El sector agrícola enfrenta importantes desafíos relacionados con sus prácticas ambientales y sociales. El cultivo de aguacate es un ejemplo claro de cómo la alta demanda de un producto y la falta de regulaciones puede desencadenar serios problemas ambientales y sociales. En Michoacán, la principal región productora de aguacates en México, la rápida expansión de huertos de aguacate ha conducido a diversos problemas que afectan la biodiversidad y los recursos locales y generan conflictos sociales.
A medida que crece tanto el cultivo de aguacate, como las exportaciones internacionales de este codiciado producto, así como las tensiones medioambientales y sociales derivadas de esta actividad, es necesario apelar a la RSE de las empresas involucradas, así como a la intervención gubernamental por medio de regulaciones que protejan los recursos naturales y fomenten prácticas comerciales éticas y responsables, ya que sólo de esta forma será posible combatir estas problemáticas que están afectando a nuestra nación.
Te contamos de qué manera el cultivo de aguacate está generando daños ambientales y sociales en México. ¡Sigue leyendo para enterarte!
El impacto del cultivo de aguacate en el ambiente
El cultivo de aguacate, conocido en México como «oro verde», ha experimentado un auge espectacular en los últimos años, especialmente en respuesta a la demanda creciente en Estados Unidos. Sin embargo, este crecimiento vertiginoso ha tenido un costo ambiental significativo. En Michoacán, donde se concentra la producción de aguacates, la expansión de los huertos ha llevado a una deforestación masiva y a prácticas de manejo de agua insostenibles que están dañando profundamente el ecosistema local.
Aunque las leyes mexicanas exigen estudios de impacto ambiental y permisos para la construcción de depósitos de agua y el uso intensivo del recurso, el medio Reuters ha revelado que muchos productores de aguacate han estado operando sin las debidas autorizaciones. Según datos de la autoridad nacional del agua, Conagua, en Madero, un pueblo ubicado en Michoacán, hay solo 42 embalses y pozos registrados legalmente, pero los activistas y funcionarios locales sugieren que hay cientos de estos depósitos no autorizados en la región. La situación se agrava con la sequía que afecta a Michoacán, exacerbando la extracción ilegal de agua de lagos y cuencas comunales, lo que está llevando a una reducción alarmante de los niveles de agua en las fuentes locales.
El impacto de la expansión de los huertos de aguacate no se limita solo al agua. La deforestación asociada con el cultivo de aguacates ha llevado a la pérdida de vastas áreas de bosques, que son esenciales para la biodiversidad local y la regulación del clima. Las imágenes satelitales analizadas por Climate Rights International han documentado la deforestación ilegal en Madero desde 2015, identificando huertos que se han establecido en áreas que antes eran bosques. La tala de árboles para hacer espacio para los huertos de aguacate no solo destruye hábitats naturales, sino que también contribuye al cambio climático al liberar grandes cantidades de dióxido de carbono.
¡Greenwashing hasta en el aguacate!
La presión internacional para que se mejoren las prácticas ambientales ha llevado a la Asociación de Consumidores Orgánicos de Estados Unidos a presentar demandas contra empresas importadoras de aguacates, como West Pak Avocado Inc. y Fresh Del Monte Produce Inc.
Estas demandas acusan a las empresas de etiquetar sus productos como «sostenibles» o «de origen responsable» a pesar de las evidencias de deforestación y daños ambientales asociados con sus cadenas de suministro. Dichas empresas acusadas de lo que podría denominarse como greenwashing han negado estas alegaciones, no obstante, las demandas por parte de los ambientalistas subrayan la creciente tensión entre las necesidades del mercado y la realidad ambiental en Michoacán, así como la imposibilidad de continuar con las mismas prácticas de producción sin terminar llevando al Planeta a su límite.
La demanda de aguacates en Estados Unidos ha aumentado un 48% desde 2019, y el mercado estadounidense representa aproximadamente el 80% de las exportaciones de aguacate de México. Lamentablemente, este crecimiento del mercado ha atraído la atención de grupos criminales que extorsionan a los productores y que están involucrados en la deforestación y otras actividades ilícitas relacionadas con el cultivo de aguacate. La situación ha llevado a una crisis social y ambiental en la región, con informes de violencia y amenazas contra aquellos que se oponen a las prácticas destructivas, tal como lo expresa uno de los agricultores de Madero, quien prefirió permanecer anónimo por seguridad:
“Si supieran… detrás de cada aguacate que come la gente en Estados Unidos hay una mancha de sangre, una persona muerta, una persona desaparecida”
Agricultor de Madero, Michoacán.
No obstante, este agricultor es sólo uno de los muchos afectados por los grupos criminales que amenazan a los productores de la zona y buscan desplazarlos por la fuerza para poder deforestar sus campos. De acuerdo con información de Reuters, Climate Rights International ha contabilizado al menos 30 amenazas o actos de intimidación relacionados con la expansión del comercio del aguacate, incluidos cuatro secuestros y cinco tiroteos fatales.
La postura de los gobiernos involucrados
En 2005 Estados Unidos levantó las restricciones a las importaciones de aguacates de México, decisión que ocasionó el crecimiento de la importación de aguacates frescos importados a este país desde el 16% hace dos décadas a más del 93% en mayo de 2024.
Pese a que se ha puesto en evidencia la falta de RSE por parte de empresas estadounidenses, así como los actos criminales detrás de muchos cultivos de este producto, los gobiernos de los países involucrados se han quedado cortos frente a esta situación. Por ejemplo, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, dijo que los aguacates provenientes de huertos ilegales deberían ser bloqueados en el mercado estadounidense, pero esto no se ha reflejado en acciones o en nuevas normativas de exportación.
Por su parte, las autoridades locales y los grupos ambientalistas están trabajando para establecer mecanismos de monitoreo y transparencia. El gobierno de Michoacán planea lanzar una plataforma en línea para rastrear y certificar los huertos que cumplen con las normativas ambientales, con la esperanza de mejorar la transparencia y permitir a los consumidores y empresas internacionales identificar fuentes responsables de aguacates.
A pesar de estos esfuerzos, la realidad en el terreno sugiere que la deforestación y las prácticas insostenibles siguen siendo un problema grave. La información sobre los huertos ilegales puede estar incompleta, y la falta de interés por parte de grandes supermercados y minoristas en abordar el problema adecuadamente sigue siendo una barrera significativa. Además, los activistas y funcionarios locales estiman que el número real de huertos ilegales podría ser mucho mayor que el identificado hasta ahora, lo que subraya la necesidad urgente de una mayor responsabilidad y acción tanto a nivel local como internacional.
El auge en la producción de aguacates para satisfacer la demanda global está teniendo un impacto devastador en los ecosistemas locales de Michoacán. Resulta evidente que la combinación de deforestación masiva, prácticas de manejo de agua insostenibles y la violencia asociada con el comercio del aguacate está poniendo en peligro no solo el medio ambiente, sino también la seguridad y el bienestar de las comunidades de la región. La presión internacional y los esfuerzos locales para mejorar la sostenibilidad y la transparencia son pasos importantes, pero se necesita una acción más coordinada y efectiva para abordar este complejo problema.
