Las competencias de Tokio 2020 están destinadas a ser recordadas por muchas razones, entre ellas porque se celebraron en medio de un estado de emergencia, cuando la ciudad se enfrentaba a un aumento de casos de coronavirus, casi sin espectadores que animaran a los atletas y porque dieron mucha visibilidad LGBT+ en Juegos Olímpicos.
De los 11,000 atletas olímpicos que compitieron en Tokio, al menos 186 se identificaron como LGBTIQ+, según el blog Outsports de SB Nation, un momento innovador en la historia de la representación de las sexualidades e identidades de género marginadas en el mundo del deporte.
¿Qué pasa con China y visibilidad LGBT+ en Juegos Olímpicos?
Aunque China eliminó la homosexualidad de su lista oficial de trastornos mentales en 2001, la comunidad LGBTIQ+ sigue enfrentándose al acoso oficial y el matrimonio entre personas del mismo sexo sigue siendo ilegal.
En los últimos años, el gobierno chino ha acelerado su presión sobre los derechos y espacios LGBTIQ+. En 2017, las autoridades prohibieron que las plataformas de video en línea compartieran contenidos que tuvieran «comportamientos sexuales anormales», lo que incluía las relaciones gay.
En julio de 2021, WeChat —una popular aplicación de mensajería en el país— cerró más de una docena de cuentas LGBTIQ+ gestionadas por estudiantes universitarios y desató la preocupación generalizada por la censura de las minorías sexuales y de género. El año anterior, el Orgullo de Shanghái —el evento del Orgullo más antiguo en China, al que suelen asistir miles de personas— canceló abruptamente todas sus actividades programadas debido a la creciente presión de los mandos locales, según una fuente que habló con CNN.
Los organizadores publicaron una carta abierta en Internet titulada The End of the Rainbow, en la cual dijeron que se tomarían un descanso en la programación de todos los eventos futuros. No se daba ninguna razón para la cancelación pero una persona que conocía la situación aseguró en aquel momento que el equipo de voluntarios se enfrentaba a coacción institucional, a un punto que estaba perturbando sus vidas cotidianas.
Un líder de la comunidad LGBTIQ+ de Beijing habló de la situación actual, debido a la sensibilidad del tema y a su temor a las repercusiones negativas, se llamará «AJ». AJ dijo que «cada vez es más difícil para las organizaciones no gubernamentales (ONG) LGBTIQ+ chinas llevar a cabo proyectos».
Añadió que muchas ONGs están «a punto de cerrar porque los fondos se agotan» en un entorno cada vez más censurado. También que la comunidad local LGBTIQ+ de la capital se entristecerá por no poder ver en persona a los atletas olímpicos que compiten en los Juegos debido a las actuales restricciones COVID-19.
Otras competencias cerradas
El 17 de enero del 2022, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció que las entradas para las competencias no se pondrían a la venta para los visitantes internacionales o el público en general, alegando la preocupación por al COVID-19. En su lugar, decidió que habría que invitar a grupos de espectadores para llenar las gradas: las sedes olímpicas se dividirán entre público dentro del sistema de «circuito cerrado» y los de fuera de él, según el vicepresidente del Comité Organizador de Beijing, Yang Shu’an.
Entre los que están fuera del «circuito cerrado» —conformado por el personal relacionado con los Juegos— habrá personas internacionales que residan en la China continental, personal diplomático, socios de marketing, entusiastas de los deportes de invierno, residentes y estudiantes locales.
En el mundo del deporte chino, los atletas que se identifican abiertamente como LGBTIQ+ son pocos y distantes. En junio de 2021, Li Ying, una destacada futbolista de la selección femenina china, publicó en la plataforma de redes sociales Weibo fotos de ella y su novia para celebrar su aniversario.
Los comentaristas de los medios de comunicación lo señalaron como un punto de inflexión para los atletas en la vida pública. Sin embargo, la cuenta de Li se vio inundada de insultos homófobos tras hacerse viral y la publicación se borró posteriormente sin dar explicaciones.
A medida que la comunidad deportiva internacional se centra en Beijing mientras se desarrollan los Juegos Olímpicos de Invierno, la censura impuesta a los ciudadanos y la falta de atletas LGBTIQ+ que representen a China se convierten en el centro de atención mundial.
Medidas van contra la Carta Olímpica
Según la ex snowboarder profesional Simona Meiler, las medidas drásticas contra las libertades sexuales y la censura como las que existen en China son contrarias a los principios fundamentales de la Carta Olímpica.
Se supone que la Carta defiende los derechos de todos y desalienta la discriminación.
Pero cuando las naciones anfitrionas de los Juegos violan los derechos humanos ya sea en su trato a las personas LGBTQ+ o a otras minorías eso va en contra de todo lo que la Carta representa.
Simona Meiler, ex snowboarder profesional.
De hecho, la Carta establece que la filosofía del olimpismo «pretende crear un modo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto a los principios éticos fundamentales universales».
Además, las normas dejan explícitamente claro que el «disfrute de los derechos y libertades» en el movimiento olímpico «se garantizará sin discriminación alguna, como la raza, el color, el sexo, la orientación sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas o de otro tipo», entre otras características.
Sin embargo, Meiler considera que las medidas adoptadas por las autoridades chinas para censurar las voces LGBTIQ+ en el país podrían socavar los valores del olimpismo establecidos por el COI.
Al acoger los Juegos en un país que fomenta un entorno poco amable para las personas LGBTIQ+, se pone en duda el «respeto a los principios éticos fundamentales universales» de la Carta Olímpica, sugiere Meiler.
El COI puede tener normas diseñadas para proteger los derechos de las personas marginadas, como la Carta. […]Pero rara vez veo que aplique realmente sus propias normas.
Simona Meiler, ex snowboarder profesional.
El COI afirmó que su misión es «garantizar que no haya discriminación en los Juegos Olímpicos y que todos los atletas puedan competir y convivir bajo un mismo techo en la Villa Olímpica, sean cuales sean sus orígenes o creencias y estén libres de miedo y de cualquier forma de discriminación».
Al llevar a cabo esta misión vital, los Juegos Olímpicos muestran cómo podría ser el mundo si este estuviera libre de cualquier prejuicio.
Al mismo tiempo, el COI no tiene ni el mandato ni la capacidad de cambiar las leyes o el sistema político de un país soberano.
Esto debe seguir siendo legítimamente el papel de los gobiernos y de las respectivas organizaciones intergubernamentales.
Comité Olímpico Internacional.
China, por su parte, ha condenado en repetidas ocasiones las acciones que caracteriza como intentos de politizar el deporte.
Las protestas se alzan
Recientemente, 243 grupos de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales pidieron que se actuara contra los «crímenes atroces y otras graves violaciones de los derechos humanos» en China, e instaron a los gobiernos a sumarse a un boicot diplomático a los Juegos, a los atletas y patrocinadores para «no legitimar los abusos».
Australia, el Reino Unido, India y Canadá son algunas de las naciones que se unieron al complot liderado por Estados Unidos, lo anterior en respuesta al presunto genocidio en la región de Xinjiang (acusaciones que China niega), ante ello, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin, afirmó que «a nadie le importa si vienen o no», y añadió que «los Juegos Olímpicos de Invierno no son un escenario para posturas políticas».
Regresando a Meiler, ella tiene la experiencia de primera mano de asistir a unos Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en un país que dificulta que las personas LGBTIQ+ vivan en paz y sin miedo a la censura o la violencia.
Asistió a los Juegos Olímpicos de 2014 en Sochi (Rusia), una nación a la que Human Rights Watch acusó en su momento de no proteger a las personas LGBTIQ+, de haber «legalizado de hecho la discriminación» contra ellas y de «convertirlas en ciudadanos de segunda clase».
En ese momento, el presidente Vladimir Putin expresó que la prioridad de Rusia era «una familia tradicional sana y una nación sana». Al hablar de Sochi y de las próximos contiendas, Meiler señala que el honor de albergar los Juegos Olímpicos u otros eventos deportivos de prestigio permite a las naciones desviar la atención de las graves cuestiones sobre las acusaciones de supuestas irregularidades.
Resalta que la concesión del derecho a celebrar los Juegos Olímpicos puede proporcionar unas relaciones públicas positivas a países que, de otro modo, podrían ser percibidos negativamente debido a las acusaciones a las que se enfrentan.
Estas naciones —acusadas de abusos contra los derechos humanos— quieren presentar la mejor imagen posible ante el resto del mundo.
Por eso, cuando se presentan como candidatas a albergar los Juegos Olímpicos y otras competiciones y luego llegan a celebrarlos, se aseguran de presentar una versión íntegra de sí mismas.
Simona Meiler, ex snowboarder profesional.
Incoformidad y orgullo
Meiler ejemplificó con el reciente caso del Gran Premio de Qatar, al considerar qué pueden hacer los propios atletas para mostrar su apoyo a las comunidades marginadas cuando se eligen naciones acusadas de graves violaciones de los derechos humanos para albergar eventos deportivos mundiales.
Cuando se trata de qué pueden hacer los atletas cuando compiten en torneos celebrados en naciones que son hostiles hacia las personas LGBTQ+, por ejemplo, creo que otros podrían fijarse en el enfoque de Lewis Hamilton.
Meiler se refiere a la decisión del célebre piloto y siete veces campeón del mundo de llevar un casco con la bandera del Orgullo Progresista —una versión más inclusiva de la tradicional bandera del arcoíris asociada al Orgullo LGBTIQ+— y que incluía las palabras «We Stand Together» durante una carrera de entrenamiento en Qatar.
Con la plataforma que tienen los atletas, en un escenario tan grande como los Juegos de Invierno, tienen una oportunidad real de concienciar sobre los problemas que afectan al lugar en el que compiten y más allá.
Para mí, personalmente, nunca fue una opción no salir del armario: sabía que incluso si llegaba a una o dos personas LGBTQ+ por ser un atleta abierto y declarado, era importante.
Simona Meiler ex snowboarder profesional.
Todavía está por ver si los atletas deciden adoptar el enfoque de Hamilton en Beijing. Pero lo que aparentemente ha quedado claro es que cualquier competidor que haga una protesta, por cualquier motivo, puede enfrentarse a una condena por hacerlo.
En una rueda de prensa se le pidió a Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, que comentara la información, según la cual un miembro del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Beijing había advertido que «los atletas extranjeros pueden ser sancionados por cualquier discurso que viole la legislación china».
Lijian dijo «tengo entendido, el COI ha publicado una declaración sobre la prohibición de las protestas políticas, en la que se pide a los deportistas que no protesten en ninguna de las sedes o podios olímpicos arrodillándose o de otras formas. Esperamos que ciertos medios de comunicación no saquen las cosas de contexto y las exageren maliciosamente para atacar y desacreditar a China».
Sin embargo, añadió que quería «reiterar que China da la bienvenida a todos los atletas a los Juegos Olímpicos de Invierno, y garantizará la seguridad y la comodidad de todos».
Si efectivamente se impide a los olímpicos manifestarse contra las políticas que dificultan la vida de las personas LGBTIQ+ en China, hay otras formas de poner de relieve estos problemas, sugiere Meiler.
«Lo mejor que podría hacer con mi plataforma es ser yo misma y que otra mujer me espere en la línea de meta», dijo Meiler. «El mero hecho de mostrar que existimos, en competiciones de todo el mundo, es una gran parte de la lucha por el reconocimiento del colectivo LGBTQ+».
Mantener los valores olímpicos
En 2014, Eric Radford, un patinador canadiense sobre hielo en pareja, salió del clóset en la cúspide de su carrera.
A principios de ese mismo año, los Juegos de Invierno se celebraron en Sochi mientras Rusia seguía reprimiendo los derechos LGBTQ+ tras la introducción de una legislación que prohibía la «propaganda de relaciones sexuales no tradicionales en torno a los menores» y prohibía de hecho que los niños y jóvenes aprendieran sobre la vida y las relaciones LGBTIQ+.
El Ministerio de Justicia ruso negó que la ley fuera discriminatoria, según informaron entonces los medios de comunicación estatales. Radford, que compitió en esos Juegos Olímpicos, afirmó que, cuando el COI decide dónde organizar las contiendas, «la actitud de una nación hacia los derechos LGBTQ+ debe tenerse absolutamente en cuenta».
Reconoció que es complicado elegir el lugar de celebración de un acontecimiento tan importante en el calendario deportivo mundial, pero mantuvo que la postura de un país en materia de derechos humanos, incluidas las libertades de las personas LGBTQ+, debería ser siempre de la máxima importancia a la hora de buscar una nueva sede.
«Tal vez una forma de evitar la celebración de los Juegos Olímpicos en un lugar que sea hostil hacia las personas LGBTQ+ y las comunidades marginadas sería decidir un grupo selecto de ciudades en países que hayan sido completamente investigados por su historial de derechos humanos y su tratamiento de los ciudadanos LGBTQ+ y rotar entre ellos cada cuatro años», dijo Radford.
E insistió en que el COI es responsable de garantizar que sus palabras sobre el fomento de la tolerancia y la erradicación de la desigualdad se traduzcan en acciones efectivas, especialmente en Beijing.
El trabajo del COI es defender lo que representan los Juegos Olímpicos, como el valor de la inclusión y la idea de que el olimpismo está abierto a todos .
Creo que lo que el COI tiene que hacer realmente es manifestarse en apoyo de los atletas LGBTQ+ y de la comunidad en general.
Eric Radford, patinador canadiense.
Y añadió: «Una cosa es decir que no acepta la discriminación, pero el COI tiene que hacer más que eso. Tiene que ir más allá. Por ejemplo, el COI podría compartir las historias de los atletas LGBTQ+ a través de sus medios sociales para tratar de llegar a la gente en lugares donde no hay mucha exposición».
En los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en PyeongChang, el beso del esquiador Gus Kenworthy con su entonces novio Matthew Wilkas sirvió como un momento histórico en la visibilidad LGBTQ+ en el deporte, mientras que el patinador artístico Adam Rippon utilizó la plataforma olímpica para criticar la postura del ex vicepresidente estadounidense Mike Pence sobre los derechos de la diversidad.