Casi 200 países, reunidos por las Naciones Unidas, han aprobado un plan crucial para impulsar las energías renovables y alejarse del uso de combustibles fósiles. Este acuerdo es el primero en pedir explícitamente a los países que abandonen la quema de carbón, petróleo y gas.
En medio del debate acalorado sobre cómo abordar la crisis climática, se logró un consenso durante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, la COP28, celebrada en Dubái. Sin embargo, las críticas señalan que tiene lagunas y desafíos importantes. Asimismo, la falta de compromisos financieros claros y equitativos para ayudar a los países en desarrollo a realizar la transición es una preocupación central.
¿En qué consiste el acuerdo de la COP28?
El acuerdo alcanzado en la COP28 para abandonar el uso de combustibles fósiles marca un punto de inflexión en la lucha global contra el cambio climático, pero no establece directrices claras para la transición hacia fuentes de energía más sostenibles. En cambio, se insta a los países a acelerar la transición lejos de los combustibles fósiles de manera «justa, ordenada y equitativa».
De esta manera, se busca lograr la eliminación completa de las emisiones de dióxido de carbono para mediados de siglo, lo que representa un avance significativo hacia la neutralidad de carbono. Asimismo, una de las piedras angulares del acuerdo es el llamado a triplicar la capacidad de energías renovables, como la solar y eólica, para 2030. Esto con el objetivo de transformar la matriz energética global y reducir la dependencia de las fuentes contaminantes.
Para lograr estas metas, cada nación se compromete a presentar, en los próximos dos años, planes detallados sobre cómo reducirá sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) hasta 2035. Los cuales deben reflejar la ambición del acuerdo y proporcionar un marco para evaluar el progreso.
¿Están dispuestos a abandonar el uso de combustibles fósiles?
A pesar de la trascendencia del acuerdo de la COP28, no todos los países han expresado un respaldo unánime contra el uso de combustibles fósiles. Puesto que existen posturas diversas que reflejan las complejidades geopolíticas y económicas. Por ejemplo, países exportadores de petróleo, como Arabia Saudita e Irak, y naciones en rápido crecimiento, como India y Nigeria, objetaron inicialmente el llamado a una «eliminación gradual» de estos recursos energéticos.
Además, el hecho de que el acuerdo no tenga carácter jurídicamente vinculante plantea interrogantes sobre su implementación efectiva. Aunque establece metas ambiciosas, no puede obligar legalmente a ningún país a cumplir con ellas. Lo que genera incertidumbre sobre la capacidad del acuerdo para generar acciones concretas y sostenibles a nivel global.
Por ello, se espera que la presión internacional y las expectativas de los ciudadanos y los inversores motiven a los países a cumplir con sus compromisos. Sin embargo, esta presión depende en gran medida de la voluntad política y la cooperación internacional, lo que podría ser un desafío en un contexto de intereses nacionales divergentes.
Los obstáculos de la transición
La transición energética global, también pone de relieve desafíos particulares que enfrentan ciertos países y regiones en su camino hacia la sostenibilidad, ya que algunas economías dependen del uso de combustibles fósiles debido a la falta de infraestructura. Por lo que la abrupta reducción en la demanda de estos recursos podría tener repercusiones económicas significativas.
Asimismo, las naciones en desarrollo, en particular en África, América Latina y el sudeste asiático, a menudo enfrentan limitaciones financieras para realizar inversiones masivas en infraestructuras de energía renovable. Sin un respaldo financiero adecuado, podrían tener dificultades para adoptar tecnologías más limpias y sostenibles.
Además, la influencia de los intereses geopolíticos y las rivalidades comerciales puede obstaculizar la cooperación internacional en la transición energética. Por lo que países que son importantes actores en la producción y exportación de combustibles fósiles pueden resistirse a cambios que afecten su posición económica y política.
¿Qué se necesita para eliminar el uso de combustibles fósiles?
La transición hacia una matriz energética más sostenible y resiliente es un desafío global que requiere una combinación de esfuerzos, políticas y colaboraciones a nivel internacional. En primer lugar, la movilización de inversiones es fundamental para impulsar la transición, por ello, los gobiernos, el sector privado y las instituciones financieras deben colaborar para proporcionar fondos adecuados y crear incentivos financieros que fomenten la adopción de tecnologías limpias.
De igual manera, la investigación y el desarrollo de tecnologías innovadoras son esenciales para superar barreras técnicas y hacer que las energías renovables sean más eficientes y accesibles. Asimismo, se deben generar programas educativos y campañas de concienciación que puedan fomentar la comprensión pública de los beneficios de las energías renovables y la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
La transición energética debe abordar de manera proactiva los impactos socioeconómicos en las comunidades dependientes de la industria de combustibles fósiles. Estrategias de adaptación, programas de reciclaje laboral y medidas de apoyo son esenciales para garantizar que nadie se quede atrás.
Además, el establecimiento de mecanismos eficaces de monitoreo y evaluación es crucial para medir el progreso y realizar ajustes según sea necesario. Esto garantiza que los compromisos nacionales se cumplan y sea posible abandonar el uso de combustibles fósiles. Con la implementación de políticas sólidas, inversiones estratégicas y una colaboración efectiva, es posible avanzar hacia un sistema energético más sostenible y resiliente frente a los desafíos climáticos.
