En el marco de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), el Instituto Ethos del Brasil trabaja actualmente en la doble estrategia de combinar el compromiso voluntario de las empresas y una eventual reglamentación obligatoria del tema, principalmente en cuanto a la gestión ambiental.
Entre el martes último y mañana se desarrolla en esta capital estadual la “12ª Conferencia Internacional Empresas y Responsabilidad Social, organizada por el citado instituto, de gran prestigio en el Brasil, así como a nivel mundial.
Precisamente, Ethos define la RSE como una forma de gestión que se define por la relación ética y transparente de la empresa con todos los públicos, con los cuales ella se relaciona y por el establecimiento de metas empresariales que impulsen el desarrollo sustentable de la sociedad, preservando los recursos ambientales y culturales para las generaciones futuras, respetando la diversidad y promoviendo la reducción de las desigualdades sociales.
En este contexto, el vicepresidente del instituto, Paulo Itacarambi, explicó que en el Brasil el instituto ya está trabajando sectores empresariales que han desarrollado un trabajo más avanzado, con la idea de proponer y coordinar con las autoridades administrativas y legislativas el estudio y la sanción de leyes que reglamenten, sobre todo, el tema medioambiental.
Dijo que establecer pautas firmes en favor del medioambiente es una cuestión ineludible para los Estados, pero que también hay otros temas en los que el sector privado debe ser proactivo, pues en la actualidad vivimos en un mundo cada vez menos sostenible y bajo amenaza de crisis, con un grave desequilibrio ecológico, inestabilidad social e, inclusive, quiebra de la cohesión social.
Advirtió que hacen falta decididas acciones económicas, políticas y sociales, porque la humanidad está sobrepasando los límites del planeta, y como consecuencia se están dando procesos sistémicos interdependientes como el cambio climático, la acidez de los océanos, la interferencia en los ciclos de nitrógeno y del fósforo. Además, existe un mal manejo del agua potable, que es un recurso con una mayor importancia estratégica que el petróleo, alteraciones en el uso del suelo, carga de aerosoles en la atmósfera, polución química y pérdida de la biodiversidad terrestre y marina, donde el hombre se ha convertido en un verdadero fenómeno geofísico, que puede causar una pérdida total de las condiciones de vida en el planeta.
Tasación del carbono
Consultado sobre el eventual efecto de la aplicación de la RSE sobre el comercio regional e internacional, Itacarambi adelantó que “más tarde o más temprano”, este tema de la sustentabilidad tendrá que interesar los asuntos comerciales entre países. “Se ha discutido aquí sobre la posibilidad de establecer o no una tasación de la emisión de carbono, y si eso llega a reglamentarse va a tener que ser contemplado en el comercio internacional. La pregunta es cómo va a competir un producto que tiene una tasación en el Brasil, pero no lo tiene en otros. Tendremos que alcanzar también un acuerdo en este sentido entre los países”, expresó.
Sobre el punto, Itacarambi insistió en que el adherirse a la RSE es un camino para que la empresa pueda contribuir para que se pueda tener una sociedad sostenible, que es el objetivo, y la manera de llegar allí es el comportamiento socialmente responsable que empieza por tener un propósito de tener resultados para todos los públicos que están afectados por el negocio (empleados, proveedores, clientes, la comunidad, etc), no solo para los accionistas.
Sobre el costo de esta adhesión, explicó que la RSE es un cambio de actitud y de visión hacia la sociedad y el medioambiente, lo cual –en principio– no cuesta dinero, sino que implica conocimiento, desarrollo de nuevas competencias y puede, incluso, generar nuevos negocios, de manera que básicamente no representa un costo para las empresas. “Muchas de las cosas que, aparentemente, van a generar nuevos costos, también pueden generar nuevos beneficios, incluso reducir costos”, subrayó
Fuerte debate político
Como primera actividad de la conferencia internacional, el martes último también se desarrolló un debate entre periodistas brasileños y representantes de los partidos políticos del Brasil, algunos de los cuales, incluso, tienen aspiraciones presidenciales, y donde el tema central no fue básicamente lo social, sino precisamente la cuestión ambiental.
Estuvieron en la tarima el ex ministro del Medioambiente del Gobierno de Lula Da Silva, Carlos Minc (PT), el secretario de Medioambiente del Estado de Sao Paulo, Francisco Graziano (PSDB), el también ex secretario del Ministerio del Medioambiente, João Paulo Capobianco (PV), y el candidato de la izquierda Plinio de Arruda Sampaio (PSOL). Este último es candidato a la presidencia del Brasil, y se considera de “extrema izquierda”, y propone “medidas radicales” en favor del medioambiente, mientras que los demás hablaron de las medidas que los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso y Lula Da Silva han venido realizando para proteger y “mejorar” la situación medioambiental. Sampaio los criticó duramente, porque –según dijo– han sido muy condescendientes con sectores empresariales, como los desarrolladores de agronegocios y los monocultivos, que precisamente son los que más daño han causado al ecosistema.
De todos modos, en este país el tema medioambiental se ha convertido, no solamente un tema trasversal a las cuestiones políticas, económico-empresariales y sociales, sino en un tema central en las “ofertas” que hace cada agrupación política, lo que nos adelanta que podrían surgir políticas y medidas cada vez más fuertes relativas al tema de la sustentabilidad social y, sobre todo, medioambiental, que –en realidad– van íntimamente ligadas.