Las buenas prácticas y la coherencia han de acompañar al impulso de los puestos de trabajo «limpios»
Las preocupaciones ambientales ocupan lugares destacados en las agendas corporativas e institucionales, ante el avance imparable del cambio climático, enemigo durante mucho tiempo invisible, que ha dejado de serlo de un modo abrupto, revelándose como una catástrofe real que pone en tela de juicio la conservación e incluso la supervivencia del planeta. El problema ha hecho saltar, por fin, todas las alarmas y las cuestiones ambientales se han equiparado ya, en importancia y atención institucional, a problemas como la seguridad ciudadana o el desempleo, comenzando a protagonizar acciones, campañas e investigaciones, como las llevadas a cabo por Eurofund (European Foundation for the Improvement of Living and Working Conditions) que se hacen eco de un nuevo fenómeno, la “ecologización” de la economía europea, una radical vuelta de tuerca que se orienta hacia la reconciliación final entre el crecimiento económico y la protección medioambiental.
Acuciados por los crecientes afanes sostenibles de una sociedad que ya no se conforma, los gobiernos europeos han empezado a comprometerse en mayor o menor medida a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, promover el desarrollo de fuentes alternativas de energía y potenciar el empleo verde. En España, paraíso de las energías renovables, la creación de empleos “limpios” pretende erigirse en adalid de la modernización ecológica, al tiempo que el “lenguaje sostenible” va colándose en las esferas de decisiones políticas que conciernen al medio ambiente.
SOSTENIBILIDAD Y DESARROLLO
El auge de los empleos verdes en España protagoniza el informe “Empleo Verde en una Economía Sostenible”, elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) y la Fundación Biodiversidad dentro de una iniciativa del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y cofinanciado por el Fondo Social Europeo, que tiene como finalidad conocer mejor las posibilidades de generación de empleo vinculadas con las actividades ambientales.
El documento expone que la consistente base normativa y la mayor demanda de bienes y servicios ambientales a favor de la calidad de vida y la sostenibilidad son las fuerzas motrices de las actividades generadoras de empleo verde. Unido a la progresiva mejora del conocimiento y la mayor conciencia ecológica de la sociedad, la principal fuerza motriz de la generación de actividades y empleos relacionados con el medio ambiente es toda la amplia gama de legislación -ambiental y sectorial-, incluyendo los mecanismos reguladores y de planificación y de gestión. La puesta en marcha de las estrategias, leyes, planes y programas implica la definición, desarrollo y, en ocasiones, financiación directa de nichos de empleos relacionados con el medio ambiente.
Ciertamente, la promoción de empleos verdes representa un gran paso adelante en cuanto a gestión sostenible y promoción de la Responsabilidad Social, a pesar de que sobre ellos se cierne la sombra de la desconfianza, avalada por las cifras que revelan que por cada empleo verde creado por el Gobierno español-subvenciones mediante- se destruyen como mínimo 2,2 empleos en todo el conjunto de la economía. Asimismo, los elevados costes de las energías renovables tienen otro efecto secundario; las deslocalizaciones que provocan sobre las industrias intensivas de la energía, obligadas a comprar a un precio de pool en el que se incluyen los altos costes de las energías limpias. Sin embargo, y paradójicamente, los empleos verdes recogen un enorme potencial de lucha contra el desempleo y de impulso hacia una economía mucho más sostenible. El reto está en gestionarlos adecuadamente sin atenerse a motivos económicos derivados de la existencia de subvenciones.
CRITICAS Y ESPERANZA
Es cierto sin embargo que la creación de empleos sostenibles representa una oportunidad de crecimiento, una vía abierta para el desarrollo ecológico y económico. Su éxito a largo plazo depende de la buena gestión y las prácticas responsables de los gobiernos que se han aprestado a impulsarlos- y anunciarlos a bombo y platillo-. De lo contrario estaríamos una vez más ante un flagrante caso de simple maquillaje corporativo, mero barniz sin ningún fundamento destinado a calmar la desolación social tras la crisis, a ahogar las justas reclamaciones de los grupos de interés que abogan por un modelo productivo sostenible.
Tal y como expresa el documento del Observatorio de Sostenibilidad, desde hace ya decenios una nueva corriente que enfatiza la complementariedad y las sinergias que pueden desencadenar las políticas ambientales y de empleo se ha ido imponiendo y adquiriendo peso en las demandas sociales. Conseguir una transición sólida hacia un desarrollo sostenible con economías limpias con bajas emisiones de carbono y funcionalmente ajustadas a los límites y capacidades de los ecosistemas y del sistema climático requiere una nueva revolución industrial de gran alcance que transforme las economías y las sociedades mediante un ”crecimiento verde” favorecedor de empleos de calidad y estables, haciendo que las razones ecológicas en las modalidades de producción y consumo sean cada vez más convincentes, por ser doblemente favorables para el medio ambiente y el progreso de las sociedades.
Así, a pesar de las zonas de sombra, la promoción de las energías renovables y la existencia de los empleos verdes muestran una tenue esperanza. Cuando existe una buena gestión y se atiende a su promoción a la vez que a otros aspectos esenciales de la economía, constituyen una buena inversión de cara a futuro a la hora de luchar contra el cambio climático y asentar las bases de una economía más sostenible. A este respecto, el secretario general de la ONU Ban Ki Moon se ha referido a los empleos verdes asegurando que “ En un momento en que el desempleo está creciendo en muchos países, necesitamos nuevos empleos. En un momento en que la pobreza amenaza con afectar a cientos de millones de personas, especialmente en las partes menos desarrolladas del mundo, necesitamos una promesa de prosperidad; esta posibilidad está al alcance de nuestra mano. Los gobiernos tienen un papel importante que desempeñar. Con las políticas correctas y un marco global, podemos generar crecimiento económico y encaminarlo para conseguir niveles más bajos de carbono”. No queda duda de que administrados como corresponde, los esfuerzos para hacer frente a la crisis financiera pueden reforzar la lucha por combatir el cambio climático. En la crisis de hoy reside la oportunidad de mañana, una oportunidad económica, medida en empleos y crecimiento.