El 20 de abril se cumple un año de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon y del derrame de crudo en el Golfo de México que puso en tela de juicio a British Petroleum.
No era el primer derrame que ocurría, pero pronto, por su dimensión, atribulados esfuerzos por contener el petróleo y larga duración, se convirtió en el más grave ocurrido en la zona.
El problema, ubicado en la zona marítima de Estados Unidos, evidenció que en la exploración de crudo en aguas profundas, área que en Estados Unidos registra un desarrollo importante, no existían -quizá tampoco ahora- acciones de respuesta inmediatas y eficaces para contenerlo. Una empresa gigante, BP, con tecnología, recursos humanos y económicos, no pudo resolver rápidamente un derrame que amenaza aún al ecosistema.
De ahí los esfuerzos de diferentes petroleras competidoras por unirse y buscar soluciones conjuntas, sin que hasta ahora se hayan concretado resultados.
Sin embargo, es un hecho que el desastre generó la necesidad de preparar regulaciones específicas y preventivas en proyectos de aguas profundas, donde se estima se encuentra buena parte de las reservas petroleros de diferentes países.
El oro negro existe, pero se ha encarecido su explotación, lo que significa, además de equipos tecnológicos más especializados, más recursos y supervisión.
A México en lo particular, dada su cercanía con Estados Unidos, el tema le es muy relevante: país petrolero, enfrenta la necesidad de recurrir a bajas profundidades en el mar a buscar más crudo. Ahí se encuentra la mayoría de sus reservas para los próximos años.
Petróleos Mexicanos tiene tiempo analizando la explotación de un campo denominado Maximino, en la zona marítima de nuestro país que colinda con la de Estados Unidos. Tras el derrame protagonizado por BP, entre otros temas, la paraestatal determinó aplazar ese proyecto, cuyo reto fundamental es la profundidad a la que se encontraría el petróleo.
Mientras tanto, se ha avanzado en la regulación a la que Pemex está sujeto y en labores de prevención, pues si una empresa con recursos, como BP, tardó meses en frenar el derrame -el daño ambiental continuará tal vez por décadas-, la paraestatal, con recursos limitados tecnológicos y monetarios, debe cerciorarse de que algo así no le pasará.
Fuente: El Financiero, Informe Especial, p. 16.
Reportera: Esther Arzate
Publicada: 15 de abril de 2011.