Por: Antonio Tamayo Neyra
La última reunión del llamado G-20 en Canadá, planteó claramente las diferencias en cuanto al papel de los gobiernos para retomar la senda del crecimiento económico.
Contrario a sus posiciones tradicionales, Estados Unidos apoyó la idea de mantener un gasto elevado, y la Unión Europea por el contrario, manejó la propuesta de reducir el déficit fiscal y con ello reducir el gasto del gobierno.
Esta posición de la Unión Europea, contraria a la que maneja en forma tradicional, es por el castigo que está sufriendo por parte de los mercados, tanto en su moneda, como con algunos de sus miembros, Grecia, España e Irlanda principalmente.
Lo más importante posiblemente en todo esto, es su visión como estado benefactor, doctrina con la cual se vino diferenciando del resto del mundo al menos en los pasados 60 años.
Por lo tanto, ante esta situación imperante considero que la gran pregunta es: ¿qué está pasando con el estado benefactor? O ¿cuál será el estado benefactor del futuro?
La pugna que está detrás de todo este dilema es sobre cómo funcionará la economía cuando se supere la crisis, muchos buscan que permanezca todo como estaba antes, y que las causas de la crisis son parte de los ajustes normales del libre mercado sin regulaciones; otros en cambio, dicen que precisamente la crisis se debió a ese mercado libre sin regulaciones, por lo que se requiere una regulación fuerte y un estado sólido que dirija al mercado.
Ante estos dilemas, lo que puede verse por enésima vez es que el mercado con todas sus bondades no puede manejarse por sí solo, como invento humano tiene sus imperfecciones y por lo tanto requiere ser regulado para que tenga como objetivo final el beneficio de toda la sociedad, y no solamente de algunos cuantos.
La inmensa cantidad de pobreza extrema imperante a escala mundial, y la existencia de unos cuantos muy ricos, es un claro ejemplo de que el modelo que ha imperado al menos en los pasados cuarenta años no ha beneficiado a la humanidad entera.
El dogma del libre mercado al extremo ha exaltado al máximo el individualismo y menospreciado la ética y la responsabilidad social de todos los actores sociales, llámense gobiernos, empresas y personas.
El buscar la complacencia de los mercados, como lo pretenden ahora los países europeos, es darle la razón a dicho dogma de libre mercado sin regulaciones, que quiere seguir obteniendo ganancias monetarias a costa del bienestar de las poblaciones de dichos países.
Por lo anterior, es ahora el momento de promover la responsabilidad social en todos sus niveles, y empezando por el papel básico de un gobierno, que es el buscar el bienestar de la sociedad, utilizando el financiamiento como un medio para lograrlo, y no como un fin en sí mismo.
El mercado es un instrumento social que utiliza a la economía y las finanzas como medios para operar, y no al revés.
Seguiremos platicando …
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Antonio Rey Tamayo Neyra
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, y actualmente estudiando la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña. Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. En los pasados 19 años hasta la fecha, colaborando en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de haber escritor para otros medios durante este mismo tiempo. Adicionalmente se ha dedicado también a la consultoría y capacitación en relacionales laborales desde hace 18 años, trabajando para diferentes empresas en todo México. De siete años a la fecha, involucrado en el tema de Responsabilidad Social, realizando varios proyectos editoriales, y estudiado un diplomado al respecto coordinado por el Tecnológico de Monterrey, Cemex y el Banco Mundial, y un curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña.