272 millones es el número aproximado de migrantes que se registró tan solo en 2020 a nivel global. La migración se determina como el cambio de residencia de una o varias personas por factores sociopolíticos, económicos, medioambientales y más, generando problemáticas sociales para quienes deciden dejar atrás su lugar de origen, lo que por infortunio ha alcanzado a sectores vulnerables como la niñez y juventud.
En el mencionado año, las y los menores de 19 años de edad, representaron el 14% de la población migrante total y el 1.6% estaba compuesto por niños y niñas. Y sin importar la causa por la que se abandona su lugar de origen, algo es cierto: la niñez y la juventud son las más propensas a ser víctimas de algún delito o de experimentar la violación de sus derechos, sin importar la región en la que se encuentren.
Lamentablemente, a esto se le ha sumado la invisibilización, pues hay una gran falta de seguimiento a como se desarrollo dicho fenómeno social. Comprendiendo este panorama, la Fundación Pablo Landsmanas, brazo social de Corporativo Kosmos —empresa líder en la industria alimentaria de nuestro país— ha buscado promover la investigación de este tema. Y lo ha hecho apoyando la Cátedra de Investigación Elías Landsmanas-Universidad Anáhuac. ¿Quieres saber más? ¡Te contamos!
Un interés genuino por la necesidades de la juventud migrante
La Fundación Pablo Landsmanas ha comprendido que la investigación es una herramienta clave, sobre todo cuando se trata de transformar y ayudar a las necesidades de la juventud migrante. Gracias a esto se ha fortalecido las actividades de la Cátedra de Investigación Elías Landsmanas-Universidad Anáhuac, que fue fundada para abodar el tema de niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados, que transitan las fronteras.
No obstante, dicha fundación busca ir más allá de únicamente destinar recursos, por lo que da seguimiento a iniciativas y personas que contribuyan al bienestar de la comunidad joven migrante. Esto por medio de los webinars de la Cátedra en los que participan expertos, como Rasha Salah, destacada estudiosa e investigadora de la Cátedra, quien ha construido una sólida carrera académica en nuestro país.
Gracias a su experiencia, tanto educativa como vivencial, Salah ha podido contribuir y entender las necesidades de la juventud migrante. Esto le valió ser parte de la Mesa “Migraciones en el mundo” del II Coloquio El impacto de las migraciones en el mundo globalizado, organizado por el INAH en diciembre de 2022, en donde pudo exponer cómo funciona el mecanismo de la migración para adolescentes en Centroamérica y en Siria.
Historias diferentes, complejidades similares
Para iniciar su presentación, Salah comentó que, si bien el fenómeno migratorio es en sí complicado, cuando se habla de adolescentes migrantes toma un matiz aún más intenso, dado que al ser menores de edad en su mayoría y al encontrarse sin acompañamiento, el Estado de destino o de tránsito deberían ser responsables de salvaguardar su integridad; sin embargo, no siempre es así.
Incluso, en la frontera norte, el alto incremento de muertes de adolescentes migrantes está rebasando a las autoridades norteamericanas. Una realidad similar, afrontan los jóvenes sirios que son recibidos en Turquía, país que no puede ofrecerles un asilo y cuidados, lo que ha provocado que millones estén en hacinamiento.
“A partir del 2011, cuando inició la revolución [en Siria], que después se tornó en una guerra civil, el Estado se llevaba a los jóvenes mayores de 18 a combatir, y después comenzó a darles armas a los menores. Entonces, muchos hombres jóvenes se vieron obligados a tener un arma. Esto aunado a las bombas, tanques y todo lo que conlleva una guerra provocó una migración masiva”.
Rasha Salah, estudiosa e investigadora de la Cátedra.
Además, indica que muchas veces son los jóvenes los encargados de buscar refugio en otro país, para después ayudar a la reintegración familiar. En Centroamérica, al igual que en Siria, la violencia es un factor importante; no obstante, Salah explica que hay otros factores que diversifican la necesidades de la juventud migrante.
“Migran porque si se quedan en su país de origen van a tener que trabajar con narcotraficantes, porque los fueron a buscar y ellos no querían laborar con ellos; entonces, para los hombres su única oportunidad de trabajo es migrar. Las mujeres porque algún hombre las persigue”.
Rasha Salah, estudiosa e investigadora de la Cátedra.
En este sentido, Salah destaca que la migración en ambos casos, muchas veces, no es un acto voluntario, sino de supervivencia. Pero lo que los distingue es que, en el caso de los jóvenes sirios, son recibidos en Turquía para después buscar refugio en Europa, mientras que los centroamericanos, en su mayoría, son detenidos y deportados a sus países.
Sin embargo, hay factores imperantes, que pese a la distancia comparten. Estos son el ser víctimas de delitos, o que sus derechos humanos se vean afectados, puesto que suelen ser abandonados por las autoridades y son un blanco fácil de grupos delictivos.
“Todo es peligro y riesgos durante sus rutas migratorias porque viajan solos. Aunque muchas organizaciones aseguran que los derechos de los adolescentes migrantes viajan con ellos. Yo creo que no, que los esperan en su lugar de destino si logran sobrevivir”.
Rasha Salah, estudiosa e investigadora de la Cátedra.
La realidad de las necesidades de la juventud migrante
Salah explica que hay mecanismos que protegen a los migrantes adolescentes, pero estos tienen diferentes formas de actuar. En cuanto a la ruta siria, ellos cuentan con la Ley de Refugio en Europa, los Derechos de Niñez y la reunificación familiar. Por su parte, los jóvenes centroamericanos pueden apegarse a la Ley de Asilo en EE.UU.; las leyes mexicanas de refugio y asilo; así como las tarjetas de visitantes por cuestiones humanitarias.
Lamentablemente, los trámites migratorios pueden tardar años, además de que enfrentan barreras como el idioma, la falta de instituciones que los salvaguarden, el abandono y, sobre todo, la discriminación. Por ello, es fundamental que las organizaciones de la sociedad civil continúen con su labor, pues Salah resalta que mucho del trabajo que se hace para procurar las necesidades de la juventud migrante nace de estas instancias.
“Las leyes existen, pero no están ayudando a los adolescentes migrantes”.
Rasha Salah, estudiosa e investigadora de la Cátedra.
Es por ello que esfuerzos como los de la Fundación Pablo Landsmanas y su Cátedra de investigación son fundamentales para que cada vez más actores sociales pongan su atención en las problemáticas que padece la comunidad migrante, ya sea acogiendo y velando por los jóvenes o abriendo los espacios necesarios para crear conciencia.