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ColumnistasDe los cuatro elementos

De los cuatro elementos

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Cuando apenas tiene uso de razón, el ser humano comienza a recibir información sobre la tierra, el agua, el aire y el fuego con todo tipo de productos fabricados por él mismo. Sigue con los medios de entretenimiento que generalmente los incluyen en video juegos, cuentos, programas, caricaturas, historietas y mucho más. Al inicio de su formación escolar aprende que son los que forman la naturaleza y ya más adelante conoce sus propiedades físicas y químicas al igual que su comportamiento e influencia.

Hoy en día preocupa a la humanidad la contaminación global producida desde que alcanzó la categoría de sociedad de consumo y se comenzaron a deteriorar los ecosistemas. Ahora se sabe que las leyes de la naturaleza tienen un ciclo constructivo que auxilia al ser humano en su diario vivir y un ciclo destructivo asociado desde siempre con un enojo de la Madre Naturaleza manifestado por terremotos, incendios, huracanes, inundaciones, sequías, etc.

Los científicos pueden predecir gran parte de los fenómenos naturales, estudian la composición de cada uno de sus elementos, ya descubrieron agua en otros planetas y con sus adelantos sienten que dominan la ciencia y la tecnología. Jung decía que toda la energía que el hombre moderno invierte hoy en la ciencia y en la técnica, es la misma que el hombre antiguo dedicaba a su mitología.

La percepción del origen de la vida en la antigüedad era variada. Los primeros seres vivientes habían nacido en lo húmedo y con el tiempo habían optado por lo seco. El hombre surgió de animales de otras especies, porque ellas se alimentan por sí mismas y sólo el hombre necesita de una larga crianza. Del agua y la tierra calientes, se originaron unos peces o animales parecidos a peces; ahí los hombres y mujeres crecieron en su interior como fetos y salieron hasta que ya podían alimentarse. Siempre intervienen los elementos en el origen de la vida.

Invariablemente, todas las culturas y religiones los han incluido en sus principios, leyendas y cuentos, al igual que aparecen en la literatura y prosa de cada país. En el siglo V a. C., Empédocles postuló la teoría de las cuatro raíces, denominada después por Aristóteles elementos, tomando como base el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes. La palabra elemento, así aplicada, se refiere más al estado de la materia como ellos la percibían, que a su composición química.

Esta denominación persistió a través de la Edad Media y el Renacimiento. En India y Japón tenían los mismos elementos más un quinto: el éter. En China tenían una serie de elementos ligeramente diferentes, aún utilizados en su medicina tradicional: tierra, fuego, metal y madera, entendidos como energías diferentes en constante interacción y flujo; opuesto a la visión occidental de manifestaciones de la materia.

En las culturas prehispánicas, existen leyendas y tradiciones que narran el origen del mundo, los pueblos y los fenómenos naturales. El calendario maya ha despertado todo tipo de comentarios y teorías a raíz de los resultados encontrados por la vía de su simple matemática espiral. Todas las profecías, observaciones y tradiciones del mundo están convergiendo hacia lo que llaman el ideal de la nueva era para la humanidad, la del Quinto Sol, que es la acción.

En su calendario, ven la fecha del 21 de diciembre del 2012 como la fecha del renacimiento, el comienzo del mundo del Quinto Sol, por la alineación de los planetas en la Vía Láctea. Su intersección dará forma a una cruz cósmica, asociada con el Árbol de la Vida referido por todas las tradiciones y culturas del mundo.

En esta recuperación de la humanidad, ese quinto elemento es: el éter. El diccionario de la Real Academia de la Lengua, en una de sus definiciones, lo menciona como la esfera aparente que rodea la tierra. El fluido sutil, invisible, imponderable y elástico que según una antigua hipótesis, llena todo el espacio y por su movimiento vibratorio transmite luz, calor y otras formas de energía. Los entendidos en la materia lo relacionan con otras gamas de frecuencia como los teléfonos celulares y las auras humanas. Lo etéreo siempre se ha asociado con las regiones celestiales y al ser elemento del Quinto Sol, carece de sustancia material, pero no por ello es menos real que la madera, el agua o la tierra.

La Humanidad entera está en un momento crítico de su historia; en su afán por controlar a la Naturaleza ha generado su propia frustración, ya que es algo que no depende de ella puesto que sigue su curso. Si no, ahí están los Polos que se están desmembrando, el nivel de los océanos se eleva y no sabe qué puede desaparecer o aparecer por el acomodamiento de las placas tectónicas.

Es evidente el desequilibrio en todos los órdenes, ambiental, económico, político, social, religioso. Como si la vida en el Planeta fuera parte de un juego perverso, a la que también alcanzó la devaluación.

Sin embargo estamos en el mejor momento para despertar, actuar y alcanzar un mejor estadio. Toda la humanidad es importante, cada quien tiene una misión.

La forma: lo difícil de los tiempos entraña que son especiales al ser preámbulo de una renovación. De ahí la importancia de actuar, ser factores de cambio y elegir representantes que entiendan la trascendencia de la conservación de todo lo que la rodea.

El fondo: lograr la unidad en la diversidad, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C.

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