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Esperando a Supermán

La película Waiting for Superman (Esperando a Supermán) es un documental sobre la crisis que enfrenta el sistema educativo de Estados Unidos. Se trata de una versión sincera, clara y sin tapujos del panorama catastrófico que ofrecen las escuelas estadunidenses y refleja bastante la realidad educativa de México.

El problema central: la deficiente preparación de los maestros y el poder enorme que detentan los dos sindicatos de docentes, que, por su parte, hacen una defensa de oficio, automática, acrítica, clientelar y oportunista del profesor. ¿Qué hacer cuando no existen medios legales y técnicos para evaluar periódicamente a los docentes? ¿Qué hacer cuando las plazas son concebidas como vitalicias? ¿Qué hacer cuando se sabe que la causa de la crisis es la mediocridad de los docentes y careces de poder para expulsarlos (u obligarlos a que se preparen)?

Una buena parte del público tiene una opinión amable de los docentes y de su oficio. Ser profesor se sigue concibiendo como una misión o un apostolado, pero esta concepción —aunque generalizada— no refleja una realidad en la cual muchos docentes actúan para su beneficio personal y desprecian los valores éticos que, se supone, sustentan la actividad educativa.

Una red de intereses oscuros se teje en el sistema educativo para impedir su mejoramiento. Si alguien trata, seriamente, de promover un cambio, se topa con poderosas resistencias de parte de los docentes que están acostumbrados a la rutina fácil de la educación bancaria (Freire). Existen soluciones pedagógicas y se conocen, lo que falta entonces es resolver el problema de la voluntad de los principales actores que se resisten
al cambio.

Hoy por hoy, el mundo vive una explosión de ideas educativas: hay millares de investigaciones críticas que iluminan el quid de la crisis; hay infinidad de modelos pedagógicos de inspiración diversa. No son ideas las que faltan; son voluntades. Son intereses encontrados los que se disputan el destino de la educación en un conflicto que no acaba de resolverse. Es la fuerza de la inercia contra la fuerza del cambio. Una disputa que hasta ahora se ha resuelto en favor de la primera.

Mientras tanto las escuelas siguen produciendo alumnos destinados al fracaso, a la desocupación, a las drogas, a un mundo vacío y angustiante que no vale la pena vivir y que, en no pocos casos, se elude por medio del suicidio o de la locura. La claridad y lucidez de esta película nos desespera y nos aterroriza, porque no hay soluciones fáciles y las soluciones que existen son impopulares y dolorosas para muchos. Desde luego, siempre nos queda el recurso de tratar de reeducar, de informar, de tratar de cambiar las actitudes y los valores de los demás, etcétera. Existe, sin embargo, esperanza.

Pero esa esperanza descansa no en la llegada de un Supermán, sino en esperar que triunfe el ejército que hoy por hoy es el más débil, el más impopular, el de los reaccionarios, el de los que están contra la mayoría. Esos minoritarios son los que defienden el profesionalismo, el rigor, el trabajo, los valores morales, los que prefieren jugar con base en las reglas, los que sinceramente se interesan por solucionar la crisis educativa y por construirles un futuro promisorio a las nuevas generaciones.

* Director de la revista Educación 2001.

Fuente: Milenio Diario, Opinión, p. 3.
Reportero: Gilberto Guevara Niebla.
Publicada: 24 de febrero.

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