Forma y Fondo CXXXII
Por: Pedro Silva Gámez
La sociedad actual y la ciencia contemporánea enfrentan el mayor reto de la historia, originado por la industrialización y el consumismo: la problemática ambiental que amenaza no la vida del planeta como tal, porque a lo largo de millones de años siempre se ha recuperado, sino la supervivencia de la humanidad en él.
Organismos internacionales, gobiernos y sociedad, coinciden en que es evidente la imposibilidad de mantener funcionando la relación entre seres humanos y naturaleza bajo el esquema de producción industrial.
El planeta se convirtió en el espacio geográfico proveedor de bienes para las necesidades humanas, como economías, transportes, comunicaciones y desmedido crecimiento demográfico, pero originó una doble crisis: social y ecológica.
Insuficiencia alimentaria, pobreza, ignorancia, injusticia social y deterioro ecológico encabezan la lista de los fracasos de las últimas generaciones, las más desarrolladas desde la aparición del ser humano, y son el resultado de procesos históricos de exclusión económica, política, social y cultural.
La esencia de la naturaleza humana también se ha afectado por otra miseria de la que también se habla mucho y se soluciona poco: la miseria existencial. Es otro de los síntomas sociales derivados de los avances tecnológicos y el desarrollo material, que han dejado de lado valores como la convivencia, la espiritualidad, diferente de la religiosidad, y la solidaridad.
La percepción del mundo comenzó a enmarcarse desde el último cuarto del siglo veinte, dentro de los conceptos: una sola tierra; un futuro común para la humanidad; pensar globalmente y actuar localmente; como avisos precautorios para preservar la vida ante la incertidumbre del futuro e incentivos de responsabilidad colectiva, equidad social, justicia ambiental y calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.
De acuerdo al Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD, 2001) “El desarrollo humano es el crecimiento económico equitativo y sostenible, es además un concepto superior e incluyente en el sentido de que abarca los conceptos sinónimos de desarrollo sostenible, sostenibilidad y sustentabilidad, esto indica por consiguiente que todos y cada uno de los diferentes sectores: económicos, sociales, políticos y ecológicos, entre otros, deberían tener como meta el desarrollo humano y no sólo el económico”
Para el Instituto Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) el desarrollo consta de dos partes. El desarrollo sostenible, como el manejo y conservación de los recursos naturales para asegurar la satisfacción de las necesidades humanas para las generaciones presentes y futuras. El desarrollo sustentable, como el mejoramiento de la capacidad para convertir los recursos y satisfacer en mayor medida las necesidades humanas.
En México, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 formula una estrategia para la transformación del país. Su premisa es la búsqueda del Desarrollo Humano Sustentable, mediante el desarrollo permanente de capacidades y libertades que permitan a los mexicanos tener una vida digna sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras.
Este Plan basa la perspectiva de futuro en el proyecto Visión México 2030. Para entonces se proyecta un país de leyes, en el que las familias y sus patrimonios estén seguros; las libertades y derechos se ejerzan sin restricciones; la economía sea dinámica, sostenida y competitiva, generadora de empleos suficientes y bien remunerados; igualdad de oportunidades para todos con el ejercicio pleno de los derechos sociales y erradicación de la pobreza; un país con desarrollo sustentable y una cultura de respeto y conservación del medio ambiente; una nación democrática con gobernantes que rinden cuentas claras a los ciudadanos, en la que los actores políticos trabajan y construyen acuerdos para impulsar el desarrollo permanente del país.
Fuera de disquisiciones gramaticales, semánticas o de cualquier otra índole, ya que finalmente son sinónimo de un mismo horizonte por alcanzar, estos enfoques enfatizan el uso de las políticas públicas, la ciencia y la tecnología como cimiento de sociedades ecológicamente sostenibles y socialmente justas.
La causa de fondo en los fracasos a lo largo de los años, radica en los intereses de los poderosos grupos económicos y la falta de voluntad por parte de los gobiernos para impulsar políticas que fuera del escritorio y el populismo, fortalezcan una democracia participativa de los diferentes sectores sociales. Falta una planeación que no termine en descoordinación entre los distintos actores, por la visión fraccionada de los problemas y sus causas.
La forma: la reconciliación entre la razón y la moral, de manera que el ser humano alcance responsabilidad y conciencia hacia sí mismo, hacia los demás y hacia la naturaleza.
El fondo: defender la naturaleza y a la especie humana, preservando el patrimonio biológico y cultural de los pueblos.
Y no lo olvidemos: TODOS SOMOS NATURALEZA.
Fuente: Acacia Fundación Ambiental A. C.
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