Las marcas no entienden a la Generación Z, y eso se nota, lo anterior representa un gran problema si tenemos en cuenta que se espera que las personas nacidas después de 1996 tomen el relevo de los millenials como los jueces de las marcas y las industrias, ya que ahora, cualquier cosa que no sirva a sus necesidades o valores podría estar en peligro.
De acuerdo con TriplePundit, las campañas dirigidas a la Generación Z parecen no dar en el clavo cuando se trata de valores. En una encuesta reciente llevada a cabo por la consultora creativa Gen Z Adolescent Content, el 75% de las y los consumidores de esta edad quieren dejar el planeta en mejor estado que como lo recibieron.
Argumentos de valor de la Generación Z a empresas
Naturalmente, los futuros consumidores quieren que las empresas a las que den su dinero reflejen responsabilidad con el mundo, pero no de la misma manera en que lo hacen hoy. A diferencia de las generaciones anteriores, la Generación Z no quiere que las compañías hablen de todo lo bueno que hacen.
Tanto si se trata del medio ambiente como de la equidad y la inclusión, comunicar es poco cuando se trata de la Generación Z, ellos quieren ver hechos y no dejan de prestar atención aún cuando las cámaras dejen de rodar.
Una abrumadora mayoría —el 82% de los encuestados en el estudio sobre el contenido de los adolescentes— investigará antes de entregar su dinero. Esto no es sorprendente a la luz del 78% que dice desconfiar de la motivación de las marcas y de su compromiso con sus ideales.
El sector de la moda, en particular, tiene las de perder si los vendedores no consiguen cambiar las cosas y conectar con los compradores más jóvenes. La cara de la moda en sí ya está cambiando gracias a la afinidad de la Generación Z por la reventa y la compra de ropa usada.
Si a esto le añadimos su escasa tolerancia a las experiencias de compra on line, que han sido decepcionantes ya que no están a la altura de sus expectativas, la fidelidad a la marca podría estar en crisis.
Marketing nuevo para nuevos consumidores
Para que los profesionales del marketing den un giro a esta tendencia, deben ver a la Generación Z como seres humanos con necesidades y valores, y no como una cifra más. Una forma de hacerlo es centrarse en el compromiso.
Al ofrecer espacios en los que las empresas puedan relacionarse con sus clientes sin intentar venderles activamente, pueden demostrar que sus esfuerzos van más allá de la complacencia.
El compromiso ofrece más oportunidades para realizar en lugar de hablar, una estrategia que la Generación Z asegura funcionará mucho mejor, pues quieren conocer lo que les importa a las corporaciones. Deben ser escuchados y a la vez requieren saber qué hacen las compañías por ellos, la humanidad y el planeta.
No toman en cuenta los escasos fondos que se destinan a las organizaciones benéficas medioambientales cuando una organización se niega a hacer algo con respecto a sus propias prácticas insostenibles.
No les impresionan los anuncios simbólicos durante un día conmemorativo, quieren que las marcas den y hagan lo correcto sin esperar un retorno financiero. Mejor aún, que lo hagan en silencio, sin buscar el reflector.
Un cambio de paradigma
Las exigencias Z pueden ser una norma bastante alta para aquellos que están acostumbrados a que los consumidores tomen la palabra. La Generación Z está cambiando las reglas del juego y espera que se rindan cuentas por adelantado. Con solo unos pocos clics, saben si una marca está a la altura de sus valores, y eso tiene un gran impacto en la decisión de compra.
Empero, la Generación Z representa una formidable cuota de mercado que no hará más que aumentar en los próximos años. Al igual que los millenials, este grupo de adolescentes y adultos jóvenes tiene la capacidad de decidir qué proveedores se desvanecerán y cuáles se elevarán.
Por ello, los profesionales del marketing que quieran que sus marcas sobrevivan y se suban a la ola del poder adquisitivo de la Generación Z, en lugar de sufrir lo peor, harían bien en prestar atención y ajustar su estrategia en consecuencia.