Las mujeres tienen muchas cargas sistémicas y una mayor dificultad en acceder a trabajos mejor remunerados y más formales, lo cual supone una desventaja frente a los hombres.
En cuanto a desigualdad laboral, no solo la brecha salarial entre hombres y mujeres es amplia, sino que también las mujeres están expuestas a situaciones de acoso, de hostigamiento o de violencia dentro de los entornos de trabajo.
México es el segundo peor país de Latinoamérica en cuanto a inserción laboral de las mujeres. La razón principal de ello, es el reducido acceso a trabajos formales porque las mujeres se ven orilladas a perseguir un horario flexible que les permita además cumplir con la jornada de cuidados dentro del hogar.
Por lo tanto, las mujeres cumplen una doble jornada laboral, aunque solo una de ellas es remunerada, pues el cuidado del hogar y sus integrantes no se paga a pesar de que es un trabajo que requiere de fuerza corpórea para realizarlos y además implica un desgaste. (Oxfam, 2022, p. 12).
“Si el trabajo de cuidados se dividiera entre los hombres, las mujeres, el Estado y las empresas, se podrían repartir de una manera mucho más equitativa esas tareas y no recaerían sobre las mujeres; de esta manera, ellas podrían tener trabajo remunerado de mejor calidad”.
Alexandra Haas, directora ejecutiva de Oxfam México.
Si bien, en la actualidad las mujeres están insertas en el mercado laboral, y en muchos casos, son las principales proveedoras del hogar, eso no les ha quitado la carga de los cuidados, señaló la directora ejecutiva de Oxfam México.
Las tareas de cuidados dependen principalmente sobre las mujeres, 2.5 veces más que sobre los hombres, lo cual repercute sobre su proyecto de vida, su independencia económica y su autonomía. No obstante, las redes de cuidado son las que sostienen las posibilidades de toda la economía del país.
Alexandra Haas mencionó que, según el informe Sostener la vida: las redes de cuidados en México publicado por Oxfam México, dichas redes están construidas por mujeres que se encargan de las tareas de cuidados que benefician a los demás miembros de la familia.
¿Se puede cerrar la brecha?
Si bien hay una serie de instrumentos y convenios internacionales específicos de la Organización Internacional del Trabajo respecto a las trabajadoras y la violencia en los espacios de trabajo, para cerrar la brecha existente, es importante que se efectúen en experiencias concretas y de inspecciones laborales con base en esos estándares para determinar si dichas pautas se cumplen, explicó Haas.
Respecto a la nueva reforma para fortalecer la democracia sindical, también resulta importante la inclusión de mujeres en los órganos de gobernanza de los sindicatos para visibilizar las circunstancias específicas que atraviesan las mujeres y dictaminar normas a partir de ello. Asimismo, destaca la necesidad de implementar una cultura de la igualdad y no discriminación a través de campañas de combate a las conductas discriminatorias e incluso una penalización económica.
Otro gran proyecto es el Sistema Nacional de Cuidados en el que todavía hace falta superar las brechas de financiamiento. Sobre todo, es importante recalcar que su inexistencia provoca que las mujeres se mantengan en trabajos precarios y no contribuyan a la economía como podrían hacerlo dada la potencia de su fuerza laboral.
Es posible el cambio, pero éste debe ser sistémico. “Yo creo que el movimiento feminista tiene una capacidad de movilización y un vigor increíble”, dijo la directora ejecutiva. Hay que aterrizar las políticas públicas en el área de cuidados con base en los distintos tipos de comunidades y mujeres para escoger de manera autónoma el apoyo que mejor les conviene.
Si los empleadores quieren atraer talento, van a tener que tener un sistema de cuidados y tomar medidas. Se deben construir alternativas que se adapten a las nuevas necesidades sociales y que transiten de un modelo patriarcal basado en un salario para toda la familia y con roles divididos a una combinación de ingresos y una adaptación a familias diversas.