Popularmente se dice que la verdad entre más cruda mejor, y al parecer este golpe de realidad y un discurso pesimista ante la crisis climática, es lo que necesitamos para comprender que no podemos seguir aplazando la lucha contra el calentamiento global y la transición hacia una vida sostenible.
Es urgente saber lo que está sucediendo realmente en el planeta y que 6 mil 100 millones de toneladas de los glaciares de montaña, 3 mil 800 millones de toneladas de la capa de hielo de Groenlandia y 2 mil 500 millones de toneladas de la capa de hielo de la Antártida han ido a parar al mar durante estos últimos años.
Como consecuencia de ello, se estima que aproximadamente un millón de personas están en peligro de ser desplazadas, por el aumento que se ha generado en el océano.
Desafortunadamente, estas cifras no se muestran tal y como son porque la mayoría de los medios y líderes mundiales tienen la tendencia de maquillarlas y enseñar un panorama menos agresivo para no sembrar miedo en la gente.
Verdades a medias…
El entorpecimiento de la comunicación climática ha provocado retrasos perjudiciales en la lucha contra el calentamiento global y han dividido el interés de los líderes por centrar sus esfuerzos en respaldar la fuerte acción de los gobiernos o poner más énfasis en los mercados y los individuos.
Aunque, hay otra dimensión de la controversia sobre la comunicación climática. Este es un argumento que pone sobre la mesa si lo que realmente necesitamos para despertar y tomar acción es que los medios, líderes y responsables comiencen a dar un discurso pesimista ante la crisis climática y con él compartir las cifras y consecuencias verdaderas.
De hecho, en un artículo de 2018, el columnista de The Guardian en campaña, George Monbiot, atacó a David Attenborough —científico británico— y a la BBC por transmitir una falsa impresión en la serie Dynasties, de una naturaleza virgen y por no informar el verdadero alcance de la destrucción ecológica.
David Attenborough se ha vuelto más franco, al decirle a un comité parlamentario selecto que «no podemos ser lo suficientemente radicales«, en materia de emisiones y como consecuencia de sus declaraciones, sus programas fueron un tanto censurados.
Esto sigue generando preocupación si tomamos en cuenta que las emisiones de carbono continúan aumentando y con ellas, la temperatura del planeta. De hecho se calcula, que el 2020 fue uno de los tres años más cálidos registrados, a pesar del enfriamiento que causa naturalmente el fenómeno de La Niña que estuvo presente.
Un discurso pesimista ante la crisis climática…
De acuerdo con Attenborough, hace diez años comentó que la imparcialidad de la BBC lo golpeó cuando era joven y lo motivó a combatir todas estas verdades que aún ponen en duda la existencia del cambio climático.
Una disputa más reciente ilustra tensiones similares desde un ángulo diferente. Michael E Mann es un científico del clima cuyo último libro: The New Climate War: The Fight to Take Back Our Planet (2021), apunta a los esfuerzos de cambio en los negadores del clima.
Y describe las nuevas tácticas adoptadas por ellos y empresas de combustibles fósiles que restan importancia a los peligros del calentamiento global y tratan de retrasar la transición a la vida sostenible donde los recursos actuales y futuros dejen de estar en peligro.
Si bien este debate podría verse como una distracción de lo que realmente está sucediendo y lo que se debe hacer, creo que el argumento sobre cómo hablar y pensar sobre la crisis climática debe ser cada vez más central y crudo.
Michael E, científico del clima.
Para él, todas las personas hemos sido víctimas del “fatalismo” y el miedo. No obstante, cuando se trata de lo que esta pasando en el mundo, se necesita transmitir un discurso pesimista ante la crisis climática que reconozca al calentamiento global como una amenaza existencial.
Lo positivo del discurso pesimista ante la crisis climática
Ahora, con los acuerdos que se puedan alcanzar entre los gobiernos en las conversaciones de la Cop26 en noviembre, se determinará qué progreso podrá lograr el mundo durante la próxima década, pero… ¿en dónde queda el sentimiento y preocupación de la población?
Comparado con esto, la pregunta de cuán alegre o miserable seamos o cualquier otra persona y cómo alentamos a los demás a sentirse al respecto, puede parecer trivial. Aunque, creo que este registro emocional es importante, sobre todo para los progresistas con su compromiso ideológico con la idea de que las cosas deberían mejorar.
Michael E, científico del clima.
Desde su trinchera, el crítico socialista Raymond Williams usó el término «estructura del sentimiento» para describir la forma en que la vida cultural de una democracia podría moldearse, de abajo hacia arriba.
Y con ello demostrar que una encuesta reciente de 1.2 millones de personas de la ONU encontró que dos tercios creen que el calentamiento global es una “emergencia”.
¿La mayoría de la gente piensa que las cosas saldrán bien al final? ¿Qué las advertencias de desastre resultarán exageradas? ¿O estamos millones, incluso miles de millones de nosotros, viviendo aterrorizados y no lo harán?
Raymond Williams, socialista.
Dentro de todo este debate sobre si utilizar o no un discurso pesimista ante la crisis climática, muchos piensan que, si bien es correcto tener esperanzas sobre el futuro posterior al carbono, abrazar la perspectiva de empleos verdes y aire más limpio, demasiado optimismo también conlleva riesgos.
La situación es triste y muy peligrosa, y como una persona con una enfermedad grave: primero debemos admitirlo y luego hacer todo lo posible para preservar la vida. ¿Despertaremos a tiempo?
