Es un debate que surge periódicamente. ¿Pueden los políticos pasarse a la empresa privada tras dejar sus cargos? Poder, pueden. Asunto diferente es si resulta ético. Sobre todo si se está percibiendo a la vez un sueldo del Estado, como en el caso de los ex presidentes.
Precisamente, el asunto ha vuelto a salir a la palestra tras los fichajes de Felipe González y José María Aznar por Gas Natural Fenosa y Endesa, por 126.000 y 200.000 euros anuales, respectivamente. Una contratación especialmente inoportuna al coincidir no sólo con una crisis que tiene pocos visos de remitir, sino también con una subida de la luz que castigará un poco más el ya maltrecho bolsillo de los consumidores.
Los expresidentes perciben 82.000 euros del Estado en concepto de asignación vitalicia, además de disponer de coche oficial y cuerpo de seguridad. «Son instituciones que merecen prestigiarse», aduce Soraya Sáenz de Santamaría (PP). El problema surge cuando a esa retribución se suman otras procedentes de la empresa privada, especialmente cuando se trata de compañías privatizadas.
Aznar suma su labor en Endesa al trabajo como consejero en News Corporation, Doheny Global Group y en la inmobiliaria J. E. Roberts. En el caso de González, además de en Gas Natural Fenosa, ejerce de asesor de su amigo Carlos Slim, magnate mexicano que encabezó la lista de los más ricos del mundo elaborada por la revista ‘Forbes’ en 2010. A estos ingresos se añaden los que ambos mandatarios perciben como conferenciantes.
Aunque no contraviene el régimen de incompatibilidades, sí resulta «éticamente reprobable» a juicio de Gaspar Llamazares (IU), promotor de una propuesta que exigía endurecer la legislación al respecto, y que ha sido tumbada esta semana por los votos de PP y PSOE. «Es censurable que las relaciones de quien fue presidente del Gobierno se conviertan en un fondo de mercado y es muy criticable que los ex presidentes cobren a la vez del Estado y de empresas privatizadas», afirma.
José Antonio Alonso (PSOE) eludió entrar en el debate alegando que se trata de una prestación «establecida por ley», y que es el beneficiario quien debe decidir si renuncia o no a tal derecho.
¿Por qué fichar a un ex presidente?
Pero, ¿por qué ese interés por parte de las grandes empresas por contar con políticos como asesores? Talento, prestigio, experiencia y, sobre todo, contactos. Relaciones labradas durante su actividad pública, que se convierten en diamante en bruto cuando se ponen al servicio de intereses privados.
«El interés no es tanto por los políticos como raza, sino por gente que ha manejado relaciones al más alto nivel, con una fuerte influencia en un sector determinado, y experiencia en negociación de inversiones», explica Ramón Bartolomé, socio de la prestigiosa consultora Heidrick & Struggles.
«Son fichajes a nivel de consejo, más que ejecutivos», explica Santiago Tarín, director de Master Consulting. «Las compañías priman el talento y los conocimientos de personas que han tenido ese nivel de responsabilidad, además de un gran tarjetero, que les permite actuar como un lobby. Es algo normal, otra cosa es la remuneración».
La coyuntura económica de la crisis también pesa. «Desde hace dos años las empresas españolas no tienen más remedio que ‘hacer las Américas’, lo que ha generado una preocupación por incorporar directivos con experiencia internacional y visión estratégica global», explica Bartolomé.
En el caso concreto de Aznar y González, «sus incorporaciones a esas empresas no han sido casualidad». Sus gestiones como presidentes dan pistas: negociaciones gasistas con Argelia, acuerdos estratégicos con Venezuela, negociaciones con Alemania, con la empresa pública italiana En el, viajes con empresarios a China…
Ex ministros, ex consejeros… la otra división
Los ex presidentes no son, ni mucho menos, los únicos políticos que logran un jugoso contrato tras abandonar la actividad pública. Hay una ‘segunda división’, formada por ex ministros, ex consejeros y ex secretarios de Estado, que copa los consejos de administración de las grandes compañías.
Es el caso del ex vicepresidente y ex ministro Rodrigo Rato, quien abandonó la dirección del FMI para asumir la presidencia de Caja Madrid. Otro ‘número dos’ al frente de una entidad financiera es Narcís Serra, presidente de Caixa Catalunya, además de consejero de Gas Natural.
El ex ministro de Trabajo Eduardo Zaplana multiplicó por 10 sus ingresos al fichar como delegado de Telefónica para Europa. El responsable de Economía y Hacienda entre 1982 y 1985, Miguel Boyer, tras haber presidido CLH y vicepresidido FCC, es actualmente consejero de Red Eléctrica Española, empresa en la que ejercen de consejeros José Folgado, ex secretario de Estado de Energía con el PP, y Arantxa Mendizábal, portavoz de Industria del PSOE.
Otro ex ministro de Economía que ejerce de consejero es Carlos Solchaga, en la compañía biotecnológica Zeltia. El ex ministro de Industria Josep Piqué preside la aerolínea Vueling, mientras que Rafael Arias-Salgado, ex titular de Fomento, está al frente de Carrefour.
El ex ministro Pío Cabanillas ejerce de director general de Acciona. Isabel Tocino es consejera del Banco Santander. Jordi Sevilla trabaja como ‘asesor de alto nivel’ para PwC. El que fuera presidente del PNV Josu Jon Imaz preside desde 2008 la firma Petronor. José María Michavila es consejero en Dragados. Juan Miguel Villar Mir, Anna Birulés, Abel Matutes, Julián García Vargas, Ángel Acebes, Eduardo Serra, Marcelino Oreja… La lista es larga y promete continuar creciendo con cada cambio de gobierno.
Fuente: El Mundo.es
Publicada: 30 de Enero 2011