Parece que el lavado en objetivos cero neto es una práctica frecuente, recientemente un nuevo e importante informe puso en duda la credibilidad de los objetivos corporativos de reducción a cero.
Este tipo de investigaciones están cobrando cada vez más fuerza y en general tienen una buena recepción ya que, para que las estrategias contra el CO2 tengan alguna utilidad, es fundamental que se examinen constantemente y que se controle cualquier riesgo de greenwash.
Es preocupante el lavado en objetivos cero neto
De acuerdo con BusinessGreen, el estudio titulado Corporate Climate Responsibility Monitor, elaborado por el New Climate Institute y el Carbon Market Watch, es especialmente duro. En él se acusa a muchas multinacionales comprometidas con el clima de tener objetivos de reducción a cero de «baja integridad», de no cubrir sistemáticamente las emisiones de su cadena de valor y de depender en exceso de dudosas compensaciones de carbono.
Además, se cuestiona la eficacia de la iniciativa Science Based Targets (SBTi), que ha desempeñado un papel fundamental en la validación independiente de muchos objetivos ambientales de varias corporaciones. Para algunas que han invertido literalmente miles de millones de dólares, un considerable capital político y amplitud operativa en sus planes de descarbonización, las críticas pudieron ser muy severas.
Como informa Cecilia Keating en un artículo sobre las principales acusaciones del informe así como la respuesta del SBTi y otros, sigue habiendo consenso en que las evaluaciones a las metas de reducción a cero son bienvenidas y necesarias.
Pero también hay una sensación creciente de querer calificar a todas las estrategias como greenwash, solo porque no son exhaustivas y no ofrecen una profunda descarbonización inmediata, hecho que puede convertirse en una táctica injusta y potencialmente contraproducente.
Como señaló Maria Mendiluce, de We Mean Business, todos estamos en una «curva de aprendizaje muy pronunciada… a las empresas les encantaría tener una orientación muy clara, pero la estamos elaborando y mejorando sobre la marcha».
Un monitor crítico
La metodología empleada por el Monitor, que se actualizará periódicamente, plantea tres problemas principales con las actuales medidas climáticas empresariales, alegando que habitualmente no cubren adecuadamente las emisiones de la cadena de valor, dependen en exceso de las compensaciones de carbono y pueden establecer líneas de base cuestionables que facilitan el cumplimiento de las cifras.
Estas preocupaciones son válidas y ampliamente compartidas en algunos sectores, pero lo que los críticos de la acción ambiental corporativa pasan por alto que se están realizando esfuerzos para mejorar los trayectos hacia el cero neto.
Por ejemplo, el SBTi tiene nueva Norma de Cero Neto que exige a las organizaciones establecer objetivos ambiciosos de descarbonización a corto plazo y pone límites estrictos al uso de compensaciones. En términos más generales, el seguimiento y la gestión de las emisiones de la cadena de valor es algo complejo, con riesgos de doble contabilización, que plantea importantes cuestiones sobre la soberanía y sobre quién debe ser responsable de cada tonelada de CO2.
Puntos ciegos
Aunque las compañías deben tomar medidas para abordar las emisiones de su cadena de valor, existe un error al insinuar que una estrategia climática es un vacío de integridad si carece de un plan inmediato para descarbonizar completamente una cadena de suministro global.
Dicha disputa se debe a un largo debate sobre la validez y la eficacia de los objetivos de cero emisiones, en el que hay que acoger con satisfacción el escrutinio de los objetivos netos cero. No cabe duda de que hay actores de mala fe en todas las industrias que desean jugar con las metas de reducción para seguir dependiendo de los combustibles fósiles y de los modelos de negocio contaminantes.
Si bien resulta prioritario identificar y denunciar a quienes lo hacen también es crucial no confundirlos con los protagonistas que se están esforzando realmente por lograr una transición económica y tecnológica sin precedentes y que, comprensiblemente, están descubriendo que es una labor enormemente difícil que implicará algunos pasos en falso.
Las estrategias de emisiones netas cero aún no han cumplido sus objetivos, pero sería extraño que lo hicieran en una fase tan temprana de la transición. Ahora se están invirtiendo miles de millones de dólares para tratar de reforzar la credibilidad de estos planes. Como afirma Mendiluce, las organizaciones y los activistas harían bien en asegurarse de que lo perfecto no se convierta en la energía de lo bueno.