A pesar del gran fracaso de la cumbre de Copenhague para detener el incremento de las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero, destacó el acuerdo unánime para iniciar cuanto antes los esfuerzos para reducir estas emisiones por deforestación y degradación de los bosques del planeta.
Hasta ahora, los esfuerzos para detener el cambio climático en el planeta son insuficientes y no basta con controlar las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera. Es necesario parar la destrucción de los bosques templados y de los bosques tropicales. Nuestro país figura entre aquellos que registran, en los primeros años de este milenio, una gran pérdida de bosques y selvas. El Programa de las Naciones Unidas del Medio Ambiente registra en México, de 1990 al 2000, una pérdida de 6.3 millones de hectáreas de bosque ¡en 10 años! Se estima también que México pierde anualmente 350,000 hectáreas de bosques templados y 117,000 hectáreas de selvas. Es decir, si se busca detener el nocivo cambio climático, simplemente hay que reducir la desenfrenada destrucción de los bosques y selvas.
De acuerdo a la Declaración de Marbug, Alemania, celebrada en el 2009, la destrucción mundial de bosques tropicales avanza a un promedio de 10-15 millones de hectáreas y esta destrucción es la responsable de arrojar a la atmósfera 5 mil millones de toneladas de gas carbónico (CO2) por año.
Los científicos que desde hace varios lustros estudian el sistema Lerma-Chapala han advertido que, si no se adoptan medidas urgentes y radicales para reforestar sus partes altas, los desajustes sociales, económicos y ambientales derivados de la falta de agua, deforestación y la erosión que esta ocasiona, harán más agudos los problemas que ya existen. Y ahí están los resultados: la falta de árboles (los árboles retienen el suelo) en las partes altas de Angangueo, Michoacán, ha conducido en el mes de febrero pasado a un gran desastre ecológico, la avalancha de agua con suelo arrastrado desde las partes altas creció tanto, que llegó hasta la carretera Toluca-Valle de Bravo, llevándose con su enorme fuerza muchos árboles, enormes cantidades de suelo e incluso muchos autos que pasaban por allí. Basta con darse una vuelta por esa carretera para ver paisajes que parecen sacados de una película de terror. En una foto se aprecia el cauce que hizo desde arriba el agua de escorrentía, es de 4 meses después recoger troncos de árboles y de las obras que están haciendo para evitar una nueva avalancha; imaginemos cómo estaba esto en febrero.
Los bosques de México son el eje central del diseño institucional que debe enfrentar el país para hacer frente a sus compromisos sobre el cambio climático. Para ello, el Programa Especial de Cambio Climático 2009-2012 (PECC) presentado en Copenhague, estima que 30 por ciento de la reducción de las emisiones de México puede lograrse evitando la deforestación, la degradación de los bosques y la recuperación de las áreas forestales. Desgraciadamente, la primera etapa de este programa —que va del 2008 al 2012— sólo contempla una “evaluación de la vulnerabilidad del país por sectores y regiones, así como la valoración económica de las medidas prioritarias”, a pesar del acuerdo unánime para iniciar cuanto antes los esfuerzos para reducir estas emisiones por deforestación y degradación de los bosques del planeta.
México es el país anfitrión del debate climático de la ONU en noviembre próximo, como tal debe asumir su compromiso con hechos y no con discursos, no debe permanecer indiferente frente a los desastres ecológicos como los que padecemos constantemente.
Tendremos que aprender a evitar la deforestación y la degradación de los bosques mediante la protección y conservación de su salud. Esto podrá conducir a un manejo sostenible de los bosques, incrementará enormemente el secuestro de carbono, además de que esta protección y manejo adecuado conducirá a beneficios sociales y económicos para más de 13 millones de personas que habitan y dependen directamente de los bosques.
En la inauguración de la primera reunión de expertos sobre señales de cambio climático, el presidente del Instituto Nacional de Ecología dijo que con la colaboración del gobierno británico se ha dado paso a la elaboración de los programas estatales de Acción ante el Cambio Climático. Destacó que la ciencia es fundamental para conducir las negociaciones políticas en la cumbre de cambio climático y que es necesario consolidar el papel de la ciencia en respaldo a la coordinación internacional y adoptar fuertes medidas.
Fuente: La Crónica – opinión, p.1
Autor: María Valdés Ramírez
Publicada: 28 de julio de 2010