciclables.
Los consumidores también carecen de la confianza para seguir prácticas más circulares, con un 48 por ciento que no repara la ropa debido a la creencia de que necesitan habilidades adicionales para hacerlo.
La necesidad de asegurar a los clientes que los flujos circulares de recursos no comprometen la calidad del producto también se considera clave. Por ejemplo, alrededor del 42 por ciento de las personas dijeron que no arrendarían dispositivos electrónicos debido a temores de seguridad de datos.
El esfuerzo adicional percibido requerido por los modelos circulares también es desalentador para los consumidores. Más del 40 por ciento piensa que alquilar ropa requeriría mucho más esfuerzo, y el 36 por ciento dice que el tiempo es una barrera para reparar dispositivos electrónicos.
Del mismo modo, el precio sigue siendo un factor para muchos consumidores, con un 54 por ciento que dice que aún eligen artículos de bajo costo y de moda rápida en lugar de artículos más caros y duraderos.
El informe divide a los consumidores en tres grandes grupos: ‘campeones circulares’, ‘simpatizantes circulares’ y ‘no involucrados’, e identifica las diferentes decisiones de compra, comportamientos y motivaciones de cada uno.
Las empresas que comprenden a fondo las diferencias en las motivaciones de cada segmento de consumidores pueden obtener información valiosa sobre cómo hacer la transición a modelos de negocios circulares y al mismo tiempo involucrar a aquellas cuyas decisiones de compra no se basan en factores ambientales, concluyó el informe.