En estos días de cambio acelerado, motivado por la aparición y propagación del nuevo coronavirus COVID-19, tanto personas como organizaciones de la mayoría de países enfrentan una incertidumbre que pocos, por no decir nadie, tenían idea de su magnitud hace apenas un mes.
Estimaciones de crecimiento económico positivo han pasado a negativo en tan solo un par de semanas, y quienes pronosticaban en febrero una creación de empleos, ahora hablan de recortes y pérdida de los mismos, sobre todo en aquellos sectores sensibles al consumo de bienes duraderos, del turismo, la construcción, por citar algunos relacionados a las actividades empresariales, que son la base de la economía.
Y en este contexto, ¿qué pasa con las más de 17,000 organizaciones sin fines de lucro que existen en el país relacionadas a brindar servicios sociales, de salud, de actividades de enseñanza e investigación, de desarrollo y vivienda y de promoción a la cultura, y que dicho sea de paso, también son fuente de empleo y el canal de movilización de trabajo voluntario de miles de mexicanos?
Las organizaciones de la sociedad civil y su vulnerabilidad económica en tiempos del COVID-19
La gran mayoría de las organizaciones de la sociedad civil, que en definición son organizaciones que brindan servicios de asistencia o desarrollo a personas en situación de vulnerabilidad, marginación o exclusión social, en temas de salud, discapacidad, adulto mayor, y otros relacionados a los derechos humanos, operan en su mayoría con flujos de efectivo comprometidos (por lo general sus beneficiarios no tienen con qué pagar por estos servicios) y con donativos etiquetados, que son aquellos apoyos económicos que generalmente no pueden ser utilizados en aspectos distintos a los que fueron pactados previamente.
Por otra parte, muchos de los donativos importantes que se dan en este país a través de fundaciones para el desarrollo de proyectos, requieren que la organización ponga una contraparte (coinversión), esto es, a manera de ejemplo: una organización recibe $7 pesos si en la mesa ya tiene puestos sus $3. A esto se le suma que muchos de los donantes mexicanos, sobre todo los privados institucionales, restringen sus apoyos de tipo operativo o administrativo, esto es, no apoyan con el pago de sueldos, impuestos, prestaciones laborales, pago de rentas, honorarios de un contador o abogado, sino que prefieren apoyar en temas de construcción, equipamiento y otros tangibles que demuestren y queden como testimonio que el dinero fue invertido y no gastado, en otras palabras, y siguiendo el ejemplo, ponen los $7 pero no pueden ser utilizados en los aspectos distintos a los mencionados, lo que conlleva una carga de estrés adicional a una organización social.
¿Qué significa esto? Que las organizaciones de la sociedad civiloperan bajo esquemas complicados de operación y atracción de fondos (financiamiento) y que, por ende, deben ser muy profesionales para equilibrar sus ingresos y egresos, mientras cumplen con las reglas que ponen los dueños y administradores de los recursos, esto, sin tomar en cuenta la compleja regulación legal y fiscal que enfrentan; para muchas, salir adelante cada año, logrando no acabar en déficit (más gastos que ingresos), es todo un logro de planeación, obtención de fondos y control financiero, en el cual se asume que debió existir un meticuloso trabajo por parte del órgano de gobierno (consejo directivo u otro), la dirección de la organización, y del procurador de fondos de la organización (si es que acaso existe). Esto conduce a que muchas organizaciones, que prestan servicios de gran valor para su comunidad, tengan en su cuenta bancaria apenas los recursos suficientes para operar durante el mes, nada más. Otras más, que son desafortunadamente las menos, y me refiero a “las más experimentadas” o “de mayor edad” o “las que están ligadas al patrocinio de empresas que les fundaron”, podrán tener un fondo patrimonial suficiente para hacer frente a contingencias, sin embargo incluso estas últimas, si dependen de una empresa que se ve afectada severamente por la crisis del COVID-19, corren el riesgo de desaparecer junto quien les creó.
La crisis que trae el COVID-19 a las OSC
Para organizaciones que sustentan sus actividades gracias al flujo de efectivo que proporcionan los particulares (donativos)o fuentes gubernamentales (apoyos), de los cuales dicho sea de paso destaca la ausencia del gobierno federal desde el 2019, el asunto no es sencillo de enfrentar, pues se avizora una reducción en los donativos de las personas y las empresas al ver disminuidos sus ingresos y utilidades. Para organizaciones que además procuran fondos mediante actividades dirigidas a la sociedad en general, como son la organización de eventos deportivos o culturales, la situación es igual de complicada, al enfrentar cancelaciones de eventos o posibles pérdidas económicas en su realización. Además, dentro de los pocos recursos con que puede contar una organización, hay que recordar que posiblemente las organizaciones no cuentan con recursos suficientes para enfrentar gastos extraordinarios como:
- Realizar gastos no programados de previsión de la enfermedad por COVID-19 para sus colaboradores y personas que atienden, tales como compra de cubrebocas, gel con alcohol, desinfectantes, jabón, dispensadores, toallas de papel, entre otros.
- Enfrentar gastos adicionales por cancelación o reprogramación de servicios contratados, como renta de salones, compra de pasajes para viajes necesarios en la operación, anticipos entregados para servicios que no pueden ser cancelados o que conllevan una penalidad.
- Pagar sueldos relacionados a proyectos cuyas actividades no cumplen metas pactadas previamente, o bien, realizar maniobras de manejo de personal que pudieran incluir el cese temporal o permanente de personal, con la consecuente liquidación de ley, lo que en tiempos de pandemia por COVID-19, es una amenaza para muchos empleados de empresas y organizaciones sociales de nuestro país.
¿Qué podemos hacer?
Existen muchas maneras de apoyar a las organizaciones de la sociedad civil para que logren resistir el “embate del coronavirus” y, aunque lo que más necesitan en estos días es un apoyo financiero adicional, no todas las formas de apoyo están relacionadas con dinero. Aquí algunas ideas:
- Investiga cuáles organizaciones sin fines de lucro existen en tu colonia, tu ciudad o en tu estado, seguro existe una que realiza actividades por los demás en las que tú también tienes interés o preocupación. Si no sabes dónde buscar o por dónde empezar, en www.confio.org.mx, sección “OSC Analizadas” podrás encontrar un listado de organizaciones confiables así como la información sobre sus beneficiarios, actividades y área geográfica de acción. Si no encuentras alguna organización de tu interés, contacta a Confío y sin costo alguno te asesorará sobre tu donativo u alguna otra manera de colaborar.
- Investiga las necesidades que tiene la organización, ponte en contacto con ella, pide hablar con el director o responsable, investiga sus necesidades y sé claro qué puedes aportar, ya sea algún donativo económico, en especie o tu tiempo. En esta etapa no te preocupes por el tamaño de tu contribución económica, ni por si consideras que no sabes nada de una asociación civil para ser, como voluntario, parte de ella, aunque sí ocúpate en asegurarte de que si vas a otorgar un donativo en especie, este sea de utilidad para la organización y digno de quien lo vaya a utilizar, emplear o consumir.
- Ayuda dar a conocer de la existencia de la OSC (dar visibilidad) a través de tus redes sociales, platica con tus contactos acerca de sus necesidades, de las personas que atienden, de sus programas y/o proyectos, de sus eventos y mecanismos para procurar recursos y no olvides brindar información sobre cómo contactarles. Si lo deseas, puedes a su vez promover a otras organizaciones confiables si utilizas la base de datos de www.confio.org.mx.
- Si eres un donante “profesional” o eres parte de la toma de decisiones en una empresa o fundación que otorga donativos a organizaciones de la sociedad civil, o ya fueron entregados donativos y otros apoyos a la organización, enfoca tus decisiones o propuestas con relación a: mantener el funcionamiento y operación de la organización (u organizaciones) de tu interés, pero sobre todo de aquellas que son responsables, transparentes, rinden cuentas y generan un impacto en la comunidad; flexibilizar temporalmente las reglas en cuestión de para qué conceptos sí se apoya y para cuáles no; otorgar en la medida de lo posible apoyos especiales para cubrir gastos operativos; estrechar la comunicación con la organización y observar a detalle sobre los obstáculos no contemplados, incluso por la misma organización; apoyar la redefinición del plan de trabajo y metas de la organización, incluso de aquellas que antes de la contingencia ya se hubieran comprometido; evaluar el resultado del proyecto de manera razonable y justa para el grado de adversidad encontrada por la contingencia; y fomentar un espíritu de confianza en la organización inclusive si los resultados obtenidos no fueron los óptimos, ya habrá en el futuro un mejor momento para exigir el impacto que se espera de la organización en la comunidad y que los resultados sean más acordes al recurso empleado.
Por el momento lo que más interesa es que logremos superar con el menor dolor posible, y con la menor pérdida de vidas humanas, la pandemia causada por el COVID-19, y en el camino, lograr que las organizaciones que sirven a nuestras comunidades, en especial aquellas que brindan servicios altruistas y de desarrollo humano “para quienes viven en un constante COVID-19”, superen esta crisis.