La venganza es fácil, pero perdonar requiere de valor
EL SIGLO QUE ESTÁ POR TERMINAR HA ESTADO LLENO de acontecimientos y ha sido rico tanto en esfuerzos humanos para lograr nuestro bienestar colectivo como en autodestrucción. Se han registrado conquistas de pensamiento en cada campo de la actividad humana. Sin embargo el otro lado de la moneda ha sido turbulento: 150 millones de personas han muerto como consecuencia de conflictos violentos.
Durante el curso de esta mitad del siglo, se ha conseguido un enorme progreso en la promoción y potrección de los derechos humanos. Se han adoptado tratados, convenciones, declaraciones y resoluciones.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. No se puede disfutar verdaderamente de los derechos humanos si no prevalece una cultura de paz y de tolerancia por encima de la ontolerancia étnica y religiosa, si el desempleo y la pobreza continúan afectando a millones de seres humanos en el mundo enteo.
Aunque se ha dado avances importantes en cuanto a los derechos cíviles y políticos, el derecho ala comida, albergue, educación, salud y agua limpia, no es accesible para la mayor parte de la población del mundo en desarrollo. Incluso si la cura para el SIDA fuera una gota de agua limpia, millones en África y en Asia no tendrían la posibilidad de tal cura, ya que no tienen acceso al agua limpia.
El mayor retoque enfrentamos en este nuevo milenio se debe a un mundo que es mucho más pequeño que el crecimiento de nuestra población, donde la competencia por tierra habitable, agua y comida se incrementará de manera asombrosa. Aumentamos tan rápido como agotamos los recursos no renovables, tan rápido como destruimos los bosques, ríos, lagos y océanos de los cuales depende nuestra sobrevivencia.
Muchos gobiernos gastan más dinero en armas que en educación y cuidado de la salud. Cientos de millones de personas en el mundo en desarrollo no tienen acceso a agua limpia; mientras que la epidemia del SIDA, la malaria, el cólera y la malnutrición, hacen estragos en un gran número de comunidades del mundo, el rico el Norte continúa poduciendo armas y despúes trata de venderlas al pobre del Sur.
Un grupo de galardonados con el Premio Nobel de la Paz, alarmados por la creciente carrera armamentista y el flujo sin restricción de armas de los países desarrollados hacia las naciones pobres del Sur, estableció la Comisión de los Laureados con el Premio Nobel de la Paz para el Control de Armas. Nuestro objetivo es modesto: deseamos hacer un llamado para la prohibición de entregas de armas a los países registrados en la lista de violaciones de derechos humanos, cuyos gobiernos están metidos en guerras de agresión, de ocupación militar y de anexión, y que gastan más dinero en armas que en educación y cuidado de la salud.
La pobreza no conoce fronteras, no tiene cultura o nacionalidad. Coexiste con la opulencia en Indonesia, China, Filipinas, India, Pakistán, Brasil, en el sur del Bron en Chicago, en el centro de Los Angeles, en los suburbios de París, Londres y Moscú. Se está expandiendo y representa la peor amenaza para la paz en el mundo.
Los ejércitos de cientos de millones de gente pobre, de desempleados, indigentes, quienes viven en la línea de la pobreza, quienes no pueden comprar una comida al día, quienes no pueden enviar a sus hijos a la escuela, se encuentran en las ciudades de los ricos y de los privilegiados.
Conforme tomamos nuestrto lugar en el nuevo milenio, Occidente debe comprometerse seriamente con la justicia, la dignidad humana y la libertad n todo el mundo.
Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año
