Por Gemma Santana
Hoy, en México, enfrentamos momentos complejos, y sin embargo, necesitamos seguir avanzando dándoles la vuelta para priorizar, evitar más crisis. Y aunque usted no lo crea, la protección al medio ambiente es un eje transversal que nos ayudará a implementar nuevas y mejores formas para reducir los riesgos en la economía, evitar más problemas de salud y mejorar las condiciones de seguridad en nuestro entorno.
Después de la pandemia, entendimos que la armonía entre las relaciones presa-depredador y entre los microorganismos que interactúan con animales y plantas, son fundamentales para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Cuando estos sistemas se alteran por la deforestación y la pérdida de biodiversidad, abrimos la puerta a nuevos microorganismos y potenciales pandemias, así lo explicó la bióloga e investigadora del medio ambiente Julia Carabias, durante la conferencia “Cambio Climático y Biodiversidad: Acciones Urgentes”
A pesar de las lecciones aprendidas durante la crisis sanitaria, los temas ambientales quedaron relegados ante las crisis económicas, las guerras comerciales y conflictos armados, entre otros. Lo importante quedó en segundo plano: la biodiversidad de México, siendo el cuarto país más importante en ello, porque todos comemos biodiversidad, los cultivos no existen si no hay polinizadores, y nos estamos acabando la casa de los que nos mantienen con vida.
La responsabilidad no recae solo en los consumidores, sino también en las empresas, que deben adoptar prácticas más responsables con el medio ambiente. Y es que a medida que la conciencia ambiental crece, los consumidores demandan productos y servicios que no perjudiquen al planeta. Un estudio de la Federación Nacional de Ventas al Menudeo señala que 40% de los consumidores en México prioriza características ecológicas al comprar, y 77% elige marcas comprometidas con la sustentabilidad.
Las empresas no pueden ignorar esta tendencia. Necesitan asumir un papel más activo en la restauración de los ecosistemas de los que dependen. Es una deuda no solo con la sociedad, sino con sus propios negocios y el planeta. Son miles de animales y plantas las que están al servicio de las industrias.
Un ejemplo notable es la industria del mezcal, cuya producción depende de los murciélagos magueyeros, los únicos polinizadores del agave. La creciente demanda de esta bebida, junto con los efectos del cambio climático, ha puesto en peligro a esta especie crucial para los ecosistemas. En respuesta, algunos productores han implementado prácticas de cosecha sustentable para proteger tanto el agave como los murciélagos.
Otro ejemplo es el aceite de palma, utilizado en una amplia gama de alimentos procesados como cremas, detergentes y cosméticos, entre otros. Su producción ha provocado una deforestación masiva en todo el mundo, incluidas las selvas de México. Datos de la organización Salva la Selva revelan que las plantaciones de palma cubren al menos 26 millones de hectáreas a nivel global, de las cuales 16.4 están en Indonesia. En México, de acuerdo con la organización Mongabay, entre 2014 y 2019 se perdieron más de 5,400 hectáreas de bosques y selvas, en estados como Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz debido a la expansión de cultivos industriales.
Ante la magnitud del desafío, algunas empresas están tomando medidas. Walmart México y Centroamérica, por ejemplo, anunció que, para el año 2025, sus productos no incluirán aceite de palma, y el papel y madera serán exclusivamente de fuentes sustentables certificadas.
El monocultivo del aguacate es otro reto que enfrenta México. Según la organización Mongabay, 1,054 hectáreas se talan al año para este cultivo. En Campeche, debido al cultivo de soya se han perdido al menos 153,809 hectáreas. En Quintana Roo, desde 2010, se han deforestado 75,364 hectáreas de suelo.
Este deterioro ambiental tiene consecuencias directas para el cambio climático –que no es una amenaza futura, sino una crisis climática actual–. Las empresas no pueden olvidar que su propio éxito depende de la conservación de los recursos naturales Como bien dijo Julia Carabias, “los alimentos no vienen del mercado ni del supermercado”, son producto de la biodiversidad, que es la base de la vida y del bienestar.
El cambio climático no es solo una cuestión ambiental, sino también un desafío empresarial. Las empresas deben entender que su supervivencia está directamente relacionada con la conservación de los recursos naturales. Es momento de actuar, no solo para garantizar el bienestar del planeta, sino también para asegurar el éxito a largo plazo de los negocios. Las decisiones que se tomen hoy definirán el futuro, tanto para la naturaleza como para la economía, evitar esta crisis, nos ayudará a salir adelante.
1 https://www.nationalgeographicla.com/animales/2020/10/boom-mezcal-mala-noticia-para-los-murcielagos
2 https://es.mongabay.com/2023/01/en-corto-cuatro-monocultivos-que-amenazan-los-bosques-de-mexico/
3 https://www.walmartmexico.com/regeneracion/medio-ambiente
4 https://es.mongabay.com/2023/01/en-corto-cuatro-monocultivos-que-amenazan-los-bosques-de-mexico/
Turismo para la conservación, por Gemma Santana
Gemma ha sido funcionaría publica en el Instituto Nacional del Emprendedor, y también fue la Directora de la Agenda 2030 en la Presidencia de la República 2019 – 2021.
Consultora en sostenibilidad y negocios sociales, e Inversionista de impacto en la startup Wemerang. También es Activista ambiental con Elijo x el clima AC, co fundadora de la campaña Selvame del tren.
Reconocida como una de las 30 mentes más sostenibles de Forbes Mexico, y como una de las mujeres más inspiradoras por Excélsior y RSVP 2023.
Actualmente es fellow del IWF 2023 – 2024 y es columnista en Expoknews.