Las cifras sobre la pobreza dadas a conocer por el secretario Ernesto Cordero ratifican lo que ya el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS) y Excélsior hemos sostenido desde hace varios meses: la tendencia de la pobreza es imparable.
Si las cifras oficiales que llegue a emitir el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) confirman que entre 2008 y 2010 se han sumado seis millones de pobres adicionales a los que ya había, entonces el saldo de este gobierno al finalizar este año será de 11 millones lo que, en términos llanos, situará a la administración de Felipe Calderón en un sexenio más, perdido en la lucha contra la pobreza.
Lo que es más, la meta de reducir a la mitad el número de pobres en 2015, con respecto de los que había en 2000, está muy comprometida, pues con los resultados obtenidos hasta ahora y, peor aún, con las perspectivas de crecimiento y recuperación económicas proyectadas a 2012, no alcanzará para cumplir con la meta comprometida ante la comunidad internacional.
La magnitud del desastre
En el año 2006 se habían echado las campanas al vuelo pues se asumía que la política social era no sólo adecuada, sino sumamente exitosa.
Se creyó que el Programa Oportunidades resolvería por sí mismo la pobreza, sin considerar que, a pesar de ser un programa eficiente y bien evaluado por la comunidad internacional, en el fondo no cuenta ni con las capacidades ni con los recursos para resolver la fractura del mundo del empleo.
De este modo, si bien el Programa se basa en un modelo de generación de capacidades, los resultados muestran que no está logrando romper los ciclos intergeneracionales de la pobreza.
Así, mientras que en el año 2000 el Coneval estimó que había 53.6% de personas en condiciones de pobreza patrimonial –lo que en números absolutos significa que había 52 millones 700 mil 549 habitantes en esa condición – en 2006 la cifra se redujo a 44 millones 677 mil 488, una disminución de prácticamente ocho millones.
Este ritmo implicaba que con un crecimiento económico relativamente bajo, que en promedio se situó en carca de 3.5% anual en el periodo referido, 1.3 millones de pobres dejaron de serlo, por distintas casusas; por ejemplo, muchos de ellos lo lograron gracias a la remesas recibidas desde Estados Unidos.
Haciendo un ejercicio lineal, de mantenerse constante este ritmo de reducción en el número de personas en pobreza patrimonial, nos hubiera tomado 34 años erradicar la pobreza en México.
Pese a lo anterior, lo que ocurrió entre 2006 y 2008 –aun manteniendo el rimo de crecimiento económico señalado- el resultado fue poco menos que gigantesco: el número de pobres creció de los 44 millones 577 mil 488 antes señalados, a 50 millones 550 mil 829 personas, es decir, un retroceso, si se sigue tomando como base una reducción de 1.3 millones de pobres anuales, de 4.5 años en el combates a la pobreza.
Metas comprometidas
Las malas noticias no se quedan ahí, pues la estrepitosa caída de la economía, provocada por la crisis de finales de 2008 y todo 2009, y la cual, según el diagnóstico del Banco Mundial, no ha terminado de pasar del todo, provocó un repunte mayor en el número de pobres.
Así las cosas, y según las declaraciones del secretario de Hacienda, entre 2008 y 2010 había casi seis millones de nuevos pobres, es decir entre 55 y 56 millones de pobres, lo que – retomando el cálculo lineal – implicará un nuevo retroceso de cuatro años adicionales en nuestra capacidad de reducción de la pobreza.
De este modo, cumplir con el compromiso internacional de los de los Objetivos de Desarrollo del Milenio implicaría llegar a una cifra de 26.35 millones de pobres entre este año – que ya va a la mitad – y 2015, considerando la cifra original de pobres registrada en el año 2000.
A su vez, cumplir con esto implicaría – de confirmarse la cifra de 55 millones de pobres- reducir en sólo cuatro años y medio, en 28.7 millones el número de personas en situación de pobreza, lo cual, con el ritmo de crecimiento y la precariedad laboral que tenemos, se percibe poco menos que imposible.
En efecto, lograr esta reducción exigiría diseñar políticas y programas de emergencia para conseguir que al menos 6.37 millones de personas pudiesen escapar de la pobreza en que viven actualmente.
Ni el trabajo quita lo pobre
De acuerdo con los datos de la Encuesta Naciones de Ocupación y Empleo (ENOE, 2010), la tasa de desocupación registrada en el Primer Trimestre de 2010 se situó en 5.3% de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que significa en términos absolutos que 2.45 millones de personas están desocupadas.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi) informó el 23 de julio que “con datos desestacionalizados, en el mes en cuestión (junio) la tasa de desocupación (TD) a nivel nacional fue de 5.51% respecto a la PEA, tasa inferior en (-) 0.10 puntos porcentuales a la del pasado mes de mayo.”
Las cifras implican que la cantidad de desocupados se mantuvo casi en el mismo nivel, debido al crecimiento natural de la PEA.
Por si lo anterior no fuese suficiente, el número de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social apenas ha logrado situarse nuevamente en los niveles que se tenían en mayo de 2008, con un total de 14.4 millones de trabajadores asegurados, lo que implica en términos reales u estancamiento de dos años en este indicador.
Por su parte, las líneas del “bienestar mínimo” y la de “bienestar” han crecido aceleradamente: la línea del bienestar mínimo en el sector rural pasó de 525.95 pesos en agosto de 2006, a 717.10 pesos en abril de 2010. Esto implica un crecimiento de 26.7% en un periodo de menos de cuatro años.
La línea del bienestar mínimo urbano pasó de 757.08 pesos a mil 7.37 pesos en el mismo periodo de referencia, es decir, un incremento de 24.85%.
Por su parte, la línea de bienestar en el sector rural ha crecido de mil 70.57 pesos en agosto de 2006 a mil 364.93 en abril de 2010; esto representa un incremento de 21.56%. Mientras, la “línea de bienestar” en el sector urbano pasó de mil 732.59 a dos mil 149.50 en el mismo periodo, es decir, un alza de 19.40%.
Todo esto ha llevado a que haya personas que, aun teniendo empleo, no tiene recursos suficientes para escapar de la pobreza, es decir, tener ingresos por debajo de la llamada “línea de bienestar”.
Según el Coneval, el indicador de la tendencia laboral de la pobreza ha crecido de 1.000 en 2005 (año de línea base), a 1.34 en 2010. Al respecto vale la pena destacar que según la ENOE, al primer trimestre de 2010, había un millón 651 mil 24 personas que no percibían ingresos por el trabajo que desarrollaban; dos millones 45 mil 656 percibían ingresos por debajo de un salario mínimo; mientras que dos millones 136 mil 179 percibían entre uno y dos salarios mínimos.
La retirada del gabinete social
El anuncio sobre el crecimiento en el número de pobres es sorprendente, no sólo por su magnitud, sino porque ante tal hecho el secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix, no ha manifestado un posición clara.
Sorprende en segundo lugar, porque lo dicho hasta ahora por las autoridades carece de cualquier elemento de autocrítica.
Todo parece indicar que hay una “retirada del gabinete social”, pues la decisión parece ser seguir por la ruta trazada y llegar al final del sexenio con magros resultaos sociales.
Las cifras son contundentes y ya se vio que se capaces de reducir la pobreza al ritmo que exigen los compromisos internacionales requiere de una nueva generación de políticas públicas que reduzcan la desigualdad pero que nos lleven a disminuir los 6.37 millones de pobres que se requiere lograr anualmente, lo que implica la creación de al menos 1.5 millones de empleos cada año, y que tengan remuneraciones de al menos dos salarios mínimos.
Sin un cambio radical en el modelo de desarrollo, lo que tendremos es más de lo mismo; y el país ya no está para aguantarlo.
Fuente: Excélsior; Nacional, p. 17
Autor: Mario Luis Fuentes
Publicada: 27 de julio de 2010