Relación indivisible, fundamental para diseñar las políticas de desarrollo sustentable, exponen
La pérdida de biodiversidad lleva a la desintegración comunitaria
■ El maíz criollo, elemento de identidad cultural y base de la dieta, no ha sido protegido con seriedad del genéticamente modificado, dice experta
■ Realizan reunión de especialistas en la UNAM
La pérdida de biodiversidad cultural implica pérdida de biodiversidad medioambiental y viceversa, es decir, la degradación de los recursos naturales lleva a una desintegración comunitaria, aseguraron especialistas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por lo tanto, agregaron, no se pueden diseñar políticas públicas en materia de desarrollo sustentable sin tener en cuenta la relación indivisible que existe entre sociedad comunitaria y diversidad biológica.
Durante la mesa redonda ¿Siglo XXI, adónde va el país?, presentada en el seminario La ciencias en el desarrollo sustentable, organizado por el Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA), investigadores, académicos y expertos de diferentes disciplinas científicas se reunieron desde el martes hasta hoy para reflexionar sobre los retos medioambientales y proponer acciones para construir un futuro sustentable.
El encuentro contó con la participación de Víctor Manuel Toledo, del Centro de Investigaciones en Ecosistemas, quien recalcó que no se puede entender la conservación de las riquezas naturales sin tener en cuenta la bioculturalidad que existe en nuestro país. De hecho, precisó, la mayor parte de las reservas naturales se encuentran en zonas bioculturales y la mitad de las aguas del país están en territorios indígenas. “En la cultura indígena y en su relación con la biodiversidad se encuentra la memoria de la especie de la humanidad”, puntualizó.
Resistencia biocultural
Explicó que México ocupa el cuarto lugar en el mundo en bioculturalidad y que existen en el país 14 regiones que viven procesos de resistencia biocultural, en los cuales se han desarrollado medidas de autogestión que manejan los recursos naturales con sustentabilidad.
“Sólo en Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Michoacán y Puebla existen mil 44 experiencias comunitarias de sustentabilidad. En la península de Yucatán hay 2 mil 800 plantas y siguen existiendo a pesar de la presencia humana desde hace más de 3 mil años, lo cual constata que en esa zona se ha sabido encauzar la coexistencia de cultura con y biodiversidad”.
Postuló la conservación natural en el ámbito de una relación recíproca con la cultura, y la sustentabilidad no como un retroceso a lo tradicional, sino como la creación de una forma de vida alternativa que implique organización social y perspectiva científica con conciencia ecológica.
“La revolución industrial constituye la ruptura entre lo que se había aprendido durante siglos y la modernidad, ésta entendida como una nueva etapa construida con las cenizas de lo tradicional. Pero ahora cada vez más territorios se están convirtiendo en espacios de resistencia que, en contra del modelo dominante industrial capitalista, han desarrollado otro alternativo y sustentable”.
María Elena Álvarez Buylla, del Instituto de Ecología de la UNAM, al hablar de la relación entre vida comunitaria y biodiversidad resaltó la importancia del maíz como elemento de identidad cultural y como base alimentaria. Dijo que en México aún no se ha tomado con suficiente seriedad la protección del maíz criollo del genéticamente modificado, cuando el gobierno está obligado a proteger la biodiversidad del grano en su centro de origen y biodiversidad porque la ley mexicana lo considera; “esta riqueza es crucial para enfrentar retos futuros”.
Explicó que el polen del maíz es “altamente promiscuo” y por medio del viento viaja a distancias impresionantes, lo que provoca fecundaciones cruzadas entre plantas. Esta característica hace que el maíz criollo tenga elevadas posibilidades de ser contaminado por el transgénico y, con ello, además, que las compañías transnacionales reclamen como suyo ese germoplasma.
Distribución sin impedimento
Agregó que el gobierno mexicano ha levantado la moratoria para plantar maíz transgénico y ha aprobado una nueva Ley de Bioseguridad inspirada en la legislación de Estados Unidos, que no se aplica, pero que tampoco impedirá la distribución del producto a todo el país.
Indicó que México está obligado a documentar la existencia de maíz transgénico porque de lo contrario no sólo se pone en riesgo la biodiversidad genética de la semilla, sino también la soberanía alimentaria.
Amparo Martínez Arroyo, del Centro de Ciencias de la Atmósfera, comentó que el alto grado de contaminación de los mares y océanos de México pone en riego la autosuficiencia de muchas comunidades que viven de los recursos naturales que ese medio genera.
Destacó que a pesar de que México tiene 1.5 más territorio marino que terrestre, no hay políticas públicas que atiendan la degradación de sus aguas marinas y, al ser “tierra de nadie”, es un sector altamente vulnerable. Las descargas de aguas residuales al mar han creado problemas de salud de los ecosistemas y de la población. Entonces, al no prestar atención a este problema, se olvida que mucha gente vive del mar. Por ello, la pérdida de los recursos naturales marinos provocará que muchas comunidades pierdan su autosuficiencia.
Fuente: La Jornada