La palabra biofilia significa amor a la vida y fue acuñada por el biólogo especializado en evolución Edward O. Wilson, de la Universidad de Harvard, para crear una hipótesis que indica que el contacto con la naturaleza es esencial para el desarrollo psicológico humano. La teoría sostiene que los millones de años durante los cuales el Homo sapiens se relacionó con su entorno de manera estrecha, creó una necesidad emocional profunda y congénita de estar en contacto cercano con el resto de los seres vivos, ya sean platas o animales. La satisfacción de ese deseo vital, dice Wilson, tiene la misma importancia que el hecho de entablar relaciones con otras personas. Así como nos sentimos bien al socializar, encontramos paz y refugio cuando vamos a un bosque, al mar, miramos muros verdes o estamos con nuestras mascotas. Recientemente, algunos estudios científicos ratificaron la premisa de la biofilia, demostrando que los entornos naturales y las áreas verdes eran muy benéficos para la salud. El Journal of Epidemiology and Community Health publicó que las personas que viven cerca de áreas verdes sufren menos problemas de salud, especialmente depresión y ansiedad, que quienes habitan en espacios rodeados de cemento. La investigación fue realizada en Holanda y se llevó a cabo con más de 300 000 adultos y niños de ese país. Los que vivían cerca de la naturaleza mostraron índices más bajos y reducciones en los riesgos de sufrir 15 dolencias diferentes, entre ellas enfermedades cardiacas, diabetes, dolor crónico de cuello y espalda, asma y migrañas.
Algunos países, conscientes de esto, ya han tomado medidas al respecto. En Inglaterra, por ejemplo, existe una campaña llamada Espacios para respirar, que consiste en convencer a los ingleses de que dediquen más horas a estar en la naturaleza para incrementar su bienestar general y disminuir los gastos sanitarios. Por su parte el psicólogo y especialista en diseño aplicado a la salud, Roger Ulrich, en su estudio Health Benefits of Gardens in Hospitals comprobó cómo los pacientes que han pasado por intervenciones quirúrgicas se recuperan antes y precisan menos analgésicos si desde sus cuartos observan un paisaje verde. También, sólo mirar abundante vegetación mientras conducimos o vamos en carro reduce la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y las alteraciones del sistema nervioso simpático.
Según Wilson, el intercambio hombre-naturaleza repercute en la inteligencia, las emociones, la creatividad, el sentido estético, la expresión verbal y la curiosidad. La separación del entorno, en cambio, empobrece psicológicamente a las personas. La respuesta negativa a elementos naturales amenazadores como animales peligrosos o catástrofes, también forma parte de la biofilia. Los especialistas indican que estos, además de miedo, generan admiración y respeto. Otros expertos advierten que, aunque la biofilia sea elemental para la psique humana, se está debilitando para los habitantes de las ciudades o centros urbanos, donde las áreas verdes son cada vez más escasas. Al igual que otros rasgos hereditarios y genéticos, la biofilia también depende de respuestas aprendidas.
Fuente: Equilibrio, p 16.
Reportera: Ágata Székely.
Publicada: Abril 2011, num. 32.