Por: Emilio Guerra Díaz
Por tercer año consecutivo Álvaro Matud encabezó a un grupo de voluntarios españoles provenientes de distintas regiones de su patria quienes compartieron su vocación de servicio al estructurar un curso de verano para la escuela pública San Francisco Coatepec ubicada en Acautla, Estado de México (región que se ubica en la medianía entre el Distrito Federal y Puebla). En total fueron 18 jóvenes voluntarios quienes por tres semanas trabajaron y convivieron con 750 niños y familiares, este grupo recibió apoyo para sus traslados por parte de la empresa Autotur.
Es por muchos conocida la enorme importancia que europeos dan al periodo vacacional de verano que sirve como un tiempo de esparcimiento, diversión y convivencia familiar. Incluso en muchos establecimientos los horarios se contraen y la actividad económica y los negocios reducen su habitual ritmo. Sin embargo, desde hace al menos dos décadas se ha hecho costumbre que miles de personas eligen invertir su tiempo de vacaciones en combinar varias pasiones: compartir lo que se sabe, lo que se es y lo que se prepara a favor de otros, ganas de viajar y conocer otros países alentando un intercambio cultural, social y solidario a través del voluntariado.
En particular, mi primera experiencia respecto al voluntariado en periodo de vacaciones fue el que conocí de un joven entusiasta, Frans Limpens voluntario de la sección flamenca de Amnistía Internacional (Bélgica), quien por su deseo de practicar el español decidió venir en 1989 a ayudar a la oficina en México para impulsar un programa de educación en Derechos Humanos. Frans no sólo estuvo unos meses en el país, sino que se quedó a vivir, se casó con María y hasta donde sé tuvo una hija Citlali. Ahora radica en Querétaro y fundó una organización civil para promover estos valores. De hecho aquí elaboró y le fue publicado por Amnistía Internacional el manual La Zanahoria.
En el caso del equipo de voluntarios de Álvaro Matud, estructuró un curso de verano que ofreció fortalecer los conocimientos de los niños en matemáticas, español, inglés y educación física. Este curso se dirigió a niños de primaria y secundaria, de lunes a sábado, pero también brindó un servicio adicional: acompañar el desarrollo de los niños que en el pasado ciclo escolar presentaron menor avance. A ellos se les ayudó a regularizar sus estudios.
Los voluntarios de Cooperación Internacional apoyaron su actividad en forma lúdica y el último día llevaron a cabo la “Gynkana” que consiste en una serie de actividades tipo el juego Maratón para evaluar el desempeño de la semana pero utilizan el juego para hacerlo divertido.
Estos voluntarios ingeniosamente han desarrollado un sistema de estimulo para que los niños aprovechen todas las actividades, por un lado las de adquisición de conocimientos, limpieza del salón de clase, orden, conducta y participación en los juegos “Popos” son billetes de juguete que se los van dando los niños quienes al final del curso los cambiarían por algún regalo. Esta actividad permitió crear hábitos en los niños de mantener orden y limpieza no sólo de sus actividades, sino también de su aspecto físico.
Adicionalmente a la actividad académica y recreativa con los niños, los voluntarios españoles dedicaron horas de trabajo para la adecuación de espacios físicos y mantenimiento a la escuela. Otra parte del equipo colaboró en brigadas domiciliarias para ofrecer servicios de Escuela para Padres y Escuela de Matrimonios.
Durante el curso de verano, dos voluntarios celebraron su cumpleaños con un pastel que les obsequió la señora María de Lourdes Arreguín Amador. Tuvieron la oportunidad de visitar la zona arqueológica de Teotihuacan y conocer la ciudad de Puebla.
Este mundo de las organizaciones de la sociedad civil está lleno de anécdotas y vale la pena compartir algunas que se circunscriben al grupo de voluntarios que vinieron en periodo vacacional de verano a México. En 2008 vinieron y a pesar de que no tuve el gusto de conocer a Álvaro Matud personalmente, recibí de él y del grupo de jóvenes una bella casaca de su selección nacional como regalo. Días después España ganaba la Eurocopa.
En 2009 el grupo de voluntarios fue desalentado a venir por la emergencia de la influenza en México y suspendieron su visita. En 2010 reanudaron sus actividades de trabajo comunitario en la escuela de Acautla y me obsequiaron, el 11 de julio, el jersey oficial que la selección española utilizó en Sudáfrica. Con todo y el presagio del Pulpo Paul, que vatic inó el triunfo de los ibéricos, la historia se repitió y España ganó la final frente a Holanda. Álvaro me dijo que quien escribe estas líneas les había traído suerte por aquello de la coincidencia de las dos camisetas regaladas con dos años de diferencia.
Ayer jugaron las selecciones nacionales de España y México en el Azteca y como para este partido no recibí camiseta y los voluntarios de Álvaro ya están en su tierra natal, le resultado fue un empate.
Me parece muy agradable que la selección campeona del mundo haya estrenado su nueva camiseta luciendo ya la primera estrella que simboliza la conquista del campeonato del mundo y que los lazos de amistad entre organizaciones civiles mexicanas y españolas se vea incrementado con la visita de más voluntarios que brindan servicios educativos a nuestra niñez.
Agradezco a todos los españoles su aporte para nuestros niños de la escuela San Francisco Coatepec y mis camisetas de la furia, la más reciente la utilice durante la final, y ya ven.
Sí deseas conocer experiencias de voluntariado visita www.hacesfalta.org.mx y www.vimex.org.mx
Emilio Guerra Díaz
Sociólogo, articulista en diversos medios impresos desde 1988. Ha colaborado en el sector filantrópico por más de 20 años. Es Voluntario desde 1989. Autor del libro “La política de planificación familiar del estado mexicano”, UAM-Xochimilco, 1991. Consultor en Desarrollo Institucional para OSC. Fue subdirector de la Fundación Cultural Bancomer y Director de Información y Servicios del Cemefi. Actualmente es Gerente de la Fundación ADO.