PARA EL INICIO DE LA CONFERENCIA DE LOS LAUREADOS con el Premio Nobel en 1988, la Fundación para la humanidad que Marion y yo creamos a finales de 1986, había organizado conferencias internacionales con un solo tema: «La anatomía del odio».
Odio, la palabra clave, describe las pasiones con frecuencia contradictorias, pero siempre viles, que han desgarrado y acechado el siglo XX. ¿Solamente el siglo XX? La verdad es que la palabra contiene y ejemplifica la memoria humana llena de registros crueles y de sufrimiento, Caín odiaba a su hermano y lo mató, por lo que la primera muerte en la historia fue un asecinato.
Desde entonces, el odio y la muerte no ha cesado de rugir.
El odio -racial, tribal, religioso, ancestral, nacional, social, étnico, político, económico, ideológico- representa la derrota inexorable de la humanidad, la derrota absoluta.
Si existe un área en la cual la humanidad no puede declarar el más mínimo progreso, sin duda alguna es ésta. No le toma mucho a los seres humanos, colectiva o indicidualmente, un día de repente mostrarse como bestias unos contra otros, sus peores instintos se revelan tal como son, en un estado de exaltación deletérea. Una desición, una sola palabra para que una familia o una comunidad se empape de sangre o muera en flamas.
¿Por qué hay tanta violencia, tanto odio? ¿Cómo se concibe, se transmite, se fecunda, se nutre? Conforme enfrentaos el surgimiento alarmante e implacable de la intolerancia y del fanatismo en más de un continente, es nuestra obligación exponer el peligro nombrándolo confróntandolo.
Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año