En el complejo entramado económico global, el análisis financiero tradicional podría no ser suficiente para evaluar el éxito de un proyecto o negocio. En ese sentido, ¿es sostenible el precio que estamos pagando por la alteración de nuestro entorno?
Como indica el artículo del periódico El Financiero, a diario se emiten cerca 162 millones de toneladas de contaminación a la atmósfera, influyendo directamente en el cambio climático y la calidad del aire. Frente a este escenario surgen problemas como la exacerbación de fenómenos climáticos extremos, aumento de la frecuencia e intensidad de desastres naturales, deterioro de la salud humana, por mencionar algunos.
Por supuesto, para mantener un planeta sano y lidiar con estos desafíos, al igual que en cualquier negocio saludable, es necesario asignar un presupuesto significativo al mantenimiento de activos. No obstante, surge la pregunta: ¿realmente estamos invirtiendo en preservar la salud de nuestro planeta?
Costos e impactos del cambio climático
Es importante señalar que los 162 millones de toneladas de contaminación diaria contribuyen, por ejemplo, a desencadenar desastres naturales, como los 20 eventos de lluvias y tormentas clasificados como 1 en 1,000 años, ocurridos solo en los Estados Unidos desde mayo de 2010.
Sin duda, estos fenómenos resultan en costos significativos y, a nivel macroeconómico, el cambio climático está generando un costo para el mundo de 16 millones de dólares por hora, como señalan cifras del Foro Económico Mundial. Se estima que los daños globales alcanzarán entre 1.7 y 3.1 trillones de dólares anuales para 2050, abarcando infraestructura, propiedad, agricultura y salud humana.
En las últimas dos décadas, fenómenos meteorológicos extremos han supuesto costos de alrededor de 2.8 trillones de dólares a nivel mundial. Los eventos extremos de 2000 a 2019, según la metodología de Atribución de Eventos Extremos, se traducen en un promedio de 16.3 millones de dólares por hora, con 60,951 muertes humanas relacionadas con el cambio climático.
Centrándonos en México, se proyecta que el cambio climático representará hasta un 3.2% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2050, principalmente debido a fenómenos como huracanes y tormentas, según informes de la SCT y el Instituto Mexicano del Transporte.
Urgencia frente al precio del cambio climático
En la escala global, las discusiones sobre «pérdidas y daños» son centrales en conferencias climáticas, como la COP28 en Dubái. Países en desarrollo, que han contribuido relativamente poco al cambio climático, se enfrentan a costos económicos y físicos significativos debido a eventos climáticos extremos.
Ejemplos impactantes, como las lluvias extremas en Pakistán en 2022, muestran la devastación que puede resultar de la falta de preparación. Más de 1,700 personas murieron, millones perdieron sus hogares y sustentos, y vastas extensiones de cultivos se perdieron.
Enfrentados a esta realidad, surge una interrogante crucial: ¿de qué manera estamos dispuestos a asumir el costo del cambio climático? La transición de combustibles fósiles a fuentes renovables conlleva desafíos significativos y requiere esfuerzos considerables. Sin embargo, la factura no planificada ya está haciendo su aparición, exigiendo una reflexión inmediata sobre la sustentabilidad de nuestras elecciones y acciones.
La sustentabilidad y la transición a energías renovables
Frente a este panorama, la sustentabilidad se ha erigido como un elemento crucial para el bienestar del planeta y las empresas. Este concepto refiere a la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir las suyas. Este enfoque implica equilibrar el desarrollo económico, la equidad social y la preservación ambiental, reconociendo la interconexión entre estos tres pilares.
Desde la implementación de políticas de reciclaje y reducción de residuos hasta la adopción de tecnologías ecológicas, son algunas de las medidas que pueden adoptarse en favor de la sustentabilidad. Por su parte, inversiones en energías limpias, proyectos de reforestación y estrategias de eficiencia energética son ejemplos de cómo las compañías pueden contribuir al bienestar del planeta.
En el combate contra el cambio climático, la transición a fuentes de energía renovable emerge como una necesidad debido a la dependencia histórica de combustibles fósiles que ha dejado una huella ambiental insostenible. En este marco, la adopción de energías renovables, como la solar y eólica, ofrece una ruta viable hacia un futuro más limpio y sostenible.
Como se observa, aunque las inversiones en sustentabilidad pueden representar un desembolso inicial para las empresas, resultan insignificantes en comparación con los estragos económicos y medioambientales derivados del cambio climático. Bajo esta perspectiva, la inversión en sustentabilidad, además de garantizar la supervivencia a largo plazo de las empresas, contribuye al bienestar del planeta en su conjunto.