La realidad, la triste realidad, es que en las condiciones actuales, México sólo puede escoger entre el «ser» o el «verde»:
la opción del ser totalmente verde, de momento, no está a nuestro alcance.
El costo de ser verde compromete por completo la posibilidad de simplemente «ser», económicamente hablando.
Sin duda, carecemos de los recursos y medios para invertir los miles de millones de dólares que se requieren para cumplir con los compromisos que nuestros genios de la SEMARNAT han realizado muy anchos y orondos en las Naciones Unidas. Nos vemos muy bien, políticamente muy correctos, cuando anunciamos una reducción del 50 por ciento en la emisión de gases, mas esa óptica acarrea consigo un precio impagable.
Reforma, “Opinión”, Opinión, p. 15