Por: Ana Cristina Dahik Loor
Profesora de área de Entorno Político y Social de IPADE Business School.
Actualmente, cada vez más empresas han adoptando los principios ESG (Environment, Social y Governance) propuestos por la Organización de las Naciones Unidas. México está en una etapa de difusión activa del potencial que pueden alcanzar las acciones de mitigación ambiental y un aspecto que está cobrando también mucha relevancia es la incorporación de las finanzas verdes que contribuyen a desarrollar proyectos en pro de la disminución del impacto ambiental.
Si bien, la conversación en torno al tema de finanzas sostenibles ha estado en la mesa desde hace siglos atrás, de acuerdo con cifras de Refinitiv Deals Intelligence, durante el año 2021, la emisión de bonos verdes en el mundo ascendió a 488,800 millones de dólares, casi el doble que en 2020. La misma organización afirma que el 2022 fue año récord de emisión de herramientas financieras sostenibles.
Para profundizar sobre esta perspectiva, tuve la oportunidad de conversar con Mariuz Calvet, quien encabeza los esfuerzos de sostenibilidad en un grupo financiero en México el cual desde el 2020 lanzó a nivel global un ambicioso plan para financiar entre 750,000 millones y un billón de dólares en proyectos sustentables para 2030, con el fin de ayudar a sus clientes a reducir su huella de carbono.
Las empresas que cuentan con mejores puntajes en temas ASG obtienen más rentabilidad, son más atractivas para los inversionistas, y son además más resilientesa los embates en un contexto incierto de pandemias y de desastres naturales. No obstante, para aterrizar a la realidad empresarial el concepto ASG, el reto radica en saber desarrollar e implementar un plan con visión de negocio que permita la transformación total de las empresas.
Del lado de las empresas, de acuerdo con Calvet, tiene que ver con una visualización clara y transparente de cuáles son los grandes riesgos de transición de la organización. Según el sector, estarán expuestas a distintos riesgos que llamamos climáticos, físicos o de transición. La organización tiene que identificarlos y priorizarlos; después, definir el plan de trabajo en dirección a la transición, plan que debe ser ambicioso, alcanzable y creíble.
Lo anterior implica nuevos retos y nuevas oportunidades para las organizaciones pues lograr este cometido no es un trabajo menor. Las empresas deben incrementar sus capacidades con personas técnicas y asesores capacitados en este tema. Para darle un impulso a los procesos de financiamiento verde, sin que estos sean percibidos como restrictivos, Mariuz sugiere los siguientes puntos a considerar:
1º Es un tema de todos los negocios, aplica a organizaciones de todos los tamaños, sectores y lugares.
2º Desarrollar estrategias de sustentabilidad debe ser visto como un tema enteramente de negocio, que se vea reflejado en las decisiones de negocio y en los resultados financieros.
3º Son temas que no deben verse únicamente como restrictivos o de riesgos. Hay que cambiar para verlo como oportunidades de ser más competitivo, innovador, resiliente. El acceso a capital va a estar condicionado cada vez más.
4º Las empresas deben entender cuáles son sus temas más importantes según el sector, sin abrumarse con el universo de temas que incluyen el desarrollo sostenible y la agenda 2030. No todos son necesarios para todas las organizaciones.
5º No siempre el desarrollar estrategias de sostenibilidad representa un gasto en la organización. A veces muchos temas ya se están llevando a cabo en la empresa, y simplemente falta situarlos en el reporteo, de acuerdo con lineamientos utilizados internacionalmente.
Sin duda, el auge de la conversación sobre finanzas verdes es una gran noticia para todos. Cada vez existen más y mejores instrumentos para ejecutar el flujo de inversiones sostenibles en pro del cumplimiento de aquellos objetivos que son comunes a todos.