These boots are made for walkin’, and that’s just what they’ll do. One of these days these boots are gonna walk all over you, es la letra de una de las canciones más populares, la cual es interpretada por Nancy Sinatra.
Esta canción es intemporal, pero por si todos los informes y titulares no han calado, no tenemos mucho tiempo para frenar nuestro impacto colectivo sobre la planta, incluida nuestra obsesión por el calzado, que hace su parte para caminar por todo el planeta, y no en el buen sentido.
De acuerdo con TriplePundit, Timberland acaba de lanzar su colección Greenstride, que, según el último recuento, cuenta con 32 estilos diferentes de botas y zapatos de montaña, todos ellos con alma.
Y con esto queremos decir que las suelas de estas botas se alejan del uso de materiales sintéticos que contribuyen a la contaminación del planeta. Según Timberland, estas suelas están hechas con una combinación del 75% de caña de azúcar de origen sostenible y caucho cultivado de forma responsable.
Calzado sostenible de Timberland
De acuerdo con Drieke Leenknegt, vicepresidente global de marketing de Timberland, «Cuando la gente piensa en la cultura de la bota, piensa en Timberland«.
Y añadió: «Con esta campaña, celebramos nuestra última innovación en botas a través de una creatividad muy visual, incluso artística, que inspira a los ‘aventureros’ a ponerse sus botas GreenStride y salir a la calle. Para dar vida a todo esto, hemos dado una plataforma a los cambiadores del juego de hoy, que dan pasos cada día para hacer avanzar a sus comunidades, y al mundo».
Timberland y sus competidores comparten un reto cada vez mayor: compiten dentro de una base de consumidores que adoran las actividades al aire libre y, al mismo tiempo, demandan calzado y ropa que les ayude a conquistar montañas, senderos y casi todo lo que hay en la naturaleza.
El problema, sin embargo, es que este amor y obsesión constantes por la vida al aire libre hacen que muchos de estos productos dejen su propio impacto en el planeta. Ya sea que sus necesidades incluyan un calzado que ofrezca tanto amortiguación como tracción, o una capa impermeable para proteger a los excursionistas de los elementos, la realidad es que los esquiadores, escaladores y ciclistas están impulsando un proceso de fabricación y una cadena de suministro que siguen contaminando los mismos espacios exteriores donde se fabrican estos artículos.
Cada vez más consumidores son conscientes de los efectos que tienen sobre el medio ambiente, y Timberland, junto con otras empresas de equipamiento para actividades al aire libre, están respondiendo de la misma manera.
Los resultados han sido mochilas fabricadas con materiales vegetales en lugar de sintéticos; programas internos lanzados para fomentar el diseño circular; y la promoción de plataformas que animan a los clientes a comprar y vender su equipo usado en línea.
Y en el aspecto social de la sostenibilidad, muchas de estas empresas de ropa para actividades al aire libre se están dando cuenta de que, en su mayor parte, solo han atraído a la gente blanca; REI, por ejemplo, se ha dado cuenta de que los espacios abiertos de Estados Unidos han excluido durante mucho tiempo a la gente de color por su diseño, y se está esforzando por enderezar el rumbo.
Timberland, por su parte, se ha basado en su legado de hacer hincapié en una cadena de suministro más amable y sostenible, ya sea centrándose en la agricultura regenerativa o en la obtención de más materias primas, y generando un impacto social positivo, en todo Haití.
Después de leer la nota sobre las características de la apuesta por el calzado sostenible de Timberland, me di a la tarea de buscar otras empresas que buscan el mismo objetivo; que cada vez haya más consumidores conscientes de los efectos que tienen sobre el medio ambiente y sobre todo a la forma en que están respondiendo de manera individual como consumidores y de manera grupal como empresas de distribución y venta de artículos, alimentos y otros productos sostenibles.
He de reconocer mi falta de conocimiento del tema, pero he visto con agrado que no son pocas y que están ya operando en varias partes del mundo. Tan sólo en nuestro país, empresas como Cöko, Bamboo Life, Kaluna Sustainable Apparel, Someone Somewhere, Caralarga y The Pack, sólo por mencionar algunas, concentran sus esfuerzos para fabricar ropa sustentable y ecológica: utilizan materiales naturales y orgánicos, productos a base de bambú, algodón y el cáñamo. Otras que reutiliza materiales ya existentes, ofrecen prendas que en su elaboración se ha buscado la disminución de desechos, menor impacto ambiental y trabajo colaborativo con diferentes comunidades. Algunas más que sus principales insumos son el algodón crudo y el desperdicio textil que, encontrando una nueva forma de valorizar cada trozo de tela dan vida a prendas únicas.
Sin embargo, me parece importante resaltar que muy a pesar de estos interesantes datos, en el aspecto social de la sostenibilidad (justo como cita la nota) muchas de estas empresas solo han atraído a un cierto sector, dejando de lado al menos hasta ahorita un criterio básico de poca inclusión, una mala estrategia que puede interpretarse como discriminación.
En opinión personal, pienso que es un gran esfuerzo de las empresas al invertir recursos con fines ecológicos y sustentables, pero me parece increíble que se arriesguen a ser percibidas como empresas elitistas, al menos en el aspecto de prendas de vestir, porque no es sustancial, porque avances de estas magnitudes no deberían tener ningún sesgo social.
No me imagino que ejemplos de productos sostenibles como lámparas LED, pastillas de jabón tipo lagarto, las legumbres en paquete de papel de kilo, bicicletas, los utilitarios eléctricos baratos, ventanas de doble cristal, casas con buen aislamiento, paneles solares para agua caliente, los muebles de madera ligera, entre muchos otros, fueran concebidos de manera exclusiva para determinados públicos. En general, todos han sido elaborados con sentido común y deben ser destinados a consumidores que quieren comprar con fundamento, no por una moda o por un nivel socio económico.