Permitir que continúen consumiendo carne fue una de las conclusiones implícitas en el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el mes pasado, el cual ofreció terribles advertencias sobre el futuro del planeta pero no recomendó un cambio hacia una dieta basada en plantas, según informó Corporate Knights.
Se dice que los delegados de Brasil y Argentina, dos de los mayores productores de carne de res del mundo, están detrás de la eliminación del lenguaje que abogaba por una dieta basada en plantas, el cual estaba presente en borradores anteriores. Esto genera serias preocupaciones sobre la influencia del lobbying en la industria de alimentos, pero también de otros sectores: y sus implicaciones en la lucha global contra el cambio climático.
La dieta de carne es insostenible
Según una versión filtrada por el grupo climático Scientist Rebellion, el informe original incluía estas líneas: «Un cambio hacia dietas con una mayor proporción de proteínas de origen vegetal en regiones con un consumo excesivo de calorías y alimentos de origen animal puede conducir a reducciones sustanciales en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)… Las dietas basadas en plantas pueden reducir las emisiones de GEI hasta en un 50% en comparación con la dieta occidental promedio intensiva en emisiones».
Sin embargo, el secretario de Cambio Climático de Argentina, Rodrigo Rodríguez Tornquist, solicitó que se eliminara ese párrafo, según documentos obtenidos por Unearthed, el medio de investigación de Greenpeace. En su lugar, el lenguaje se cambió a la vaga recomendación de «dietas saludables equilibradas y sostenibles que reconocen las necesidades nutricionales».
Pero parece que el lobbying en la industria alimentaria no es una novedad en estos informes. Después de que se filtrara otro borrador de informe en 2021, el análisis de Unearthed mostró que Brasil y Argentina «han estado presionando diligentemente para eliminar las referencias a ‘dietas basadas en plantas’, carne como un alimento ‘alto en carbono’ y ‘lunes sin carne’ durante años», informa Quartz.
Lobbying en la industria de alimentos
La evidencia del daño que la producción de carne y lácteos causa al planeta es innegable. Un estudio del 2022 encontró que cada dólar invertido en la transición hacia una alimentación sin carne y lácteos resultaría en 11 veces más reducción de emisiones que invertir esa misma cantidad de dinero en vehículos de cero emisiones.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de carne y lácteos contribuye con el 14,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). No obstante, las estimaciones han variado ampliamente, y los hallazgos de la FAO están en el extremo inferior del espectro. De acuerdo con varios estudios, la producción de carne y lácteos también ocupa más del 80% del uso de tierras agrícolas y representa un enorme 57% de todas las emisiones de producción de alimentos.
Los científicos que trabajan en los informes del IPCC reconocen este hecho, pero las recomendaciones finales no siempre reflejan las opiniones científicas debido a la influencia de grupos de presión con intereses creados en perpetuar los peores contribuyentes al cambio climático.
Empresas anteponen intereses personales… ¿Y la RSE?
Un caso similar al lobbying en la industria de alimentos ocurre en el sector de los combustibles fósiles. Una versión anterior del informe de 2021 también recomendó eliminar gradualmente los combustibles fósiles, pero este lenguaje no llegó a la versión final. Según los informes, los delegados de Arabia Saudita y otros países productores de petróleo fueron responsables del lenguaje más «neutral desde el punto de vista tecnológico» del informe final, según el periodista climático Michael Thomas.
Los delegados de Arabia Saudita hicieron cambios a lo largo del informe, informó Thomas en su boletín, Distilled, para presentar la captura y almacenamiento de carbono (CCS) como una solución climática clave. Pero la CCS ha sido condenada por algunos científicos del clima como una tecnología no probada y una distracción que permite a las compañías de combustibles fósiles continuar extrayendo petróleo y gas.
Finalmente, aunque el IPCC afirma que sus procesos están diseñados para protegerse contra el cabildeo de todos los sectores, parece que no es suficiente para evitar que los delegados de ciertos países presionen para realizar cambios en los mensajes importantes debido a sus intereses económicos. Esto es ciertamente preocupante, ya que socava la ciencia detrás del cambio climático y detiene los esfuerzos para mitigar sus impactos en el planeta.