LOS HOMBRES TOTALITARIOS DEL SIGLO XX DEBIERON haber evidenciado la fragilidad de las limitaciones que engloban a las civilizaciones. La experiencia nacional de Estado Unidos de América, pacífica, estable y contenta, inhibe nuestra capacidad para comprender las vulnerabilidades de otras sociedades u órdenes internacionales. Bendecidos por la historia y por una medio ambiente benigno, estamos tentados a ver nuestro poder como designio divino y a usarlo para imponer nuestras preferencias. Tal actitud conlleva l riesgo de que el resto del mundo nos vea como hegemónicos y poco a poco se opondrá a ello. La confianza excesiva en el poder y la insistencia en nuestra virtud puede terminar corroyendo los valores principales en que se ha basado nuestra política.
Por tal razón las políticas internacionales, ampliamente moldeadas por las ideologías, dificultaron mi labor. Los ideólogos tienen la tendencia de guiar sociedades, así como sistemas internacionales, más allá de sus capacidades.
Alegan la dicotomía del pragmatismo, mientras que a mí la moral me parece una opción engañosa. El pragmatismo, sin el agente oral, lleva a un activismo aleatorio, a la brutalidad o al estancamiento; la convicción moral que no está moderada por la realidad lleva a creerse muy justos, al fanatismo o a la erosión de todas las limitaciones.
Siempre debemos ser pragmáticos con respeto a nuestra seguridad nacional. No podemos abandonar la seguridad nacional por lograr la virtud. Sin embargo, más allá de este fundamento de toda política, nuestro reto es desarrollar nuestros principios de modo tal que no nos aislemos a largo plazo.
Cada generación debe describir por sí misma el significado de la proporción. En este sentido, la generación actual y, aún más, sus sucesores, enfrentarán un desafío especial. Pues no sólo estamos viviendo un periodo excepcional de fluidez en las relaciones internacionales, sino un cataclismo mucho más profundo en cuanto a la manera en que el público y los líderes ven el mundo que los rodea. Con base en este panorama e impacto final, este cambio intelectual se compara con -y probablemente exceda- las consecuencias de invención de la imprenta hace cinco siglos.
Las tácticas constantemente seducen al hombre de estado contemporáneo. La ironía es que la superioridad de los hechos puede conducir a la pérdida del entendimiento del contenido del asunto y, de hecho, a la pérdida del entendimiento del contenido del asunto y, de hecho, a la pérdida de su control. La política internacional está en peligro de convertirse en una subdivisión de la política nacional, en lugar de convertirse en la aventura de moldear el futuro.
El problema de los periodos anteriores es que los objetivos superaban el conocimiento. el desafío de nuestro periodo es el opuesto: el conocimiento es mucho mayor que los objetivos. Por lo tanto, la tarea de Estados Unidos no es solamente la de reconciliar su poder con su moral, sino balancear su fe con la sabiduría.
Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año