Un nuevo estudio revela que con la reducción de viajes y el trabajo remoto, podríamos alcanzar cero emisiones netas, es decir, una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta casi cero y con ello acercarnos a la posibilidad de un futuro sostenible.
Si bien, durante la pandemia este esquema de trabajo y reducción de viajes planteó nuevos desafíos para las empresas y colaboradores, también fue un punto de inflexión importante para la sostenibilidad y el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. No obstante, quizás hoy más que nunca, las empresas deben reconsiderar estas prácticas para lograr mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C y evitar los peores desastres climáticos, según Edie.
Trabajo flexible en línea con los objetivos climáticos
Han pasado dos años desde que trabajar desde casa puso de cabeza el mundo laboral, ya que las organizaciones respondieron a la nueva realidad de un confinamiento inducido por la pandemia de COVID-19. Sin embargo, esto también permitió una mayor exploración y análisis de los beneficios e implicaciones del trabajo remoto en el mundo.
El trabajo flexible es deseable para muchos puestos administrativos y las investigaciones sugieren que el 88% de los colaboradores consideran el trabajo flexible como un factor importante en los puestos de trabajo, ya sea para ahorrar dinero o tener un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
Una investigación independiente de profesionales de recursos humanos en EE. UU., realizada por IWG, una empresa multinacional que ofrece soluciones flexibles de espacio de trabajo para empresas y personas, también encontró que el 94% de las empresas ahora utilizan el trabajo híbrido en sus ofertas de trabajo para atraer, reclutar y retener talento.
Un estudio más reciente de IWG, con el apoyo de Arup, una empresa de ingeniería y consultoría con sede en Londres, Reino Unido, ha medido que los beneficios del trabajo remoto van aún más allá. El estudio analizó los posibles ahorros de emisiones en seis ciudades de EE. UU. y el Reino Unido: Londres, Los Ángeles, la ciudad de Nueva York, Atlanta, Manchester y Glasgow.
El desafío del transporte
Por mucho, el transporte es uno de los mayores contribuyente a las emisiones de GEI en los EE. UU., y más de la mitad de estas emisiones provienen de vehículos personales. Cerca del 90% de las personas conducen al trabajo, generalmente solas. El ir y venir diario representa casi el 30% de las millas que recorren los trabajadores estadounidenses en un año.
En este contexto, el estudio exploró los ahorros de carbono que podrían generarse como resultado de la reducción de viajes, trabajar más cerca de casa y utilizar espacios de trabajo compartidos locales, en comparación con el viaje tradicional de cinco días.
En ciudades como Atlanta, el estudio demostraba que existía el potencial de lograr una reducción del 90% en las emisiones del uso del transporte y las oficinas, seguida de las ciudades de Los Ángeles y Nueva York.
En el Reino Unido, Glasgow podría ofrecer una reducción del 80 %, seguida de Manchester (70 %) y Londres (49 %). Las emisiones podrían reducirse en ciudades como Londres mezclando el tiempo entre las oficinas del centro de la ciudad y los espacios de trabajo locales.
«[…] Permitir que las personas trabajen cerca de casa, permitiéndoles dividir su tiempo entre el hogar y un lugar de trabajo local, tiene el potencial de reducir las emisiones de carbono relacionadas con el trabajo de un trabajador en un 70%».
Mark Dixon, director ejecutivo de IWG.
Alcanzar cero neto
Si bien el análisis sugiere que con menos viajes y trabajo remoto se podría lograr cero neto, el mayor desafío lo representa el cambio en la cultura laboral, lo que depende no solo de las empresas, sino también de otros grupos de interés, como los colaboradores, el gobierno y los accionistas.
Las organizaciones también necesitan dedicar tiempo a evaluar el impacto ambiental de trabajar desde casa en comparación con un regreso permanente a la oficina. Cuando se trata de asuntos como la sostenibilidad general y la huella ambiental de una empresa, es necesario reconsiderar y ajustar a las condiciones actuales.
Por un lado, trabajar desde casa elimina la necesidad de los desplazamientos diarios, lo que genera menos vehículos en las carreteras y transporte público menos concurrido. Para muchas personas, esto a menudo se cita como el mayor beneficio ambiental individual, ya que las personas buscan mantener un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida.
Pero estos cambios también traen desafíos, particularmente el hecho de que cuando los hogares de los trabajadores se convierten en sus oficinas, los viajes diarios al trabajo pueden quedar fuera de la ecuación del carbono, es decir, las empresas no informan sobre estas emisiones. Sin embargo, se debe agregar lo que sucede dentro de esos hogares.
¿Cuánta energía se usa para hacer funcionar el aire acondicionado o la calefacción? ¿Esa energía proviene de fuentes limpias? En algunas partes del país durante el confinamiento, el consumo medio de electricidad en los hogares aumentó más de un 20% entre semana, según la Agencia Internacional de Energía.
La Responsabilidad Social Empresarial debe extenderse al hogar
Los especialistas sugieren que abordar estos temas sobre el gasto de recursos en calefacción, iluminación y funcionamiento de las oficinas en el hogar requiere que las empresas extiendan su responsabilidad social y ambiental más allá de la oficina y hacia el hogar. Es decir, si una organización no considera que las acciones ambientales de sus empleados en el hogar sean su responsabilidad, estaría renunciando a su deber de proteger el medio ambiente.
Es por eso que la recopilación de datos sobre las emisiones de las empresas seguirá siendo de vital importancia para comprender su huella corporativa, incluido cómo se ve afectada por el trabajo en el hogar y la oficina.
Las organizaciones que continúan utilizando la oficina como centro de trabajo pueden controlar su impacto ambiental asegurándose de que la energía que utilizan para sus locales comerciales sea sostenible, renovable y neutral en carbono. Por supuesto, no hace falta decir que las empresas no pueden ejercer el mismo control sobre los empleados y sobre cómo eligen obtener su energía. Sin embargo, pueden educarlos para que tomen decisiones más informadas como parte de un programa continuo de compromiso de los empleados.
En conclusión, las empresas deben ampliar su responsabilidad ambiental involucrando y educando activamente a los colaboradores sobre sus prácticas sostenibles relacionadas con el uso de energía, agua y reducción de desechos, ya sea que decidan que sigan trabajando en casa o regresen a la oficina.